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testo ya citado del Apostol, como de que aquí pedimos que venga á nosotros, no nuestro reino, sino el de Dios. Esto no significa, pues, que Dios reine en nuestros corazones, ό que nosotros reinemos con los bienaventurados (que es nuestra principal peticion); sino que Dios reine absolutamente y libre de contrarios: por eso decimos, venga el tu reino*: como hijos que al rey nuestro padre le deseamos el reino pacífico y la victoria de sus enemigos, no para nuestro reino, sino para el suyo. Deseamos, pues, que venga, como desean que venga Jesucristo los le amant. Esto es lo que yo digo, ni mas ni menos.;

que

* Adveniat regnum tuum.- Luc. xi, 2.

↑ Verus sensus mihi videtur esse quem Theofilatus, et Rupertus indicarunt, ut regnum Dei, vocetur illud, quo Deus, positis omnibus inimicis suis in scabellum pedum suorum, ubique regnaturus est, ut loquitur Divus Paulus: erit omnia in omnibus. Nam et si nunc etiam ubique regnat, tamen quia non pacificè, et sine hoste, ac bello regnat, et quia multi illi quasi rebelles resistunt, regnare non dicitur. Tunc autem subjugatis hostibus, et amicis liberatis, inimicis damnatis, plenè regnare dicetur. Hunc esse sensum ex illo loco Pauli, quem notavimus, non obscure colligitur, tunc etiam et hoc ipso, manifestum est enim, nos hic, non nostrum, sed regnum Dei postulare. Non est ergo sensus, ut Deus regnet in cordibus nostris, aut nos cum beatis regnemus: hoc enim ad nos maximè pertinet; sed ut Deus absolutè et sine adversariis regnit: sic enim dicimus: Adveniat regnum tuum: quemadmodum si filii patri regi pacificum regnum, et victoriam contra hostes precaremur; non ut nos, sed ut ille regnet. Advenire autem optamus, sicut illi, qui diligunt adventum Christi.

FENOMENO VII.

BABILONIA Y SUS CAUTIVOS.

PARRAFO I.

339. Cualquiera que lea con atencion los Profetas, reparará fácilmente dos cosas principales. Primera: grandes y terribles amenazas contra Babilonia. Segunda: grandes y magníficas promesas en favor de los cautivos, no solamente de la casa de Judá, ó de los Judios en particular que fueron los propios cautivos de Babilonia, sino generalmente de todo Israél, y de todas sus tribus para cuando salgan de su cautiverio, y vuelvan á su patria, de su destierro. Uno y otro con figuras y espresiones tan vivas, que hacen formar una idea mas que ordinaria, y mas que grande, así de la vuelta de los cautivos á su patria, como del castigo inminente y terribilísimo de aquella capital.

340. Si con esta idea volvemos los ojos á la historia: se lee en los libros de Esdras todo lo que sucedió en la vuelta de Babilonia, y el estado en que quedaron los que volvieron, aun despues de restituidos á su patria: se leen en los dos libros de los Macabeos, los grandes trabajos, angustias y tribulaciones, que en diversos tiempos tuvieron que sufrir, dominados enteramente por los príncipes griegos: se lee despues de esto en los evangelios, el estado de vasallage y opresion formal en que se hallaban cuando vino el Mesías, no solamente dominados por los Romanos, sino inmediatamente por un idumeo, cual era el cruelísimo Herodes: se lee por otra parte, ya en la historia profana, ya tambien en la sagrada, que Babilonia, despues de haber salido de ella aquellos cautivos, se mantuvo en su ser sin novedad alguna sustancial, por espacio de muchos siglos: que no la destruyó Dario Medo, ni Ciro Persa, ni alguno

etro de sus sucesores: que no se destruyó repentinamente en un solo dia, aquellas dos grandes calamidades que parece le anuncia Isaías, cuando le dice: Te vendrán estas dos cosas súbitamente en un solo dia, esterilidad y viudez. Con estas noticias ciertas y seguras, no puede menos de maravillarse, de ver empleadas por los profetas de Dios vivo unas espresiones tan grandes para unas cosas respectivamente tan pequeñas. Mucho mas deberá maravillarse, si advierte y conoce sin poder dudarlo, que nada ó casi nada se ha verificado hasta el dia de hoy, de lo que con tantas y tan vivas espresiones parece que tenian anunciado sobre estos asuntos los profetas de Dios.

