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que se ponga por medio, tampoco hay dificultad alguna en tomar en su propio y natural sentido todas aquellas Escrituras que hablan de ellos, ó en historia, ó en profecía. Mas el tercer estado no es así. Este no puede gozar del mismo privilegio, ó del mismo derecho. Las Escrituras que hablan de él, aunque sean igualmente mas claras y espresivas que las que hablan del primero y segundo estado, no por eso se deben ni pueden entender del mismo modo, y en el mismo sentido propio y natural. ¿Por qué razon? Porque se oponen, porque repugnan, porque perjudican, porque destruyen, porque aniquilan el vulgar sistema. En suma, la razon verdadera no se produce, porque no es necesario : son cosas estas que se deben suponer, y no probar. La observacion, pues, exacta y fiel de este tercer estado de los judios en los cuatro aspectos arriba dichos, en que los considera la divina Escritura, es lo que aora llama toda nuestra atencion. El punto es ciertamente gravísimo, y puede ser de suma utilidad, no menos para los pobres é infelices judios, que para el verdadero y sólido bien de muchos cristianos que quisieren entrar dentro de sí, y dar lugar á sérias reflexiones.

8. No estraneis, señor, si en este punto, como en causa tan propia, me esplico con alguna mas libertad; ni os admireis, si acaso me propaso en alguna palabra menos civil: mirad por aora, no tanto á los accidentes, cuanto á la sustancia, que es lo que pricipalmente debe mirar un hombre racional. Soy cristiano, es verdad, y reconozco con el mayor agradecimiento de que soy capaz, este sumo beneficio que he recibido de la bondad de Dios; mas no por eso dejo de ser judio, ni me avergüenzo de serlo. Como cristiano soy deudor á los cristianos de cualquiera tribu, ó pueblo, ó gente, ó nacion que estos sean: mas como cristiano judio, soy tambien deudor con particular obligacion á aquellos infelices hombres, que son mis deudos segun la carne, que son los israelitas, de los cuales es la adopcion de los hijos, y la gloria, y la alianza, y la legislacion, y el culto, y las promesas: cuyos padres son los

mismos, de quienes desciende tambien Cristo segun la carne*...

9. Si las cosas que voy á decir, despues de bien examinadas con toda aquella entereza, rectitud y justicia que pide un asunto tan sério, no se hallaren plenamente conformes á las santas Escrituras (regla única en cosas todavia futuras) en este caso, será justa y bien merecida la sentencia que se diere contra mí. En este caso, yo mismo, despues de convencido, pediré esta justa sentencia, y yo mismo seré el ejecutor. Así como sé y confieso con verdad, que puedo errar en mucho ó en poco, en todo ó en parte, así tambien sé, con igual ó mayor certidumbre, que estoy muy lejos de querer perseverar un momento en el error, despues de conocido: dándome testimonio mi conciencia en el Espíritu santo+...

DISCURSO PREVIO.

El estado futuro de los judios segun se halla ordinariamente en los doctores cristianos.

10. En este punto particular de que hablan tanto las Escrituras, parece que ha sucedido á varios doctores cristianos, lo mismo que sucedió antiguamente á nuestros rabinos, ó doctores hebreos. Quiero decir: que hablan de la vocacion futura de los judios, con la misma frialdad é indiferencia con que estos hablan de la vocacion de las gentes, no obstante que se quejan de ellos, y los reprenden con razon de esta falta tan considerable.

11. Los doctores hebreos en la leccion de sus escritu

* Qui sunt cognati mei secundùm carnem : Qui sunt Israëlitæ, quorum adoptio est filiorum, et gloria, et testamentum, et legislatio, et obsequium, et promissa: Quorum patres, et ex quibus est Christus, secundùm carnem, &c. - Ad Rom. ix, 3, 4, 5.

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+ Testimonium mihî perhibente conscientiâ meâ in Spiritu sancto. Ad Rom. ix, 1.

ras debian encontrar no pocas veces (y no despreciar ni disimular), lo que en ellas se dice y anuncia en contra del mismo pueblo hebreo, y en favor de las gentes. Debian encontrar y no disimular el rigor y severidad estrema con que estaba amenazado el mismo pueblo de Dios, el mismo pueblo santo. Debian contrar y reparar en ello con un santo y religioso temor, que este mismo pueblo santo, no obstante que vivia y se sustentaba con la fe y esperanza del Mesías, habia de ser cuando este viniese al mundo, su mayor y mas cruel enemigo: que lo habia de reprobar, que lo habia de perseguir, y lo habia de hacer morir en la ignominia y tormento de la cruz. Debian en

contrar y reparar en ello con temor y temblor, que por este sumo delito, el pueblo único de Dios habia de dejar de serlo habia de ser esparcido ácia todos los vientos, para que fuese en todas partes el desprecio, el ódio y la fábula de todas las naciones: entrando en su lugar otro pueblo de Dios, llamado y recojido de entre las mismas naciones que se pensaban reprobadas. Debian en suma, encontrar y no disimular, que la verdadera esposa de Dios habia de ser arrojada de casa del esposo, con suma ignominia y con suma razon, llevando consigo no otra cosa que el peso enorme de sus iniquidades: entrando en su lugar otra nueva que se habia de llevar todas las atenciones, y todos los cariños del esposo.

