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nitas cosas semejantes, que ya están anunciadas y preparadas para aquellos tiempos en los Profetas y en los Salmos.

64. Leed entre otros muchísimos lugares, que no podémos por aora citar, todo el salmo lxxi, y reparad especialmente sus últimas palabras: bendito el nombre de la majestad de él para siempre: y será muy llena de de su majestad toda la tierra: así sea, así sea*. Y el salmo xcv: Alégrense los cielos, y regocijese la tierra, conmuévase el mar. y su plenitud: se gozarán los campos, y todas las &.5, que en ellos hay. Entonces se regocijarán todos los árboles de las selvas á la vista del Señor, porque vino: porque vino á juzgar la tierra. Juzgará la redondez de la tierra con equidad, y los pueblos con su verdad... Cantad alegres en la presencia del Rey, que es el Señor: Muévase el mar, y su plenitud: la redondez de la tierra, y los que moran en ella. Los rios aplaudirán con palmadas: juntamente los montes se alegrarán á la vista del Señor: porque vino á juzgar la tierra†.

OBSERVACION DE ESTE LIBRO QUE ABRE EL CORDERO. 65. Llegando aquí, parece naturalísimo el deseo de saber (con aquella ciencia, á lo menos, que nos es posible en el estado presente) ¿ qué libro es este, que en aquel Consejo estraordinario se pone en manos del Cordero, tan cerrado y tan sellado, que ninguna pura criatura es digna ni capaz de abrirlo, sino él solo? ¿Qué libro es este, que el Corde

* Benedictum nomen majestatis ejus in æternum: et replebitur majestate ejus omnis terra: fiat, fiat. — Ps. lxxi, 19.

+ Lætentur cæli, et exultet terra, commoveatur mare, et plenitudo ejus Gaudebunt campi, et omnia, quæ in eis sunt. Tunc exultabunt omnia ligna silvarum à facie Domini, quia venit: quoniam venit judicare terram. Judicabit orbem terræ in æquitate, et populos in veritate sua... Jubilate in conspectu Regis Domini: Moveatur mare, et plenitudo ejus: orbis terrarum, et qui habitant in eo. Flumina plaudent manu, simul montes exultabunt à conspectu Domini: quoniam venit judicare terram.-Ps. xcv, 11, 12, 13; et Ps. xcvii, 6, 7, 8 et 9.

ro recibe inmediatamente de la mano derecha del que estaba sentado en el trono: que abre allí mismo en medio de toda aquella numerosa y venerable asamblea: que la llena toda, con solo abrirlo, de tanto regocijo y alegría, que no cabiendo en el cielo, se difunde á todas las criaturas del universo? Sin duda debe figurarse y significarse por este libro alguna cosa muy grande; pues las resultas de su apertura son tan grandes, tan estraordinarias y tan nuevas. Yo confieso que siempre he tenido el mismo deseo, pareciéndome, que una vez que esto se entendiese, sería ya fácil sacar muchas y muy útiles consecuencias. Lo que sobre esto hallo en los intérpretes, hablando francamente, no me satisface; ó porque no entiendo lo que quieren decir, ó porque no le hallo proporcion alguna con lo que dice el testo sagrado. ¿Quién podrá persuadirse, por ejemplo, despues de haber considerado el testo con todo su contesto, que el libro de que aquí se habla, es la misma Escritura divina? Como y á qué propósito? Esta, dicen oscuramente, se abrió, ó se entendió con la muerte y resurreccion de Cristo. Y no obstante esta supuesta apertura, digo yo: los doctores han trabajado infinito en buscar la inteligencia de la misma Escritura, diciendo las mas veces unos una, y otros otra cosa sobre un mismo lugar.

66. ¿Quién podrá persuadirse que el libro de que aquí se habla, es el mismo libro del Apocalipsis? ¿ Como, y á qué propósito, cuando es cierto que no habia tal libro en el mundo, en el tiempo que S. Juan tuvo esta vision? Y aun prescindiendo de este anacronismo ; el libro del Apocalipsis es el que recibe el Cordero de mano de Dios: el que abre delante de todos los ángeles y santos: el que con su apertura llena de júbilo y regocijo al cielo y á la tierra? Cierto que no lo entiendo, sino es acaso que quieran decirnos, que así en el Apocalipsis como en otras muchas Escrituras, se nos dan grandes ideas del libro de que hablamos, y de algunas cosas de las que contiene, á lo cual no pienso repugnar. Pues qué libro puede ser este, al que competan con propiedad las cosas tan nuevas y admirables,

que se dicen de él? Yo bien creo, señor, que no me preguntais sobre las cosas particulares que están escritas en el libro; pues no ignorais lo que se dice en el mismo testo: no fué hallado ninguno digno de abrir el libro, ni de mirarlo. Si ninguno es digno de abrir el libro, ni de mirarlo, ¿quién podrá decir lo que contiene? Seguramente contiene lo que dice S. Pablo: Que ojo no vió, ni oreja oyó, ni en corazon de hombre subió†. Mas si solo me preguntais sobre el título del libro, esto es, sobre su argumento ó asunto general, voy luego á proponer simplemente mi pensamiento, pidiendo no solo atencion, sino consideracion y exámen formal, y todo ello poniendo á un lado por un momento toda preocupacion.

