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gentes en algun tiempo, volverá Dios á llamar á los Judios, y les hará ocupar con grandes ventajas aquel mismo puesto que habian perdido; trocándose las suertes, pasando de unos á otros la triste emulacion, é inclinándose el cáliz de la una á la otra parte. Se siguiera lo tercero: que así como las gentes entraron á ser el pueblo de Dios, y tambien la esposa de Dios, por la incredulidad de los Judios; así estos por el contrario, entrarán algun dia por la misma causa á ser otra vez pueblo de Dios, Israél de Dios, esposa. de Dios: Porque Dios todas las cosas encerró en incredulidad) para usar con todos de misericordia. Se si

guiera...

296. Bien: ¿y qué dificultad hay en todo esto? Qué repugnancia? ¿Qué contradiccion?; No es esto mismo lo que dice el testo del Apostol, y lo que predica claramente todo su contesto? ¿No es esto mismo lo que anuncian otras muchas Escrituras de que ya hemos hablado? ¿No es esto mismo lo que hizo prorumpir al Apostol en aquella relijiosa esclamacion: por qué no querémos recibirlo? ¿Acaso porque no es favorable? ¡ Dura cosa parece! mas la verdad es, que á esta sola razon se reduce todo. Temo no obstante, que todavia os parezca buena aquella razon que apuntámos en otra parte, y que querais proponerla de nuevo, como un misterio sagrado, que no se puede escudriñar sin temeridad. Si se admitiese (pensais decirme) la proposicion de S. Pablo, así cruda, áspera y amarga, segun está, sería necesario, guardando consecuencia, admitir del mismo modo dos ó tres centenares de proposiciones semejantes, que se leen frecuentemente en los Profetas, en los Salmos y aun en las Escrituras del Nuevo Testamento; y en este caso ¿ que se siguiera? Se siguiera, decís, con gran formalidad, que las promesas tan grandes y tan absolutas que Jesucristo tiene hechas á su Iglesia, no pudieran tener lugar; se falsificáran infaliblemente: faltára el Hijo de Dios á su real palabra.

297. Como faltára el Hijo de Dios en este caso á su i real palabra? ¿Sus promesas infalibles no pudieran verifi

carse? ¿Y vos creis, señor, que el Hijo de Dios era capaz de prometer alguna cosa contraria á lo que tenian anunciado los Profetas? No declaró él mismo todo lo contrario, diciendo en términos formales: No penseis que he venido á abrogar la ley, ó los Profetas: no he venido á abrogarlos, sino á darles cumplimiento*? ¿No añadió luego para mayor claridad: Porque en verdad os digo, que hasta que pase el cielo y la tierra, no pasará de la ley ni un punto, ni un tilde, sin que todo sea cumplido†? ¿Y vos creis, que el apostol S. Pablo era capaz de adelantar inconsideradamente alguna proposicion incompatible con las promesas del Hijo de Dios, que él no podia ignorar?

298. Vengámos no obstante al exámen de estas promesas, y verémos, que no hay nada en lo dicho contra ellas. Las que se hallan á este propósito en todos los cuatro evangelios son estas. Primera: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Segunda: Mas yo he rogado por ti (Simon), que no falte tu fe§. Tercera: Mirad que yo estoy con vosotros todos los dias hasta la consumacion del siglo. Si hay alguna otra promesa á este propósito, no me ocurre; mas téngase por cierto, que no será mejor que estas tres. Mas de todas ellas ; qué se concluye? Nada, amigo, à vuestro favor, y menos que nada; porque son conocidamente muy fuera de propósito. En alegar aquí dichas promesas, nos dais á entender, que todavia no habeis advertido bien el gran equívoco que han oca

* Nolite putare, quoniam veni solvere legem, aut prophetas: non veni solvere, sed adimplere. - Mat. v, 17.

↑ Amen quippe dico vobis, donec transeat cœlum et terra, jota unum, aut unus apex non præteribit à lege, donec omnia fiant.— Id. 18.

Tu es Petrus, et super hanc petram ædificabo Ecclesiam meam, et portæ inferi non prævalebunt adversus eam. - Mat. xvi, 18. § Ego autem rogavi pro te [Simon] ut non deficiat fides tua. - Luc. xxii, 32.

Ecce ego vobiscum sum omnibus diebus usque ad consummationem sæculi.- Mat. xxviii, 20.

sionado. Parece que todavia pensais, que las promesas de Cristo á su Iglesia, que se hallan registradas en los santos Evangelios, hablan solamente con las gentes que fueron llamadas en lugar de los Judios, por su incredulidad. Parece que todavia pensais, que todo el misterio de Dios, de que hablan las Escrituras, se encierra, se concluye y se perfecciona en la vocacion de las gentes. Parece que todavia pensais que las gentes llamadas, y recibidas con tan grandes misericordias en lugar de los incredulos Judios, perseverarán hasta la fin del mundo en aquella fe, en aquella bondad y fidelidad á que fueron llamadas. Parece que todavia pensais que los ingertos contra la naturaleza en buen olivo, darán siempre, constantemente frutos abundantes y dignos de Dios: y aunque llegue el tiempo en que no dén tales frutos, así como está escrito, serán no obstante respetados y privilejiados, mucho mas de lo que lo fueron las ramas naturales. Parece, en fin, que las promesas que hizo Cristo á su Iglesia, os han hecho olvidar del todo aquella amenaza del Apostol, enderezada á los mismos ingertos: Si permanecieres en la bondad: de otra manera serás tú tambien cortado: mirando esta sentencia como cruda, áspera y amarga, y por consiguiente como vacía de significacion, como metal que suena, campana que retine*.

