Oldalképek
PDF
ePub

de la Iglesia presente, llamados de Dios para aquel ministerio, no miraron otra cosa que su mayor servicio y utilidad. Se ve frecuentemente que casi siempre en todos sus escritos, trayendo á consideracion varios lugares de la Escritura santa (ya de profecía, ya tambien de historia) y hablando sobre ellos, prescinden absolutamente del verdadero historial y literal sentido de aquellos lugares de la Escritura sobre que hablan, declinando luego á sentidos morales y puramente místicos, para buscar en ellos alguna mayor utilidad y edificacion de los fieles. Así les decia á estos San Agustin; Porque si solo querémos entender esto literalmente, muy poco ó ningun fruto sacarémos de las lecciones divinas*.

324. Siendo esto así, ¿cómo era posible que los celosos y prudentísimos padres hablasen una sola palabra en favor de la primera esposa de Dios? ¿Como era posible que se divirtiesen á otras cosas, que podian ser en aquellos tiempos perjudiciales? ¿Como era posible que se atreviesen á anunciar prosperidades á la primera esposa en presencia de la que ocupaba su puesto? ¿Como era posible que no temiesen afligirla, desconsolarla, desanimarla y aun resfriarla en la caridad? ¿Como era posible por consiguiente que no procurasen interpretar ó acomodar las Escrituras todo á su favor, á su edificacion, á su utilidad? Lo contrario hubiera sido, atendidas las circunstancias, una suma imprudencia. Por qué? Porque en las circunstancias en que se hallaban los antiguos doctores, no habia razon alguna para esperar de esto alguna utilidad: hubieran hecho mas daño que provecho. En aquellos primeros tiempos estaba la esposa en su juventud, y como joven en sus primeros amores y fervores. Así, era necesario confirmarla en ellos, no amedrentarla con amenazas importunas: era necesario animarla mas y mas, no desanimarla: nutrirla con alimentos de vida, proporcionados á su edad y á su complexion

* Si enim hoc tantùm volumus intelligere, quod sonat in littera, aut parvam, aut propè nullam ædificationem in divinis lectionibus capiemus.- Div. Aug. serm. ci, de temp.

delicada, no con alimentos dificiles de digerir, aun á las personas muy robustas. Era necesario alegrarla en el Senior, y dilatarle el corazon para que creciese cada dia mas en número y fervor, no desconsolarla y desanimarla con anuncios tristes y amargos, que por entonces no podian tener, sino pésimas consecuencias.

325. Así lo pensaron sin duda, y así lo practicaron los santos y prudentes doctores. Tan lejos estuvieron de hablar una palabra favorable á la antigua esposa de Dios, que antes por el contrario, se nota facilísimamente en todos sus escritos, que siempre que se ofrece alguna ocasion (y no pocas veces sin ocasion alguna) hablan mal de ella, y dicen sin faltar á la verdad todo el mal posible: ya ponderando sus antiguos delitos, sus infidelidades, sus adulterios: ya trayendo á consideracion el mal recibimiento que hizo á su Mesías, y la bárbara crueldad con que lo trató: ya reprendiendo su ingratitud, su dureza, su obstinacion presente, &c. Y todo esto ¿para qué? Para que sirva de leccion, de escarmiento y de edificacion de la esposa actual, y esta se anime y enfervorice mas en egercicio de todas las virtudes contrarias, correspondiendo fidelísimamente á su vocacion. Por esta razon no se esplicaron los prudentísimos padres, ni aun siquiera tocaron muchos puntos verdaderamente delicados y críticos, temiendo las consecuencias legítimas y justas que naturalmente debian inferirse, las cuales por entonces parecian mas propias para la destruccion, que para la edificacion. Por esta razon hablaron tan poco, y esto en términos muy generales, de la segunda venida del Señor, sin descender á tantas otras cosas particulares, que sobre esto hay en las Escrituras. Por esta razon jamás se esplicaron clara y distintamente sobre el juicio de viPor esta razon, el Anticristo con que estamos amenazados para los últimos tiempos, les pareció que no podia salir de las gentes sin gran deshonor de éstas, y desconsuelo de los fieles; por tanto debia salir de los Judios, debia ser creido y recibido de estos: debia ser un monarca uniTOMO II.

VOS.

versal, que con todo su poder hiciese la mas sangrienta guerra á la Iglesia, ó á la nueva dilecta. Por esta razon el cuarto reino de la gran estátua fué el romano, y la piedra ya bajó del monte al vientre de la Virgen, y entonces destruyó la estátua, destruyendo ó empezando á destruir el imperio del diablo, y formando otro nuevo imperio: esto es, la Iglesia presente ó la nueva esposa. Por esta razon en suma, hasta aora no sabemos bien qué es lo que pedimos al Señor por aquellas palabras: Venga el tu reino, (Véase la anotacion siguiente.)