341. Dificilmente se hallará otro punto en toda la divina Escritura, que haya dado mas cuidado, ni haya apurado mas los ingenios, que Babilonia y sus cautivos. Embarazo en que no pocas veces se hallan los intérpretes; y la gran fuerza que hacen para salir con honor es tan visible, que puede facilmente repararlo el hombre menos reflexivo. Ya suponen cosas que debian no suponerse sino probarse en toda forma; ya conceden á lo menos en parte en general y en confuso lo que en otras ocasiones mas inmediatas omiten 6 niegan absolutamente; ya usan de un sentido, ya de otro, ya de muchos á un mismo tiempo, y esto en un mismo individuo 6 testo: ya siguen el sentido literal hasta cierta distancia, y hallándose atajados por el testo mismo, que visiblemente protesta la violencia, vuelven un poco mas atrás buscando por todos los otros rumbos algun otro sentido menos incómodo, ó menos inflexible. Si éste se halla, éste solo basta para decir, que aunque aquel sentido (que no se puede llevar adelante) es realmente el sentido literal, mas este otro es el sentido especialmente intentado por el Espiritu Santo.

342. Despues de todas estas diligencias no por eso queda resuelta la gran dificultad. Se ve tan en pie y tan entera, como si no se hubiese tocado. Las profecías son

• Venient tibi duo hæc subitò in die ina, sterilitas, et viduitas.Leai. xlvii, 9.

muchas y muy claras a favor de los miserables hijos de Israél, para cuando vuelvan de su destierro y cautiverio ; y por eso mismo es igualmente claro que no se han verificado jamás. Los intérpretes suponen que ya todas se han verificado, ó se están verificando muchos siglos ha. Mas ¿como? Una pequeña parte literalmente en aquellos pocos que salieron antiguamente de Babilonia con permiso de Ciro: la mayor parte alegóricamente en los redimidos por Cristo de la verdadera cautividad de Babilonia, esto es, del pecado y del demonio: y otra parte, que no puede esplicarse ni en el uno ni en el otro sentido, se verifica, dicen, anagógicamente en aquellas almas santas, que rotas las prisiones del cuerpo, vuelan al cielo su verdadera pátria, donde gozan en paz y quietud de todos los bienes. Nada decimos por aora de aquella otra parte bien considerable, que tal vez se omite por escusar prolijidad.

343. Mas¿ sería creible, digo yo, que el Espíritu de Dios que habló por sus Profetas, hablase de este modo? ¿Sería creible que hablase por sus Profetas sobre un mismo asunto, parte en un sentido, parte en otro, parte en muchos, parte en ninguno? ¿Sería creible este modo de hablar de la veracidad de Dios y de su santidad infinita? Aun en el hombre mas ordinario se tuviera esto, y con gran razon, por un defecto intolerable. ¿Sería creíble, vuelvo á decir, que Dios vivo y verdadero, hablando nominadamente con los hijos de Abrahan, de Isaac, y de Jacob, á quienes iba á desterrar, ó habia ya desterrado y esparcido entre las naciones, les permitiese, no solo recojerlos y restituirlos á su pátria; sino junto con esto, otros innumerables bienes y misericordias, que no habian de verificarse en ellos, sino en las gentes; y esto en un sentido púramente espiritual? ¿Y esto ó muchisimo de esto en sentido parte espiritual, parte alegórico, parte anagógico, parte místico y espiritual? No puedo negar, que me parece todo esto duro y dificil de creer. Y no obstante sé de cierto, que en el sistema ordinario no hay otro modo de resolver la gran dificultad.

344. El modo ordinario de discurrir es este en sustancia, y sobre él no faltan algunas reglas generales. Las profecías, dicen, y con gran razon, son verdaderas y de fe divina: Dios es quien habla en ellas, y no el hombre: estas profecías no se han verificado plenamente segun la letra, como es claro y por sí conocido, y consta de la Escritura; luego... (repárese con cuidado en esta consecuencia) luego es preciso decir, que en ellas se encierra algun gran misterio, mucho mayor que la salida material de Babilonia de los Caldeos: el cual misterio no puede ser otro, que la liberacion por Cristo de la verdadera cautividad de Babilonia; esto es, del pecado y del demonio. Por cousiguiente, todo lo que anuncian las profecías, tocante á la justicia, á la santidad, á la paz, á la felicidad estable y permanente de los que vuelven de su destierro, y son restablecidos de nuevo en la tierra prometida á sus padres &c., se debe entender de los hijos de la Iglesia presente, que son el verdadero Israél de Dios: la cual justicia, santidad, paz, justificacion y felicidad, empiezan en la tierra, y se consuman y perfeccionan enteramente en el cielo. Esta consecuencia, 6 este modo de discurrir, como si fuese justísimo en todas sus partes, es de gran uso para desembarazarse sin oposicion alguna, antes con sumo honor, de toda suerte de dificultades.

SE PROPONE OTRA CONSECUENCIA.

PARRAFO II.

345. Así como yo no repruebo absolutamente el sentido alegórico, anagógico, &c., así tampoco puedo reprobar absolutamente la consecuencia que acabamos de oir: antes por el contrario, mirada por cierto aspecto, me parece buena y propísima para la utilidad y edificacion. A todos los creyentes nos importa saber y no olvidar que fuimos rea dimidos y librados por Cristo, del poder de las tinieblas: que este mundo es un verdadero destierro que nuestra

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