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en la Biblia sagrada? Segunda: ¿por qué razon, y con qué equidad se confunden tanto las ideas groseras, que han tenido y tienen los Judios sobre el reino de su Mesías, con las predicciones de los Profetas de Dios, que están tan lejos de aquellas groserías? Si la preguuta que los discípulos hicieron al Señor en aquellas circunstancias, hubiese sido algun error, ú originada de algun error vulgar entre los suyos, ¿ no era naturalísimo, por no decir absolutamente necesario, que el buen maestro les hubiese dicho siquiera aquellas tres precisas palabras, que dijo en ocasion semejante á los Saducéos: Errais, no sabiendo las Escrituras*. ¿No era naturalísimo y aun necesario sacarlos luego al punto de aquel error esplicandoles antes de dejarlos un punto de tan grande interés y de tan graves consecuencias? ¿No era naturalísimo y aun necesario (ya que nada les enseñaba positivamente sobre este punto gravísimo) que á lo menos no los confirmase con su respuesta en aquel error? Considérese la respuesta del Señor, y se verá, sin poder escusarlo, que aunque el Señor no les revela el secreto particular y determinado que ellos deseaban saber, esto es, el tiempo preciso de la restitucion del reino de Israél; mas los confirma evidentemente en la sustancia de este misterio. Lo que ellos preguntaban era, ¿ si el reino de Israél, que segun los Profetas se debia restituir por el Mesías, se restituiría luego en aquel tiempo, ó not? y el Señor les responde: que no se metan en averiguar los tiempos y momentos, que el Padre ha puesto en su potestad que es lo mismo que les habia dicho en otra ocasion, hablando de propósito de su venida: Mas de aquel dia, ni de aquella hora nadie sabe, ni los ángeles de los cielos, sino solo el Padre§. Luego concede el

* Erratis nescientes Scripturas. - Mat. xxii, 29.

↑ ¿Domine, si in tempore hoc restitues regnum Israël ?—Act. i, 6. Non est vestrum nosse tempora vel momenta, quæ Pater posuit in sua potestate. Act. i, 7.

§ De die autem illa, et hora nemo scit, neque angeli cœlorum, nisi solus Pater. Mat .xxiv, 36.

Señor, no solo tácita, sino clara y espresamente, que hay en realidad tiempos y momentos, puestos en la potestad del Padre para restituir el reino de Israél. Y si nó, ¿qué sentido decente y racional pueden tener sus palabras? ¿Qué tiempos y momentos son estos que el Padre ha puesto en su potestad, ó ha reservado á sí solo?

176. Si la restitucion del reino de Israél por el Mesías es realmente una fábula y un error, como se asegura con tanta franqueza; luego sobre esta restitucion, que es de la que se habla, no puede haber tiempos ni momentos reservados en la potestad del Padre. ¿Qué tiempos y momentos se ha de reservar el Padre á sí solo, sin querer que nadie lo sepa, para que suceda una cosa que jamas ha de suceder? ¿ Una cosa que no puede suceder? ¿Una cosa que solo pensarla y esperarla es una estulticia y un error? Entre nosotros, naturalmente poco sincéros, no seria muy de estrañar este modo de hablar, ciertamente doblado; mas en el maestro bueno, en el maestro de toda justicia y santidad, en el maestro de toda verdad, rectitud y sinceridad, se figura no solo duro y dificil, sino algo mas que imposible. Esta imposibilidad se ve crecer sensiblemente en el caso y circunstancias de que vamos hablando. Es á saber que cuando el Señor dijo estas palabras, hablaba solamente con sus discípulos, hablaba con sus amigos, hablaba con unos hombres que realmente lo amaban y veneraban, y que estaban prontísimos á recibir y creer cualquiera cosa que dijese, como que eran hombres simples y rectos, sin malicia, ni artificio, ni preocupacion. Hablaba con aquellos hombres que él mismo habia elegido para maestros del mundo: á quienes habia instruido todo el tiempo de su predicacion, y aun despues de su resurreccion no habia cesado de instruirlos, apareciéndoseles por cuarenta dias, y hablándoles del reino de Dios*: á quienes acababa de decir: Id pues, y enseñad á todas las gentes, bautizándolas†: á quienes les

les

* Per dies quadraginta apparens eis, et loquens de regno Dei.— Act. i, 3.

↑ Euntes ergo docete omnes gentes, baptizantes eos.- Mat. xxviii, 19.

abrió el sentido, para que entendiesen las Escrituras*: y á quienes habia dicho la noche antes de su pasion: á vosotros os he llamado amigos: porque os he hecho conocer todas las cosas, que he oido de mi Padre↑. Hablaba, en fin, con hombres incapaces de resistirle, ni de disputar con él, sobre las cosas que habian oido, ó podian haber oido por el ordinario error de aquella gente.

