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acabado su afán, perdonada es su maldad*, concebirá al punto en el vientre, por semejanza, á Cristo Jesus (y este crucificado, el cual ha sido siempre para ella por culpa de sus doctores un verdadero escándalo) y Cristo Jesus se empezará á formar en ella en el mismo vientre, por semejanza, y allí mismo va adelante y crece hasta el dia perfecto. Esto es claro, y no necesita mas esplicacion.

36. Mas como no basta para la salud concebir á Cristo Jesus en el secreto del corazon, sino que es necesario parirlo, digámos así, darlo á luz, manifestar en público este concepto, y declararse por él: Porque de corazon se cree para justicia: mas de boca se hace la confesion para salud, llegando aquí la esposa, empezarán naturalmente las angustias, los dolores y los clamores, por las grandes dificultades, contradicciones y embarazos, que opondrán entonces la tierra y el infierno, para que quede sin efecto aquella prenez. ¡Qué persecuciones no se levantarán en aquellos dias contra la muger! ¡Qué estrañeza, qué disgusto, qué enfado no causará en aquellos dias, una novedad tan importuna, en que nadia pensaba: una novedad bien capaz de alterar el público reposo, y perturbar la paz, no de Cristo, sino del mundo: en aquellos dias, vuelvo á decir, en los cuales la caridad, y por buena consecuencia tambien la fe, estarán tan tibias y tan escasas, por la abundancia de la iniquidad §!

37. Los primeros que se opondrán al parto de la muger, serán verosimilmente los Judios mismos, de todas las tribus de los hijos de Israél: aquellos, digo, que no entrarán por culpa suya en el número de los sellados con el sello de Dios vivo: los cuales, como se dice en Zacarias, serán las dos terceras partes, cuando menos: Y serán en

Quoniam completa est malitia ejus, dimissa est iniquitas illius, - Isai. xl, 2.

+ Procedit et erescet usque ad perfectam diem. — Prov. iv, 18. Corde enim creditur ad justitiam: ore autem confessio fit ad salutem. Ad Rom. x, 10.

§ Mat. xxiv, 12.

toda la tierra, dice el Señor: dos partes de ella serán dispersas, y perecerán: y la tercera parte quedará en ella. Y pasaré por fuego la tercera parte, y los purificaré como se quema la plata, y los acrisolaré, como es acrisolado el oro. El invocará mi nombre, y yo le oiré. Diré: pueblo mio eres; y él dirá: Señor Dios mio*. Dije que los no sellados con el sello de Dios vivo serán las dos terceras partes, y añadí, cuando menos, porque me parece muy natural y muy conforme á otros lugares de la Escritura, que en la prueba del fuego de la tribulacion, por donde ha de pasar esta tercera parte, quede mucha escoria, ó estaño, que no pertenece al oro fino. Así se lo anuncia Dios por Isaías: volveré mi mano sobre tí, y acrisolaré tu escoria hasta lo puro, y quitaré de tí todo tu estaño †. Y en otra parte se dice claramente, que despues que pase por la prueba, saldrá diezmado (ó dejando en el fuego de diez, uno, ó como piensan otros, sacando solamente uno de diez): se multiplicará la que habia sido desamparada en medio de la tierra. Y todavia en ella la decima parte, y se convertirá, y servirá para muestra como terebinto, y como encina, que estiende sus ramos: linage santo será, lo que quedáre en ella. Lo mismo se dice en el capítulo lxv, ver. 8.

38. Parece, pues, sumamente verosimil, que las dos terceras partes de la casa de Jacob persigan con todas sus fuerzas á la otra parte que ha creido; así como lo hicie

* Et erunt in omni terra, dicit Dominus: partes duæ in ea dispergentur, et deficient: et tertia pars relinquetur in ea. Et ducain tertiam partem per ignem, et uram eos sicut uritur argentum, et probabo eos sicut probatur aurum. Ipse vocabit nomen meum, et ego exaudiam eum. Dicam : : Populus meus es; et ipse dicet: Dominus Deus meus.- Zachar. xiii, 8, 9.

+ Et convertam manum meam ad te, et excoquam ad purum scoriam tuam, et auferam omne stannum tuum. — Isai. i, 25.

↑ Multiplicabitur quæ derelicta fuerat in medio terræ. Et adhuc in ea decimatio, et convertetur, et erit in ostensionem sicut terebinthus, et sicut quæreus, quæ extendit ramos suos: semen sanctum erit id, quod steterit in ea. — Isai. vi, 12, 13.

ron en los principios de la Iglesia. Mas esta persecucion (en caso que suceda) apenas podrá ser como una pintura, ó como una sombra, respecto de la que moverá el dragon por otra via mas corta, y con armas sin comparacion mayores, que ya en aquellos tiempos tendrá á su libre disposicion. Quiero decir, por medio de aquellas siete bestias y diez cuernos, de que tanto hablamos en el fenómeno iii. Estas siete bestias, esparcidas por todo el mundo, estarán entonces, no solamente en amistad y buena armonía, sino en vísperas de firmar el tratado de union ó liga formal, contra el Señor y contra su Cristo. Esta es la otra señal que aparece en el cielo al mismo tiempo.

ARTÍCULO II.

VERSICULOS 3 Y 4.

