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PARTE TERCERA.

289. Mas no quiero, hermanos, que ignoreis este misterio (porque no seais sábios en vosotros mismos) que la ceguedad ha venido en parte á Israél, hasta que haya entrado la plenitud de las gentes, y que así todo Israél se salvase, como está escrito: Vendrá de Sión (ó á Sión) el libertador, que desterrará la impiedad de Jacob. Y esta será mi alianza con ellos: cuando quitáre sus pecados. En verdad, segun el evangelio, son enemigos por causa de vosotros: mas segun la eleccion son muy amados por causa de sus padres. Pues los dones y vocacion de Dios son inmutables *.

PARTE CUARTA.

290. Porque como tambien vosotros en algun tiempo no creisteis á Dios, y aora habeis alcanzado misericordia por la incredulidad de ellos: Así tambien estos aora no ramis fracti sunt, tu autem cùm oleaster esses, insertus es in illis, et socius radicis, et pinguedinis olivæ factus es, noli gloriari adversùs ramos. Quòd si gloriaris, non tu radicem portas, sed radix te. Dices ergo: Fracti sunt rami, ut ego inserar. Bene: propter incredulitatem fracti sunt. Tu autem fide stas: noli altum sapere, sed time. Si enim Deus naturalibus ramis non pepercit: ne fortè nec tibi parcat. Vide ergo bonitatem, et severitatem Dei: in eos quidem qui ceciderunt, severitatem: in te autem bonitatem Dei, si permanseris in bonitate: alioquin et tu excidêris. Sed et illi, si non permanserint in incredulitate, inserentur: potens est enim Deus iterum inserere illos. Nam si tu ex naturali excisus es oleastro, et contra naturam insertus es in bonam olivam: ¿quantò magis ii, qui secundum naturam inserentur suæ olivæ ? · Ad Rom. xi, 11 usque

ad 24.

Nolo enim vos ignorare, fratres, mysterium hoc (ut non sitis vobis ipsis sapientes) quia cæcitas ex-parte contingit in Israël, donec plenitudo gentium intraret, et sic omnis Israël salvus fieret, sicut scriptum est: Veniet ex Sion (sive ad Sion), qui eripiat, et avertat impietatem à Jacob. Et hoc illis, à me testamentum: cum abstulero peccata eorum. Secundum Evangelium quidem inimici propter vos: secundùm electionem autem charissimi propter patres. Sinè pœnitentia enim sunt dona, et vocatio Dei. Ad Rom. xi, 25 usque ad 29.

han creido en vuestras misericordias: para que ellos alcancen tambien misericordia. Porque Dios todas las cosas encerró en incredulidad, para usar con todos de misericordia. ¡O profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuan incomprensibles son sus juicios, é impenetrables sus caminos! Porque i quién entendió la mente del Señor? O ¿quien fué su consejero? O ¿quién le dió á él primero, para que le sea recompensado? Porque de él, y por él, y en él, son todas las cosas: á él sea gloria en los siglos. Amen*.

REFLEXIONES.

PARRAFO VIII.

291. Esta cuarta parte del discurso de S. Pablo (empecémos por aquí) no contiene otra cosa que una proposicion y una esclamacion. La proposicion descubre y afirma un misterio oculto que ninguno pudiera saber, ni aun el mismo Apostol sin revelacion espresa de Dios. Este misterio debe ser sin duda muy grande, pues solo propuesto en cuatro palabras, ha producido dos efectos, ambos grandes y bien notables, aunque muy diversos entre sí. Un efecto produjo en el Apostol mismo, luego al punto que reveló el misterio inspirado por el Espíritu Santo. Otro efecto, al parecer infinitamente diverso, ha producido en los doctores que verosímilmente han mirado dicha proposicion por todos sus aspectos. El efecto que produjo en S. Pablo, fué hacerlo prorumpir inmediatamente en aquella célebre escla

* Sicut enim aliquando et vos non credidistis Deo, nunc autem misericordiam consecuti estis propter incredulitatem illorum: Ita et isti nunc non crediderunt in vestram misericordiam ut et ipsi mise. ricordiam consequantur. Conclusit enim Deus omnia in incredulitate, ut omnium misereatur. ¡O altitudo divitiarum sapientiæ, et scientiæ Dei! ¡Quâm incomprehensibilia sunt judicia ejus, et investigabiles viæ ejus! ¡Quis enim cognovit sensum Domini? ¿Aut quis consiliarius ejus fuit? ¿Aut quis prior dedit illi, et retribuetur ei? Quoniam ex ipso, et per ipsum, et in ipso, sunt omnia ipsi gloria in sæcula. Amen. -Ad Rom. xi, 30, usque ad 36.

