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de los verdaderos intereses del esposo (que ven y lloran los que tienen ojos); no será ya tiempo de decirle, de advertirle, de acordarle, lo que está declarado en la Escritura de verdad? No será ya tiempo de decirle lo que en otros tiempos no convenia? ¿Se podrá mirar como un delito, y no antes como un verdadero servicio, el decirle con reverencia, mas clara y distintamente, que está amenazada del esposo con aquel mismo castigo y tal vez mayor, con que fué castigada la primera esposa? Tú por la fe estás en pie: pues no te engrias por eso, mas antes teme. Porque si Dios no perdonó á los ramos naturales: ni menos te perdonará á tí. Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios: la severidad para con aquellos que cayeron; y la bondad de Dios para contigo, si permanecieres en la bondad: de otra manera serás tú tambien cortado*.

ANOTACION SEGUNDA.

332. En dos ó tres lugares de ésta obra se insinúa, y en el último se dice claramente, que hasta aora no sabemos bien lo que pedimos al Señor por aquellas palabras: venga el tu reino; lo cual parece falso, ó poco conforme á la verdad por esta razon: Jesucristo en su primera venida fundó un reino espiritual de justicia y santidad, que él mismo llamaba frecuentemente reino de los cielos, y reino de Dios. Aunque despues en su segunda venida haya de fundar otro reino, segun las Escrituras, ó haya de hacer lo que quisiere, como Señor absoluto de todo: no por eso ha de destruir el reino de justicia ya fundado: luego si hasta aora se ha pedido este reino, se ha entendido muy bien lo que se ha pedido. Yo confieso que no entiendo bien, sino confusamente, lo que pretende esta anotacion. No obstante, á esto poco que me parece entiendo en general, voy á responder con toda brevedad.

RESPUESTA.

333. Jesucristo en su primera venida fundó un reino * Ad Rom. xi, 20, 21, 22. Vide fol. 190.

espiritual de justicia y santidad, que él mismo llamaba frecuentemente reino de los cielos, y reino de Dios, Bien: luego este reino ya vino al mundo: ya lo tenemos con nosotros en nuestra tierra. Si ya vino, y ya lo tenémos, ¿ para qué pedimos que venga? ¿ No será esta una peticion inútil é injuriosa á Dios? O creemos que ya vino al mundo el reino que pedimos, ó no lo creemos: si lo primero: luego no tenemos ya que esperarlo: por consiguiente deberémos escusar ya esta peticion; porque lo que uno ve, ¿ como lo espera?... lo que no vemos, esperamos*: si lo segundo: ¿por qué no nos esplicamos un poco mas?

334. Este embarazo parece que obligó á otros sábios á tirar por otro camino. Así, dicen, que lo que pedimos á Dios por estas palabras venga el tu reino, es, que la Iglesia presente (que es sin duda el reino de Dios) crezca y se estienda á todo el linage humano, y que todos sus individuos entren en la Iglesia y sean justos y santos, &c. Esta peticion no hay duda que es buena, y digna de un verdadero cristiano; mas para pedir este bien no parecen tan propias las palabras venga el tu reino; antes parecen sumamente impropias, oscuras, y nada acomodadas al fin. Venga tu reino: esto es: el reino que ya vino, crezca y se estienda por toda la tierra. Venir y crecer son ciertamente dos palabras, cuyo diverso significado no podia ignorar el que nos enseñó á orar con esta admirable oracion.

335. Mas si por ellas entiendo el reino que ha de venir, cuando venga el rey, segun me lo anuncian las santas Escrituras, las palabras con que pido las hallo claras, simples, propias y escogidas entre millares de otras que pudieran imaginarse. Con ellas pido, y entiendo clarísimamente lo que pido: y si tengo verdadero celo del bien de mis prójimos, si deseo con verdad que todos los pueblos, tritribus y lenguas, adoren al verdadero Dios, que todos sean Cristianos, que todos sean justos y santos, &c., todo esto lo comprendo en mi peticion, y todo lo pido confiadamente

* Nam quod videt quis, ¿quid sperat?... quod non videmus, speramus.- Ad Rom. viii, 24, 25.

sin salir de aquellas tres palabras: venga el tu reino. Digo confiadamente: porque sé por las mismas Escrituras que este bien que deseo á todo el linage humano, no puede ser en el estado presente; pero será sin falta cuando venga el reino que pido. Por tanto, lejos de temer la venida del rey en gloria y magestad, antes la deseo con las mayores ansias, y la pido con todo el fervor de que soy capaz; así por el remedio pleno de los miserables Judios, como tambien por todo el residuo de las gentes; las cuales despues de acabada la vendimia... levantarán su voz, y darán alabanza: cuando fuere el Señor glorificado, alzarán la gritería desde el mar*. De todo lo cual hablarémos de propósito cuando sea su tiempo.