67. El libro, pues, de que hablámos me parece a mí, atendidas las circunstancias, que no es otro sino el mismo Testamento nuevo y eterno de Dios, en el cual sabemos de cierto, que está llamado en primer lugar, y constituido heredero, Rey y Señor universal de todo, aquel mismo Unijénito de Dios, por quien son todas las cosas, y para quien son todas las cosas, al cual constituyó heredero de todo, por quien hizo tambien los siglos §: aquel que siendo Unijénito de Dios, resplandor de la gloria, y la figura de su sustancia y sustentándolo todo con la palabra de su virtud, es al mismo tiempo por su infinita dignacion, el primojenito entre todos los que son, y serán llamados hijos de Dios: que segun su decreto son llamados santos... para que él sea el primojenito entre muchos her

* Nemo dignus inventus est aperire librum, nec videre eum. Apoc. v, 4.

+ Quòd oculus non vidit, nec auris audivit, nec in cor hominis ascendit. 1 ad Cor. ii, 9.

Propter quem omnia, et per quem omnia. Ad Hebr. ii, 10.

§ Quem constituit hæredem universorum, per quem fecit et sæcula.- Ad Hebr. i, 2.

|| Splendor gloriæ, et figura substantiæ ejus, portansque omnia verbo virtutis suæ.-. Ad Hebr. i, 13.

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manos *. Dije en primer lugar, porque tambien sabémos con la misma certidumbre, que juntamente con el primojenito, y por él... de él... y en él† están llamados á la herencia, como coherederos suyos, todos sus hermanos menores, los cuales muchos dias ha, que se llaman y convidan con las mayores instancias: muchos dias ha que se buscan por todas partes, y entre todas las gentes, tribus, y lenguas, para que quieran admitir la dignidad de hijos de Dios, y tener parte en la herencia de que habla el mismo Testamento nuevo y eterno; pidiéndoles de su parte solamente dos condiciones indispensables, que son fe y justicia: esto es, que crean en verdad á su Dios, y sigan sin temor alguno, obedezcan, imiten, amen, y se conformen todo lo posible con la imagen viva del mismo Dios, que es su propio Hijo: Porque los que conocío en su presciencia, á estos tambien predestinó, para ser hechos conformes á la imágen de su hijo... Y si hijos tambien herederos: herederos verdaderamente de Dios, y coherederos de Cristo... El que aun á su propio Hijo no perdonó, sino que lo entregó por todos nosotros: ¿como no nos donó tambien con él todas las cosas ‡?

68. Es ciertísimo que este Testamento nuevo y eterno de Dios, tan anunciado en las antiguas Escrituras, está ya hecho muchos tiempos ha; está firmado irrevocablemente; está sellado y asegurado por dos cosas infalibles, en las cuales es imposible que Dios falte§: esto es, con la palabra de Dios, y con la sangre del Cordero, con la san

Qui secundùm propositum vocati sunt sancti... ut sit ipse primogenitus in multis fratribus.—Ad Rom. viii, 28, 29.

+ Ex ipso, et per ipsum, et in ipso.-Ad Rom. xi, 36.

Nam quos præscivit, et prædestinavit conformes fieri imaginis Filii sui... Si autem filii, et hæredes: hæredes quidem Dei, cohæredes autem Christi... Qui etiam proprio Filio suo non pepercit, sed pro nobis omnibus tradidit illum: quomodo non etiam cum illo omnia nobis donavit? — Ad Rom. viii, 29, 17, 32.

§ Per duas res immobiles, quibus impossibile est mentiri Deum. -Ad Hebr. vi, 18.

gre del Hombre Dios, la sangre del nuevo (y eterno) Testamento, así como el antiguo Testamento que era solamente por algun tiempo, y como ayo que nos condujo á Cristo, se selló y aseguró con la sangre de animales: Porque Moisés habiendo leido á todo el pueblo todo el mandamiento de la ley: tomando sangre de becerros, y de machos de cabrio con agua, y con lana bermeja, y con hisopo; roció al mismo libro, y tambien á todo el pueblo, diciendo: Esta es la sangre del Testamento que Dios os ha mandado. Mas aunque este Testamento de Dios, nuevo y eterno, está ciertamente hecho: aunque está firmado y asegurado irrevocablemente; parece del mismo modo cierto é indubitable, que todavia no se ha abierto, sino que está cerrado y sellado, hasta que llegue el tiempo de abrirse. Lo que aora llamamos Testamento nuevo, esto es, las nuevas Escrituras, canónicas, auténticas, divinas, que se han hecho despues del Mesías, no son, propiamente hablando, el Testamento mismo, son solamente la noticia, el anuncio, el convite general que se hace á todos los pueblos tribus y lenguas, para que concurran todos los que quisieren á la gran cena, y procuren entrar en parte del Testamento nuevo y eterno de Dios; verificando cada uno en sí mismo aquellas dos condiciones que se piden á todos, y á cada uno en particular; esto es, fe y justicia. Estas nuevas Escrituras se llaman con mayor propiedad: El Evangelio del reino, que es el nombre que dió el Mesías á la mision y predicacion de los apóstoles: Evangelio, ó anuncio, ó buenas nuevas del reino, el cual reino es todo lo que contiene el Testamento mismo. hay, pues, razon alguna para confundir la noticia de estár ya hecho el Testamento de Dios, nuevo y eterno, con el

No

Vide Mat. xxvi, 28.

Sanguis... novi (et æterni) testamenti. ↑ Lecto enim omni mandato legis à Moyse universo populo: accipiens sanguinem vitulorum, et hircorum cum aqua, et lana coccinea et hyssopo: ipsum quoque librum, et omnem populum aspersit, dicens: Hic sanguis Testamenti, quod mandavit ad vos Deus. - Ad Hebr. ix, 19, 20.

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