326. Debo aora satisfacer en breve á esta réplica, ó admonicion que se me puede hacer, pues ya se me ha hecho. Aunque estas ideas, oigo decir, fuesen realmente buenas y justísimas, aunque fuesen tan conformes á las Escrituras, como ciertamente lo parecen, debia yo no obstante, y todo fiel cristiano, observar el mismo silencio, y proceder con la misma prudencia y circunspeccion con que en estos asuntos han procedido los doctores, no negando espresa y formal. mente lo que está declarado en la Escritura de verdad, lo cual es cierto que no es permitido; mas interpretándolo de algun modo no imposible ni dificil á favor de la nueva dilecta, pues al fin es nuestra señora, nuestra reina, nuestra madre, á quien tenemos tantas y tan grandes obligaciones: la antigua esposa de Dios infiel y adúltera, y por esto tan justamente desamparada y aborrecida, debe contentarse con que sus reliquias sean recogidas ácia el fin de los siglos, y agregadas misericordiosamente á la iglesia de las gentes. Tanto mas dicen que deberia yo proceder en este modo cortés y prudente, cuanto debo mirarme como un triste Judio que no tengo otra esperanza, ni puedo tenerla de salud, sino en cuanto he sido llamado y agregado á la nueva plebe, ó nuevo pueblo de Dios, &c.

6

327. Dos descargos tengo que dar á esta admonicion, los cuales se deben mirar como dos disparidades, ó como dos razones que tengo propias y peculiares, que no tuvieron otros escritores. Por estas dos razones (no divididas sino

juntas y unidas entre sí) creo que no debo guardar el silencio que ellos guardaron, ni proceder con la misma circunspeccion y prudencia con que ellos procedieron.

PRIMERA RAZON.

328. Yo soy un cristiano y un católico, por la gracia y misericordia de Dios; mas no por eso dejo de ser Judio: así, aunque pertenezco inmediatamente á la esposa actual, y la reconozco y venero por mi señora y madre, no por esto dejo de pertenecer de algun modo propio y natural á la esposa antigua de Dios, madre comun de todos los creyentes; no por eso puedo olvidarla, ni dejar de amarla con ternura (sin temer que por esto me llamen judaizante); no por esto puedo negar sin impiedad á esta madre mia, aunque por la presente tan deshonrada y envilecida. En esta consideracion, ¡ qué mucho que no guarde aquel silencio, que por justísimas causas han guardado otros escritores! ¡Qué mucho que mire por el consuelo, y por el verdadero bien de esta madre infeliz, actualmente combatida de tempestad, sin ningun consuelo! ¡Qué mucho que pretenda hacer valer á su favor tantas escrituras auténticas y claras, qué suelen ser ordinariamente todo el caudal de las viudas! Fuera de esto, no dejo de temer ser comprendido en aquella queja amarguísima del Mesías, el cual, en el capítulo li de Isaías, mirando á esta paupercula en el estado de viudez, de soledad y desamparo en que aora se halla, abatida y casi confundida con el polvo, le da la mano, lleno de compasion y de ternura, diciéndole: Alzate, álzate, levántate, Jerusalén, que bebiste de la mano del Señor el cáliz de su ira: hasta el fondo del cáliz dormidero bebiste, y bebiste hasta las hecest. Luego como mirando á todas partes, y como estrañando la indiferencia y frialdad de

[ocr errors]

Isui. liv,

11.

* Tempestate convulsa, absque ulla consolatione. † Elevare, elevare, consurge Jerusalem, quæ bibisti de manu Domini calicem iræ ejus: usque ad fundum calicis soporis bibisti, et potasti usque ad fæces. Isai. li, 17.

tantos hijos, respecto de su propia madre, se lamenta de ellos, y los culpa y reprende, diciendo: No hay quien la sostenga á ella (ó no tiene quien la guie) de todos los hijos que engendró; y no hay quien la tome por la mano de todos los hijos, que crió*.

SEGUNDA RAZON.

329. La segunda razon de disparidad, mucho mas inmediata ó mas sensible, es el tiempo mismo en que nos hallámos, infinitamente diverso del tiempo de los antiguos padres, y á proporcion del de los otros escritores eclesiásticos. En cuya consideracion discurro así. Yo aunque Judio del linage de Abrahán, soy por la bondad de Dios un Cristiano, un católico, un hijo, un súbdito de la esposa de Dios, que actualmente reina; luego debo servirla con todas mis fuerzas y talentos: no puramente con cortesías y palabras estériles, sino mucho mas con servicios reales y oportunos, segun los tiempos y circunstancias; luego segun estos tiempos y circunstancias debo no lisonjearla vanamente, sino decirla con toda reverencia la verdad pura; luego debo atender en mis obsequios y servicios, no ya á lo que en otros tiempos y circunstancias le pudo haber sido conveniente y útil: v. g. en los tiempos de su juventud y primeros amores, sino á lo que entiendo le es útil, conveniente y aun necesario en el estado presente. Esta es una regla de verdadera prudencia que dicta la recta razon, y que el Espíritu Santo no dejó de enseñarnos en particular: Todas las cosas tienen su tiempo, y por sus espacios pasar todas ellas debajo del cielo. Hay tiempo de nacer, y tiempo de morir ....Tiempo de matar, y tiempo de sanar. Tiempo de derribar, y tiempo de edificar... Tiempo de callar, y tiempo de hablar†.

* Non est qui sustentet eam (seu non est ductor ei) ex omnibus filiis, quos genuit: et non est qui apprehendat manum ejus ex omnibus filiis, quos enutrivit. Isa. li, 18.

↑ Omnia tempus habent, et suis spatiis transeunt universa sub cœ

« ElőzőTovább »