Y fué vista otra señal en el cielo: y hé aquí un grande dragon bermejo, que tenia siete cabezas, y diez cuernos: y en sus cabezas siete diademas: Y la cola de él arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las hizo caer sobre la tierra: y el dragon se paró delante de la muger, que estaba de parto: á fin de tragarse al hijo, luego que ella le hubiese parido*.

39. Represéntase aquí la antigua serpiente, que se llama diablo y Satanás, llena de veementísimas sospechas, y por consiguiente de temores y sobresaltos, por la gran novedad de aquella muger, á quien hasta entónces habia mirado, como la mira todo el mundo, con un soberano desprecio. Lo que le da mayor cuidado, no es el sol, ni la luna, ni las estrellas; sino la circunstancia terrible de verla preñada, sin haber podido impedir este mal, y tal vez sin haberlo sa

* Et visum est aliud signum in cœlo: et ecce draco magnus rufus, habens capita septem, et cornua decem : et in capitibus ejus diademata septem: Et cauda ejus trahebat tertiam partem stellarum cœli, et misit eas in terram : et draco stetit ante mulierem, quæ erat paritura: ut cùm peperisset, filium ejus devoraret. — Apoc. xii, 3, 4.

bido, y sin poder aora impedir el parto que ya va á suceder, Para remediar del modo posible un mal tan grave, y de tan pésimas consecuencias, ¿qué otro partido puede tomar, ni mas pronto, ni mas eficaz, que declararse con sus amigos, é implorar su socorro? Con aquellos, digo, á quienes tiene tan obligados con toda suerte de lisonjas, halagos y servicios. A estos, pues, recurre al punto, sin perder instante: todos los pone en movimiento, y aun se viste de ellos mismos, para agitarlos y animarlos mas contra aquella muger terrible y admirable, capaz de arruinarle todos sus proyectos. Esta es la razon por qué se deja ver en figura de un monstruoso dragon, de color rojo ó lleno de fuego, de íra y furor, y con siete cabezas y diez cuernos, cuya cifra no necesita de nueva esplicacion, quedando bastantemente esplicada en el fenómeno iii.

40. Como si estos egércitos fuesen todavia insuficientes para pelear contra una muger, no dándose el dragon por seguro, por la grandeza de sus temores, bien fundados á la verdad; llama tambien en su socorro otra especie de soldados, mucho mas peligrosos que todos los egércitos del mundo. Trae con su cola (símbolo propio de la lisonja, del halago, de la seduccion; pues como se lee en Isaías: el profeta que enseña mentira, ese es la cola*): trae, digo, con la cola, nada menos que la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arroja á la tierra, para que le sirvan á él, en lugar de lucir en el cielo, como era su destino y obligacion. Por estas estrellas metafóricas arrancadas del cielo con la cola del dragon, yo no entiendo otra cosa, sino lo que hallo en algunos autores graves, que citan y siguen en esto á S. Jerónimo, y á Teodoreto. Y la cola de él (dice este último) arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo... esto es, de aquellos varones príncipes de la Iglesia, no solamente políticos, sino tambien doctores eclesiásticos y religiosos, que á manera de estrellas brillan y se aventajan en el orbe á los demas: lo cual no deja de * Propheta docens mendacium, ipse est cauda. — Isai. ix, 15. + Cauda ejus trahebat tertiam partem stellarum cœli:... Id est,

concordar con lo que dijimos en otra parte, hablando de la bestia de dos cuernos (fenómeno iii, párrafo ix). Es verdad que así la caída de estas estrellas, como todos los otros misterios que contiene esta profecía, la ponen estos doctores en los tiempos mismos del Anticristo; pues dicen, que el príncipe S. Miguel bajará del cielo, y peleará con el dragon, para defender á la Iglesia de la persecucion del Anticristo; y en otra parte sobre el cap. xii del mismo Apocalipsis, dicen, que bajará á matar al Anticristo, y destruir su imperio universal: mas si se quiere atender al testo sagrado, y á todo su contesto, como debe atenderse, parece claro que en los tiempos de que se habla en todo este capítulo xii, el Anticristo todavia no ha venido al mundo, ó no se ha revelado públicamente, aunque se espera por momentos. Es necesario que la muger de primero á luz lo que tiene dentro de sí, y despues huya á la soledad, y se ponga en salvo, porque así conviene para los designios de Dios, como verémos despues.

41. Armado, pues, el dragon con todas las armas, esto es, con los Judios no sellados, con la potencia terrible de las siete bestias; aunque todavia no unidas perfectamente en un solo cuerpo, y armado tambien con tantas estrellas que con su cola ha traido del cielo, y arrojado á la tierra, se presentará delante de la muger que está para parir*, ό para impedir el parto, si esto fuese posible, ó á lo menos para devorarlo luego que sucedat: es decir, para hacerlo inútil é infructuoso: para impedir que tenga aquellas terribles consecuencias que con tanta razon sospecha y teme: para hacer que sea desde el vientre trasladado al sepulcro: para dejar, en fin, á la triste muger en mayor soledad y de

virorum illorum Principum Ecclesiæ, non modo politicorum, sed et ecclesiasticorum Doctorum, et religiosorum, qui instar stellarum in orbe aliis prælucent, et præcellunt. ·Div. Hyeron. in c. xii, v. 4, Арос.

* Et draco stetit ante mulierem, quæ erat paritura.— Apoc. xii, 4. + Ut cùm peperisset, filium ejus devoraret. Id. ib.

Utero translatus ad tumulum. —Job. x, 19.

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