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daría Israél despues de la muerte del Mesías, y en consecuencia de haberlo reprobado; aunque habla clara y espresamente de la vocacion de las gentes en lugar de Israél, &c.; mas en estos y otros muchos puntos que toca es fácil observar que casi siempre se pasa insensiblemente, y da un vuelo suave ácia donde lo llama su propia vocacion, ó el espíritu que lo gobernaba, que era lo último.

*

381. Esto que decimos en general de toda la profecía de Isaías, se hace mas notable, y casi se toca con las manos, cuando habla de Babilonia al capítulo xiii. Por ejemplo: le pone por título: Carga de Babilonia, que vió Isaías y todo el capítulo (esceptuados dos ó tres versículos cuando mas) es absolutamente inacomodable á la antigua Babilonia: todo él se endereza visiblemente á lo último, como puede verlo quien tuviere ojos. Lo mismo sucede con el capítulo xiv en que sigue la misma materia. En todo él dice de Babilonia y de su rey cosas tan grandes, tan estraordinarias y tan nuevas, que es imposible acomodarlos á aquella Babilonia, y á su rey Baltasar. Los espositores mas literales, despues de haberse fatigado no poco en dicha acomodacion, lo confiesan así aunque de paso y en confuso; y muchos son de parecer, que aquí se habla del Anticristo, bajo del rey de Babilonia (y por eso tal vez lo hacen nacer de Babilonia, y empezar á reynar en ella, como dijimos en el fenómeno iii, artículo ii). La verdad es, que no se habla aquí de cosas ya pasadas, sino de cosas mucho mayores y todavia futuras. Aunque no hubiera otra contraseña que las últimas palabras con que se concluye la profecía, esto solo bastaba para comprender todo el misterio: Este es el consejo (dice el Señor), que acordé sobre toda la tierra, y esta es la mano estendida sobre todas las nacionest. Del capítulo xlvii del mismo Isaías, en que vuelve á hablar de Babilonia, decimos lo mismo y mucho

mas.

* Onus Babylonis, quod vidit Isaias.— Isai. xiii, 1.

+ Hoc consilium, quod cogitavi super omnem terram, et hæc est manus extenta super universas gentes. — Isai. xiv, 26.

382. Jeremías en sus dos capítulos 1 y li hace lo mismo que Isaías, con mas difusion y prolijidad. Esto es, pasa por encima de aquella Babilonia de Caldea, descarga sobre ella una tempestad de rayos, le hace saber las órdenes de Dios, que le pertenecen á ella inmediatamente: despues de lo cual desembarazado en breve de un interes respectivamente tan pequeño, pasa luego mas adelante hasta llegar en espíritu á otra Babilonia, dicha así por semejanza no por propiedad, de donde finalmente saca libres á todos los cautivos, así de Judea, como tambien de Israél; y no solo libres, sino justos, santos, reconciliados enteramente con su Dios, y restituidos con grandes ventajas al honor y dignidad de pueblo suyo: los planta de nuevo en la tierra prometida á sus padres, y les promete de parte de Dios que ya no volverán otra vez á ser dominados por alguna postestad de la tierra.

383. Para que esto se haga mas sensible, hagámos dos ó tres observaciones, como por muestra de las que se pudieran hacer.

PRIMERA OBSERVACION.

En el cap. 1, v. 3 dice así: Porque subió contra ella (contra Babilonia) una nacion del Norte, que pondrá su tierra en soledad; y no habrá quien la habite, desde el hombre hasta la bestia: y se movieron, y se fueron, &c.* Si el Profeta habla aquí de la antigua Babilonia Caldea, parece claro que nada de esto se verificó cuando fué contra ella la gente del Aquilón con Dario y Ciro. Esta gente, lejos de destruir á Babilonia, lejos de ponerla á ella y á toda la Caldea en desierto y soledad, no hizo en ella otra mudanza de consideracion, que poner en el trono del imperio, en lugar del hijo ó nieto de Nabucodonosór, primero á Dario Medo, y despues á Ciro Persa. Babilonia despues de esta época quedó de corte principal del mismo imperio

* Quoniam ascendit contra eam gens ab Aquilone, quæ ponet terram ejus in solitudinem: et non erit qui habitet in ea ab homine usque ad pecus: et moti sunt, et abierunt, &c.—Jerem. 1, 3.

muchos años, y se mantuvo en pie muchos mas sin novedad alguna. Alejandro Magno, que destruyó este primer imperio, doscientos años despues de Dario Medo, tampoco destruyó á Babilonia, ni puso su tierra en soledad; antes en ella vivió, y en ella acabó sus dias. En tiempo de Antioco, que empezó á reinar el año ciento y treinta y siete del imperio de los Griegos*, Babilonia era todavia ciudad considerable, donde habitaban cuando les parecia los reyes sucesores de Alejandro; pues espresamente dice la Escritura que no habiendo podido el rey Antioco despojar de sus riquezas el templo y la ciudad de Climaide en Persia: se retiró con gran pesar, y se volvió á Babilonia†.

SEGUNDA OBSERVACION.