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299. Imaginad aora que yo, imitando vuestro modo de discurrir, y alegando las mismas promesas del Hijo de Dios, os propusiese esta dificultad: Jesucristo fundó su Iglesia en Jesrusalén, y en solos los Judios, pues así S. Pedro, á quien entregó las llaves, como los demás apóstoles y discípulos, á quienes dejó sus órdenes, con todas las facultades necesarias para egecutarlas, eran todos Judios, no habiendo entre ellos uno solo que no lo fuese. El mismo Jesucristo, hablando con estos santos Judios, sin nombrar espresamente á las gentes, les hizo aquellas promesas de que hablamos, y les empeñó su real palabra, diciéndoles entre otras cosas al despedirse de ellos: que estaria con ellos hasta la

• Velut æs sonans, aut cymbalum tinniens. 1 ad Cor. xiii, 1.

consumacion del siglo. No obstante estas promesas, es cierto que pocos años despues dejó á los Judios, arrojándolos á las tinieblas esteriores, y se pasó enteramente á las gentes: sacó de Jerusalén el candelero grande, y lo puso en Roma, &c. Se pregunta aora: como podrémos componer esta conducta del Señor con sus promesas infalibles? ¿Como podrémos salvar intacta la palabra real del Hijo de Dios?

300. Yo no dudo que os reireis de mi dificultad, creyendo facílisima la solucion. A mí tambien me parece fácil, absolutamente hablando: pero si quereis guardar consecuencia, se me figura bien dificil. Mas sea como fuere, yo la ofrezco al punto por solucion da vuestra dificultad. Si á esta no satisface, tampoco puede satisfacer á la mia; pues ambas se fundan sobre un mismo principio, ó por mejor decir, sobre un mismo equívoco. Jesucristo, sin faltar á sus promesas, sacó el gran candelero de Jerusalén, y lo puso en Roma: ¿y creeis que faltará á sus promesas si en algun tiempo por las mismas razones saca de Roma el mismo candelero, y despues de bien purificado lo vuelve á poner en Jerusalén? Jesucristo, sin faltar á sus promesas, arrojó de sí á los Judios, les quitó el reino de Dios, principalmente lo activo de él, y se lo dió enteramente á las gentes y creeis que faltará á sus promesas si en algun tiempo por las mismas razones, y tal vez mayores, arroja de sí á las gentes ingratas, les quita el reino de Dios que les habia dado, y lo vuelve á dar á los Judios? Si acaso lo creeis, debereis mostrarnos alguna Escritura auténtica y clara, de donde conste este privilegio; la cual os será tan dificil de hallar, que antes hallareis en su lugar no pocas, que prueban espresamente todo lo contrario, segun hemos observado hasta aquí, y todavia irémos observando. Y aunque no hubiera otra, que el discurso de S. Pablo, ¿no debia bastar esto solo para hacernos abrir los ojos, y confesar sincéramente vuestra equivocacion?

301. Fuera de esta primera reflexion, podémos fácilmente hacer otras muchas, atendiendo bien á algunas es

presiones bien notables del mismo apostol. Por ejemplo, estas cuatro (del cap. xi de su epístola á los Romanos). Primera si el pecado de ellos son las riquezas del mundo, y el menoscabo de ellos las riquezas de los gentiles: ¿cuanto mas la plenitud de ellos? Segunda: v. 15. Porque si la pérdida de ellos es la reconciliacion del mundo: ¿qué será su restablecimiento sino vida de los muertos? Tercera: v. 25. Mas no quiero, hermanos, ignoreis este misterio (porque no seais sábios en vosotros mismos). Cuarta: v. 28. Enemigos por causa de vosotros... muy amados por causa de sus padres. Todas estas espresiones en boca del Apostol propio de las gentes, del predicador de la verdad, del hombre mas ilustrado del cielo y mas amante de las mismas gentes, deben tener alguna propia significacion, proporcionada á la grandeza de las espresiones, y al contesto mismo de todo el discurso. Mas si se miran estas espresiones despues de haber salido del crisol, ya no se halla en ellas otra cosa que disonancia é impropiedad. Aquellas palabras que en el testo de S. Pablo parecen tan llenas de sustancia: v. g. plenitud de Israél, asuncion de Israél, la vida de los muertos, &c., despues de haber pasado por él, se ve con los ojos que han perdido toda su sustancia, no quedándoles otra cosa que aire, sonido y pompa.

302. ¿Qué plenitud de Israél, ni qué asuncion de Israél, ni qué vida de los muertos (podia decir cualquiera) es el convertirse á Cristo los Judios que sobrevivieren al Anticristo el ser admitidos como de limosna en la iglesia de las gentes, la víspera de acabarse el mundo: el golpearse los pechos, y pedir misericordia estos míserables poco antes que se acabe el mundo, y caiga sobre toda la tierra un diluvio de fuego? ¿Esto merece el nombre de plenitud de Israél? ¿Esto llama S. Pablo asuncion de Israél? ¿Esta asuncion podrá ser en algun sentido la vida de los muertos? i Merece esto el nombre de misterio que le da S. Pablo? ¿Este es el gran misterio que revela á las gentes, diciéndoles que no quiere que lo ignoren, para que no se envanezcan, para que no se engrian, para que se

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