12. Estas cosas y otras semejantes, era necessario é inevitable que encontrasen nuestros doctores en la leccion de sus Escrituras, especialmente en los Profetas y en los Salmos ; mas todas estas cosas que encontraban, eran para ellos, y lo son hasta aora, como las palabras de un libro sellado*; como lo que está escrito dentro de un libro (prosigue el Profeta) puesto en manos de quien sabe leer: se le dirá: Lee aquí; y responderá: No puedo, porque está sellado†.

* Sicut verba libri signati. — Isai. xxix, 11.

↑ Lege istum : et respondebit : Non possum, signatum est enim Isai. xxix, 11.

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Y puesto en manos de quien no sabe leer, se le dirá : Leelo; y responderá: No sé leer*.

13. No negaban absolutamente nuestros rabinos, que las gentes habian de ser tambien llamadas, y entrar en parte de la justicia, santidad y felicidad del reino del Mesías. Esto hubiera sido demasiado negar, tanto, como negar la luz del medio dia: mas esta vocacion de las gentes, segun todos ellos, debia ser sin perjuicio alguno de ellos mismos, antes con mayor honra, y ensalzamiento suyo. Esta satisfaccion de sí mismos, esta confianza desmedida, era puntualmente la que les hacia inintelijibles sus escrituras: la que les hacia increible lo mismo que leian por sus ojos, pareciéndoles que el solo dudarlo seria una impiedad, ó una especie de sacrilegio. Con todo eso, los anuncios de los Profetas de Dios, al paso que frecuentes, eran clarísimos, y por eso innegables: los anuncios, digo, tristes y amargos, de rigor, de severidad, de ira, de indignacion, de furor, de olvido, de abandono; y todo esto general á todo el pueblo de Dios, á todo el pueblo santo. ¿Qué se hace, pues, con estos anuncios? Creerlos y confesarlos, así como se hallan en los Profetas, no se puede. ¿Por qué no se puede? Porque no son á favor del pueblo santo: porque son contrarios al pueblo de Dios: porque son en perjuicio y deshonor del pueblo santo: porque Dios no puede arrojar de sí á su único pueblo, que tiene sobre la tierra, ó á su esposa verdadera y única, pues no puede quedar sin pueblo, sin esposa, sin iglesia, &c.

14. En medio de estas falsas ideas, no quedaba otro partido que tomar, sino el que se tomó, en realidad propísimo y eficacísimo, para que las profecías se verificásen a la letra sin faltarles un ápice. ¿Qué partido fué este? No fué otro que embrollar las unas y endulzar las otras ; interpretándolas todas del modo posible, siempre à favor: dar por cumplidas las unas en tiempo de Nabucodonosor,

Lege: et respondebit: Nescio litteras. Isai. xxix, 12.

las otras en tiempo de Antioco, y las que no se pudiesen en estos tiempos (como es evidente que no se pueden casi todas) contraerlas solamente á algunos culpados mas insignes de la nacion; mas no á toda la nacion en general, porque esto hubiera sido una temeridad, una impiedad, un error, una herejía. En una palabra, no hubo jamas rabino alguno, ó escriba, ó legisperito que viese, ni sun siquiera sospechase, que podian verificarse á la letra todas aquellas profecías, tan espresamente contrarias al pueblo santo, despues de haber reprobado y crucificado á su Mesías: y en consecuencia de este y de otros gravísimos delitos, habia de ser abandonado de su Dios, privado enteramente del honor de pueblo suyo, de esposa suya, de iglesia suya, &c., arrojado de la herencia de sus padres, y esparcido ácia todos los vientos para ser el desprecio, el oprobio y la fábula de todas las gentes.

15. Mucho menos les pasó por el pensamiento, que de estas gentes que tanto despreciaban se habia de sacar otro pueblo de Dios, otra esposa, otra iglesia, sin comparacion mayor, no solo en número, sino en justicia, en santidad, en dignidad, en fidelidad, infinitamente mas agradable á Dios, y mas digna del mismo Dios. Tan lejos estaban de estos pensamientos, y tan ajenos de estas ideas, que aun los primeros cristianos, que tenian las primicias del espíritu se escandalizaron y reprendieron á S. Pedro, porque habia entrado en casa del centurion Cornelio, y bautizado á toda su familia. ¿Por qué entraste á gentes que no son circuncidadas, y comiste con ellas +? ¡0 cuanto daño puede hacer el amor propio y el espíritu nacional!

16. Os considero, amigo, con gran curiosidad de ver finalmente á donde va á parar ó terminar este discurso contra mis doctores judios. Yo de buena gana lo cortára aquí, remitiéndome enteramente à vuestro juicio y dicta

* Primitias spiritûs habentes. - Ad Rom. viii, 23.

+ Quare introisti ad viros præputium habentes, et manducasti cum illis ? Act. xi, 3.

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