336. Jesucristo en su primera venida fundó (dicen) un reino espiritual, que él mismo llamaba reino de los cielos, y reino de Dios. Aquí se divisa facilmente un equívoco de no pequeña consideracion. Lo que Jesucristo llama frecuentemente en sus parábolas reino de los cielos, reino de Dios, no es otra cosa las mas veces por confesion de todos, que lo que él mismo llama el reino del evangelio: esto es, la noticia, buena nueva, anuncio, predicacion del reino de Dios. Reino de los cielos (dice S. Jerónimo) es la predicacion del Evangelio, y la noticia de las Escritu ras, que conduce á la vida+. Esta predicacion y noticia del reino parece claro, que no puede ser el reino mismo, sino como un pregon ó convite general que se hace á todos, para que se alisten los que quisieren bajo esta bandera; para que admitan, ó no, segun su voluntad la filiacion de Dios, que á todos se ofrece con ciertas condiciones; y de esta suerte puedan tener parte y herencia perpetua en el reino de Cristo, y de Dios.

Cùm fuerit finita vindemia... levabunt vocem suam, atque laudabunt: cùm glorificatus fuerit Dominus, hinnient de mari. — Isai. xxiv, 13, 14.

+ Regnum cœlorum prædicatio Evangelii est et notitia scripturarum, quæ ducit ad vitam.-Div. Hyeron. lib. ii, com. in cap. xiii, Mat.

337. Aora: todos los que son llamados á este reino, son al mismo tiempo obligados á poner de su parte ciertas condiciones indispensables, comprendidas todas en estas dos palabras: fe y justicia, ó segun se esplica S. Pablo fe que obra por caridad*. Los que observaren fielmente estas dos leyes con toda su estension pueden mirarse ya como hijos del reino, y esperar para su tiempo ser herederos verdaderamente de Dios, y coherederos de Cristot. Mas no podrán decir que ya están en posesion de esta herencia; antes deberán siempre vivir en solicitud, en vigilancia, en temor y temblor, teniendo presente aquella sentencia del Señor: el que perseverare hasta el fin, este será salvo‡. Por eso el mismo Señor, preguntándole los Fariseos: ¿Cuando vendrá el reino de Dios §? les dió aquella divina respuesta: el reino de Dios está dentro de vosotros... || . Como si dijera: pensad en haceros dignos del reino de Dios, con lo que está dentro de vosotros y de vuestra parte; no en inquirir curiosamente cuando vendrá. Esta justicia ó disposicion para el reino de Dios, este convite al reino, esta predicacion de la fe y justicia necesaria para conseguirlo, no es ciertamente el reino mismo, y si se llama reino, es solamente en sentido latísimo; así como se llama templo ó palacio un edificio que se está haciendo. La noticia de este reino ya la tenémos por la predicacion de los Apóstoles: lo que se nos pide de nuestra parte no lo ignoramos por consiguiente creemos este reino, lo esperamos y deseamos: si lo creemos, esperamos y deseamos, luego todavia no lo tenémos: luego podémos y debemos pedirlo con aquellas divinas palabras venga el tu reino: luego podémos y debemos esperar que á su tiempo se nos con• Fides, quæ per charitatem operatur.—Ad Gal. v, 6.

+ Hæredes quidem Dei, cohæredes autem Christi. —Ad Rom. viii, 17.

Qui autem perseveraverit usque in finem, hic salvus erit.Mat. xxiv, 13.

§ Interrogatus autem à Pharisæis: Quando venit regnum Dei? - Luc. xvii, 20.

Regnum Dei intra vos est. Luc. xvii, 21.

cederá lo que pedimos. Dicen que esto sucederá en el cielo despues de la general resurreccion, y fin del mundo: mas si las Escrituras dicen clara y espresamente, como tantas veces hemos observado, que sucederá en esta nuestra tierra, á quien deberémos creer? El esplicar estas cosas diciendo: sucederá en la tierra, esto es, en la tierra de los que viven; esto es, en el cielo, ; son palabras que deben hacer poca impresion á quien las considera de cerca, y las confronta con las Escrituras?

338. En suma, el reino de Dios, ó el reino de los cielos, no ha venido hasta aora, y por eso pedimos aora que venga. Lo que únicamente ha venido es la noticia, la relacion, la fe, el convite, el evangelio del reino, con las condiciones arriba dichas. Todo esto nos trajo el Mesías en su primera venida: lo demas lo esperamos para la segunda: la piedra que habia herido la estatua, se hizo un grande monte, é henchió toda la tierra*. Si todo lo que nos dicen las Escrituras del reino de Dios, debe verificarse allá en el cielo, parece que debieramos pedir, ir nosotros ó ser llevados al cielo, al reino de Dios; no que el reino de Dios viniese á nuestra tierra, á nosotros. En este mismo caso el maestro bueno nos hubiera enseñado otras palabras con que pedir. Y así concluyo con el doctísimo padre Maldonado, que el verdadero sentido es el que insinúan Teofilato y Ruperto, cuando afirman: que se llama reino de Dios aquel en que haciendo de sus enemigos escabel de sus pies reinará en todas partes, y será, en espresion de S. Pablo, el todo en todas las cosas+: pues aunque actualmente en todas partes domina; no decimos que reina, porque no lo hace en paz, sino en guerra, á la frente de enemigos y de rebeldes que le resisten. Pero, subyugados sus contrarios, libres ya sus amigos y condenados sus enemigos, su imperio será completo. Que este sea el verdadero sentido, se colije claramente, así del

Lapis autem, qui percusserat statuam, factus est mons magnus, et implevit universam terram.. Dan. ii, 35.

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+ Ut sit Deus omnia in omnibus.-1 ad Cor. xv, 28.

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