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algunos de sus instrumentos que tiene auténticos, en que se fundan sus derechos ó sus esperanzas.

PRIMER INSTRUMENTO.

PARRAFO I.

39. Desde el primer Profeta se empieza ya á divisar este gran misterio. Habiendo anunciado Moysés, en palabra del Señor, á todo Israél los diversos castigos con que Dios los amenazaba, si no eran fieles á sus leyes: habiéndoles profetizado los diferentes estados de calamidad y miseria estrema en que habian de caer por su iniquidad : habiéndoles dicho con la mayor claridad é individualidad el estado mismo en que se ven hoy dia, y en que los ha visto todo el mundo, despues de la muerte de su Mesías: esto es, desterrados de su pátria, dispersos entre todas las naciones, despreciados, aborrecidos, perseguidos, mirados como la hez de la plebe, y como la risa y fábula de todas las gentes, &c.; despues de todo esto, llegando al capítulo XXX del Deuteronomio, les dice así.

tí,

Cuando vinieren, pues, sobre tí todas estas cosas, la bendicion ó la maldicion, que he puesto delante de tí, y te arrepintieres en tu corazon en medio de todas las gentes, por las cuales te habrá esparcido el Señor Dios tuyo, y te convirtieres á él y obedecieres á sus mandamientos con tus hijos, de todo tu corazon, y de toda tu ánima, como yo hoy te lo intimo: El Señor Dios tuyo te hará volver de tu cautiverio, y tendrá misericordia de ti, y te congregará de nuevo de todos los pueblos á los que te habia esparcido antes. Aun cuando hubieres sido arrojado hasta los polos de cielo, de allí te sacará el Señor Dios tuyo, y te tomará, é introducirá en la Tierra, que poseyeron tus padres, y la disfrutarás: y dándote su bendicion, te hará que seas en mayor número que fueron tus padres. El Señor Dios tuyo, circuncidará tu corazon, y el corazon de tus descendientes: para que ames al Señor Dios tuyo de todo tu corazon, y de toda tu alma,

para que puedas vivir. Y convertirá todas estas maldiciones contra tus enemigos, y contra aquellos que te aborrecen y persiguen. Mas tú te convertirás, y oirás la voz del Señor Dios tuyo *.

40. Esta promesa si es de Dios, ó se ha cumplido ya plenamente, ó si no se ha cumplido, es necesario que se cumpla algun dia, porque Dios no puede faltar á su palabra: no es Dios como el hombre, para que mienta : ni como el hijo del hombre, para que se mude. ¿ Dijo, pues, y no lo hara? ¿habló, y no lo cumplirát? Que no se haya cumplido hasta aora, parecerá evidente á cualquiera que teniendo presente todo el testo sagrado diere una ojeada breve á toda la Escritura, y á toda la historia. Podrá decirse, y en realidad se dice ó se insinua, que todo esto se cumplió ya en tiempo de Ciro, cuando volvieron de Babilonia algunos pocos con Zorobabél: ni hay otra cautividad, ni otra vuelta á que recurrir. Aora, es evidente por el mismo testo y por toda la Escritura, que entonces no se cumplió la promesa de Dios. Vedlo claro.

41. Primero esta promesa no habla ciertamente con

Cùm ergo venerint super te omnes sermones isti, benedictio, sive maledictio, quam proposui in conspectu tuo: et ductus pœnitudine cordis tui in universis gentibus, in quas disperserit te Dominus Deus tuus, et reversus fueris ad eum, et obedieris ejus imperiis, sicut ego hodie præcipio tibi, cum filiis tuis, in toto corde tuo, et in tota anima tua: reducet Dominus Deus tuus captivitatem tuam, ac miserebitur tui, et rursum congregabit te de cunctis populis, in quos te ante dispersit. Si ad cardines cœli fueris dissipatus, inde te retrahet Dominus Deus tuus, et assumet, atque introducet in Terram, quam possederunt patres tui, et obtinebis eam : et benedicens tibi, majoris numeri te esse faciet quàm fuerunt patres tui. Circumcidet Dominus Deus tuus cor tuum, et cor seminis tui: ut diligas Dominum Deum tuum in toto corde tuo, et in tota anima tua, ut possis vivere. Omnes autem maledictiones has convertet super inimicos tuos, et eos qui oderunt te, et persequuntur. Tu autem revertèris, et audies vocem Domini Dei tui: &c.-Deuter. xxx, ab 1 usque ad 8. + Non est Deus quasi homo, ut mentiatur: nec ut filius hominis, ut mutetur. Dixit ergo, et non faciet? Locutus est, et non implebit? - Núm. xxiii, 19.