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177. Pues es verdad verosimil, ni creible, ni posible, que el maestro bueno, que era la misma verdad y sinceridad, hablase de este modo á unos hombres como estos? ¿Es creible ni posible, que en aquellas circunstancias en que ya se ausentaba de ellos, preguntado por ellos mismos sobre un punto tan grave y de tan graves consecuencias, no les hablase con claridad, no los sacase de su error, no les reprendiese su estulticia, no les esplicase en cuatro palabras lo que quieren decir los Profetas, cuando anuncian la restitucion del reino de Israél? ¿Es creible que hablare solamente de los tiempos y momentos, que el Padre tiene reservados, para que suceda lo que no ha de suceder, ni puede suceder? Cierto que nos hallámos no pocas veces en grandes conflictos, y en augustias casi mortales. Dos escollos terribles é inevitables se ven aquí, mayores sin comparacion que Sila y Caribdis. Estos últimos se pueden las mas veces evitar; ya prescindiendo de ellos absolutamente, ó volviendo para atras; ya navegando por en medio de ellos á igual distancia del uno y del otro; mas respecto de aquellos otros, no aparece medio, ni remedio, ni esperanza alguna. O habeis de tomar rumbo por la diestra ó por la siniestra. Por consiguiente, habeis de naufragar sobre un escollo ó sobre otro.

178. Si la restitucion del reino de Israél por el Mesías es una estulticia y un error; luego el Mesías mismo cuando fué visto en la tierra, y conversó con los hombres §, en

* Aperuit illis sensum, ut intelligerent scripturas.— Luc. xxiv, 45. + Vos autem dixi amicos: quia omnia quæcumque audivi à Patre meo, nota feci vobis.—Joan. xv, 15.

Vulgato illius gentis errore. — Vide fol. 312.

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§ Interris vissus est, et cum hominibus conversatus est.—Bar.iii, 38.

gañó conocidamente á sus mayores amigos, que tenia sobre la tierra, hablándoles en este asunto gravísimo con equívoco y doblez, dejándolos voluntariamente en el ordinario error de su nacion. Si esto no es creible ni posible; luego el error estará por la parte contraria: es decir, luego será un verdadero error el afirmar, aunque sea en tono decisivo, que la restitucion del reino de Israél por el Mesías es un error. Si esta última consecuencia se oye con espanto, con indignacion, y con cierta especie de escándalo, luego deberémos, tener por buena y legítima la primera consecuencia; luego será preciso decir y confesar aquí, que Jesucristo, el Maestro por escelencia bueno, el Santo de los santos, llamado Fiel y Veráz, no se portó en esta ocasion como quien era; no se portó ni aun siquiera como un hombre honrado; no se portó con aquella franqueza y sinceridad, que debian esperar de él sus mayores y sus únicos amigos que tenia en este mundo, á quienes habia elegido para maestros del mismo mundo, y predicadores de la verdad. Yo busco entre estos dos estremos algun medio razonable, y protesto que no lo hallo. En caso de no hallarse, me inclino sin temor alguno ácia la diestra. Quiero mas errar con los apóstoles, y quedar confirmado en el error por el maestro de toda verdad.

SE CONSIDERA DE CERCA LA ESPLICACION DEL TESTO DE

S. JACOBO, Y DE LA PROFECIA QUE CITA.

PARRAFO III.

179. Como no puedo persuadirme que en tiempo de aquel concilio estuviese todavia este santo y los demas Apóstoles y señores, en el ordinario error de su nacion, no tengo otra cosa que hacer, sino estudiar sus palabras, estudiar asímismo la profecía citada, y combinar lo uno con lo otro: Simon ha contado como Dios primero visitó á los gentiles para tomar de ellos un pueblo para su nombre. Y con esto concuerdan las palabras de los Profetas,

como está escrito: Despues de esto volveré, y reedificaré el tabernáculo de David*.

180. Todos los intérpretes suponen aquí, lo primero: que S. Jacobo habla de la vocacion de las gentes, á quienes en aquel tiempo visitaba el Señor por su infinita misericordia, para sacar de entre ellas un pueblo santo. Esta primera suposicion es cierta é innegable por todo el contesto. Suponen, lo segundo (no se sabe sobre qué fundamento): que la profecía de Amós, que cita S. Jacobo, habla del mismo misterio de la vocacion de las gentes, como si para esto solo la citase y no para otra cosa. Por consiguiente suponen, lo tercero: que la reedificacion y ereccion del tabernáculo de David, que cayó, y todas las otras cosas que anuncia seguidamente esta profecía, se han verificado y se están todavia verificando en el misterio mismo de la vocacion de las gentes; las cuales, dicen, han formado principalmente, con algunos pocos Judios que han creido, el nuevo espiritual tabernáculo de David, que cayó: esto es, la Iglesia presente, donde reina espiritualmente el Mesías mismo, hijo de David. A esto se reduce en sustancia toda la esplicacion, y en vano se esperará otra cosa, porque realmente no la hay.

181. Si preguntámos aora, no satisfechos con estas generalidades, ¿qué significan algunas y muchas cosas bien notables que leemos así en este testo de S. Jacobo, como en el de Amós? Con esto solo podrémos empezar á abrir los ojos, ó entrar en alguna duda ó sospecha sobre la bondad de esta esplicacion. ¿Qué significa, por ejemplo, aquella palabra, primero, hablando de la vocacion de las gentes? ¿Qué significan aquellas otras: Despues de esto volveré? Estas cuatro palabras, que parecen capitales, las omiten no obstante los mas de los doctores que he podido ver. Solo uno hallo, que se hace cargo de ellas; mas

Simon narravit, quemadmodum primum Deus visitavit sumere ex gentibus populum nomini suo. Et huic concordant verba Prophetarum, sicut scriptum est: Post hæc revertar, et reædificabo tabernaculum David, quod decidit. - Act. xv, 14, 15, 16.

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