384. El mismo Jeremías, en el mismo lugar citado, prosigue inmediatamente diciendo: En aquellos dias y en aquel tiempo, dice el Señor: vendrán los hijos de Israél, ellos, y juntamente los hijos de Judá: andando y llorando se apresurarán y buscarán al Señor su Dios. Preguntarán el camino para Sión, ácia acá sus rostros. Vendrán, y se agregarán al Señor con una eterna alianza, que ningun olvido la borrará. Si se habla aquí de la antigua Babilonia, y de los tiempos en que fué tomada por los Medos y Persas, es cierto cuanto puede caber en la certeza, que en aquellos dias, y en aquel tiempo nada de esto se verificó. Despues que los Medos y Persas se hicieron dueños de Babilonia, volvieron algunos hijos de Judá; mas no volvieron los que en toda la Escritura se llaman hijos de Israél, á contradistincion de los de Judá; no volvieron

* Anno centesimo trigesimo septimo regni Grecorum.—1 Machab. i, 10.

↑ Abiit cum tristitia magna, et reversus est in Babyloniam.— Id. ib. vi, 4.

In diebus illis, et in tempore illo, ait Dominus: venient filii Israël, ipsi et filii Juda simul: ambulantes et flentes properabunt, et Dominum Deum suum quærunt. In Sion interrogabunt viam, huc facies eorum. Venient, et appouentur ad Dominum fœdere sempiterno, quod nullâ oblivione delebitur, &c. — Jerem. 1, 4 et 5.

ellos, y juntamente los hijos de Judá. De los que volvieron con licencia de Ciro, tampoco se verificó entonces, ni se ha verificado hasta la presente lo que se sigue: vendrán, y se agregarán al Señor con una eterna alianza.

TERCERA OBSERVACION.

385. En aquellos dias, y en aquel tiempo, dice el Señor, será buscada la maldad de Israél, y no existirá; y el pecado de Judá, y no será hallado. En aquellos dias, y tiempos de Dario y Ciro, ni en todos los que han pasado hasta la presente, ¿como podrémos verificar estas palabras? Volved los ojos á todos los tiempos pasados hasta tocar con Ciro y Dario, buscando en todos estos tiempos la iniquidad en Israél, y la hallareis: buscad el pecado de Judá, y tambien lo hallareis: ni será necesaria mucha diligencia, ni mucho estudio para hallar lo que ha estado y está patente á los ojos de todos: Duros de cerviz, é incircuncisos de corazones y de orejas, vosotros resistis siempre al Espíritu Santo, como vuestros padres, así tambien vosotros*: se les dijo con gran verdad mas de quinientos años despues de Ciro. Con la misma verdad les dijo el Mesías mismo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, diciendo: Este pueblo con los lábios me honra: mas el corazon de ellos lejos está de mit: y en otra parte: Así tambien vosotros, de fuera os mostrais en verdad justos á los hombres: mas de dentro estais llenos de hipocresía, y de iniquidad‡.

386. Podrá decirse lo que sobre este testo de Jeremías dicen comunmente los intérpretes: es á saber, que el Profeta con estas palabras, maldad de Israél... pecado de Judá, solo habla de la idolatría; la cual, dicen, cesó entera* Durâ cervice, et incircumcisis cordibus et auribus, vos semper Spiritui Sancto resistitis, sicut patres vestri, ita et vos. - Act. vii, 51. + Hypocritæ, bene prophetavit de vobis Isaïas, dicens: Populus hic labiis me honorat: cor autem eorum longe est à me.— Mat. xv, 7 et 8.

Sic et vos à foris quidem paretis hominibus justi: intus autem pleni estis hypocrisi, et iniquitate. Mat. xxiii, 28.

mente despues de la vuelta de Babilonia. ¿Quién creyera que en una cosa tan clara no habia de faltar algun efugio? Mas este efugio, si se mira de cerca, se halla muy semejante á una perspectiva. La apariencia se desvanece al punto, si se da algun lugar á la reflexion. Primeramente. ¿Con qué fundamento se asegura en tono decisivo que la iniquidad y pecado de que habla este Profeta es solamente la idolatría? Cierto que con ninguno. Estas palabras, iniquidad y pecado, no solamente en la Escritura divina, sino en todas las naciones y en todas las lenguas, son y han sido siempre unas palabras universales que comprenden todo mal moral, ya respecto de Dios, ya respecto del prójimo: ¿por qué, pues, se contraen aquí á sola la idolatría? La idolatría es cierto que es iniquidad y pecado gravísimo ; ¿mas todo pecado y toda iniquidad deberá reputarse por idolatría? Lo segundo: espresamente habla el Profeta de Israél y de Judá, como que vuelven juntos á la tierra de sus padres, sin llevar consigo el pecado y la iniquidad que antes los oprimia: y es cierto y claro, que aunque volvió Judá en aquel tiempo sin idolatría, mas Israél no volvió sin idolatría, ni con ella, porque no volvió. Lo tercero; aun hablando solamente de los que volvieron, estos no estuvieron tan libres de idolatría, que no fueran idólatras casi todos en tiempo de Antioco; y Judas Macabéo que los persiguió con tanto celo y fervor, no tuvo gran necesidad de encender lámparas y antorchas para encontrarlos; por todas partes se le presentaban. ¿Y qué dirémos del resto de los hijos de Judá? Que no volvieron, sino que quedaron en Babilonia y en toda la Caldea. ¿Qué dirémos de los hijos de Israél, ó de las diez tribus? Que tampoco volvieron, sino que quedaron dispersos en la Média y en otras provincias del imperio. ¿Sería necesario encender muchas lámparas y linternas, para hallar su iniquidad y su pecado?

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387. Siguese de aquí (y de otras mil observaciones que podrian hacerse sobre estas profecías) síguese (digo) que ó las profecías se han falsificado, ó no tienen por objeto pri

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