una sola tribu, ni con dos ó tres, sino con todo Israél en general, y con todas sus tribus; así como la amenaza de dispersion y cautiverio con todos habla, y con todos se ha cumplido y se está cumpliendo. Los que volvieron de Babilonia, como se dice individualmente en el libro primero de Esdras, solo eran de la tribu de Judá y Benjamin, con algunos pocos de Leví; luego por este solo capítulo, aunque no hubiese otros, la promesa de Dios no se cumplió en aquel tiempo; por consiguiente no era este el suceso de que habla. Segundo y principal: Dios promete en términos formales, que, cuando los recoja con su brazo omnipotente de todos los pueblos y naciones, adonde él mismo los habia esparcido por sus delitos, les circuncidará el corazon, en primer lugar, para que de esta suerte amen á su Dios con todo su corazon y con toda su alma, y puedan vivir en adelante una vida sobrenatural y divina: El Señor Dios tuyo circuncidará tu corazon, y el corazon de tus descendientes: para que ames al Señor Dios tuyo de todo tu corazon, y de toda tu alma, para que puedas vivir. Conque promete el Señor una circuncision de corazon, general á todo Israél, cuando lo recoja de entre las naciones, y lo introduzca de nuevo en la tierra de sus padres y esta circuncision de corazon ¿cuando ha sucedido? Acaso en la vuelta de Babilonia? Leed los dos libros de Esdras y Nehemías, y hallaréis todo lo contrario. Leed despues para aseguraros mas el capítulo vii de los Hechos de los Apóstoles, y hallareis al v. 51 que S. Estevan lleno del Espíritu Santo los reprende en público concilio, y les da en cara con la incircuncision del corazon, así de ellos, como de sus padres. Duros de cerviz (les dice), incircuncisos de corazones, y de orejas, vosotros resistis siempre al Espíritu Santo: como vuestros padres, así tambien vosotros*. Conque hasta la muerte de S. Estevan no habia sucedido en Israél tal circuncision de corazon. Y despues acá ¿ de donde la podrémos sacar?

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Durâ cervice, et incircumcisis cordibus et auribus, vos semper Spiritui Sancto resistitis: sicut patres vestri, ita et vos.—Act. vii, 51.

42. Síguese de aquí, que la promesa de que vamos hablando, es de Dios mismo, como no se duda: si hasta aora no ha tenido su cumplimiento, como tampoco se puede dudar, deberémos confesar de buena fe, que alguna vez lo ha de tener. Deberémos, digo, confesar, que los míseros judios dispersos tantos siglos ha entre las naciones, han de ser algun dia llamados, recogidos y congregados por el brazo omnipotente de Dios vivo, estén donde estuvieren, y quisieren ó no las potestades de la tierra: Aun cuando hubieres sido arrojado hasta los polos del cielo, de allí te sacará el Señor Dios tuyo, y han de ser del mismo modo introducidos y plantados de nuevo establemente en aquella misma tierra que fué la herencia y la posesion de sus padres y te tomará é introducirá en la tierra, que poseyeron tus padres, y la disfrutarás. Parece que esto es claro, y lo fuera sin duda en cualquiera otro asunto de menos interés; mas en el asunto presente no lo es tanto que no se pueda fácilmente oscurecer con alguna brillante solucion.

43. Puede pues oponerse, lo que oponen modernamente algunos sábios, como una solucion sin réplica, no solo al lugar del Deuteronomio, que actualmente consideramos, sino generalmente á todas las profecías favorables á los judios, que hasta aora no se han verificado en ellos. Confiesan estos sábios, que muchas, ó las mas de las profecías que tienen promesas de Dios á favor de la casa de Jacob, no se verificaron ni pudieron haberse verificado en la vuelta de Babilonia. Esta misma confesion la hacen todos los intérpretes de la Escritura, á lo menos tácitamente; pues, no obstante los grandes esfuerzos que procuran hacer, para acomodar estas profecías á la vuelta de Babilonia, casi siempre se ven precisados, aun los mas literales, á recurrir por último refugio á la pura alegoría. Confiesan mas (y esto prudentísimamente con todos los doctores eclesiásticos mas sábios y mas sensatos de nuestro siglo) que el sentido puramente alegórico y espiritual realmente no satisface á quien desea la verdad, y solo en ella puede

descansar. Esta segunda confesion es ciertamente digna de estimacion; mas por esto mismo se hace mas estraña en estos sábios, que en lugar de ver la verdad que por sí misma se manifiesta, en lugar de confesarla y descansar en ella, en lugar de dar á Dios la gloria y honra que le es tan debida, creyendo y esperando que hará infaliblemente lo que tiene prometido, abran otro camino tal vez mas dificil, mas incómodo, mas incapaz de contentar á quien desea la verdad, que el camino ordinario de la pura alegoría. ¿Qué camino es este? Es el decir en general, y sin esplicarse mucho, que las promesas de Dios hechas á los Judios por la boca de los Profetas, especialmente aquellas grandes y estraordinarias que hasta aora no se han verificado, no fueron absolutas, sino condicionadas: por tanto, el no haberse verificado, ha sido culpa de los Judios mismos, por no haber verificado la condicion.

44. Preguntadles aora, aunque os tengan por importuno, ¿cual fué la condicion? y vereis las consecuencias que de aquí se siguen. Segun insinúan, la condicion fué, si eran fieles á Dios y observaban sus santas leyes: si recibian á su Mesías con honor: si lo oían, si lo obedecian, &c. ¡O que descubrimiento tan importante! No se puede negar que en este caso no se hubieran visto los Judios, ni se vieran en el estado de miseria estrema en que se han visto, y se ven aún! Ojalá hubieras atendido á mis mandamientos: les dice el Señor por Isaias: tu paz hubiera sido como un rio, y tu justicia como remolinos del mar. Y hubiera sido tu posteridad como la arena, y los hijos de tu seno como sus pedrezuelas: no hubiera perecido, ni fuera borrado su nombre de mi presencia*. Mas: en este caso no hubiera sido necesario ingerir en buen olivo, ramas de oleastro silvestre en lugar de las ramas naturales de olivo, que se secaron por su iniquidad, y fueron cor

Utinam attendisses mandata mea: facta fuisset sicut flumen pax tua, et justitia tua sicut gurgites maris. Et fuisset quasi arena semen tuum, et stirps uteri tui ut lapilli ejus: non interisset et non fuisset, attritum nomen ejus à facie mea. - Isai. xlviii, 18, 19.

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