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macion, que es una de las piezas mas sublimes, mas espresivas y mas religiosas que se leen en todas las Escrituras. ¡O profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! Mas el efecto que ha producido en los doctores, ¿cual será? Confieso, amigo mio, que me falta el ánimo para decirlo; y ciertamente omitiera esta verdad (como omito tantas otras que vos no sabeis), si por otra parte no entendiese, que en las presentes circunstancias debo tambien honrar mi ministerio, no disimulando una verdad tan importante por respetos puramente humanos. Hablando, pues, francamente, y sálvo el respeto que se les debe, el efecto que ha producido en ellos, segun el sistema favorable, ha sido no admitir dicha proposicion, ni el misterio contenido en ella, segun está, sino despues de bien acrisolado, despues de bien limado, y despues de haberle quitado algunas superfluidades, no solo molestas é incómodas, sino tambien absolutamente insufribles. No me entendeis?

292. Así suavizada la proposicion, y dulcificado el misterio, yo pregunto aora: ¿qué juicio podrémos hacer de la gran esclamacion de S. Pablo? ¿Qué quiere decir en la boca ó pluma del doctor de las gentes, una esclamacion tan espresiva, y tan llena de religioso entusiasmo, para una cosa respectivamente tan pequeña: para una proposicion, digo, que despues de bien acrisolada, 6 pasada, esto es, por él, ya no contiene misterio alguno digno de tal esclamacion? ¿No podrémos con razon decir, que el doctor y maestro de las gentes, podia haber reservado una pieza tan sublime para otro misterio mayor? ¿No podrémos con razon decir, que su esclamacion, por el mismo caso que es tan sublime, parece un verdadero despropósito?

293. En efecto, supongámos por un momento que la proposicion así moderada y dulcificada, como se halla en los doctores, sea en la realidad lo que intentó decirnos el apostol S. Pablo: supongámos que esta proposicion reducida á sus justos quilates, solo contenga, ó solo deba contener este pequeño misterio: Porque como tambien voso

tros (las gentes) en algun tiempo no creisteis á Dios, y aora habeis alcanzado misericordia por la incredulidad de ellos: Así tambien estos aora no han creido en vuestra misericordia: para que ellos alcancen tambien misericordia. Porque Dios todas las cosas encerró en incredulidad, para usar con todos de misericordia. Esto es : así como vosotros, Gentiles, no conocíais al verdadero Dios, ni creíais en él, y no obstante, aora habeis hallado misericordia sin buscarla, por la incredulidad de los Judios; así estos no creen aora en vuestra misericordia, y no obstante esta incredulidad y obstinacion presente, hallarán tambien misericordia en algun tiempo: esto es, al fin del mundo: porque provocados de vuestro buen ejemplo, y avergonzados de haber creido en el Anticristo, abrirán finalmente los ojos, creerán en Cristo, y la Iglesia los recibirá en su seno. Ya veis, que la proposicion de que vamos hablando, no está todavia concluida: le falta una cláusula brevísima : pero tan llena de sustancia, que ella sola aclara toda la proposicion, y produce al punto la esclamacion: Porque Dios todas las cosas encerró en incredulidad, para usar con todos de misericordia. ¿Qué quiere decir esta breve cláusula? A S. Pablo le pareció un misterio tan alto, que confesando tácitamente su pequeñez, esclamó diciendo: ¡0 profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡ Cuan incomprensibles son sus juicios, é impenetrables sus caminos!

294. Mas esta misma cláusula despues de pasada por el crisol, se ve ya tan pequeña, y su misterio tan claro, que no parece digno de tal esclamacion. Parece que el Apostol debia haber reservado una pieza tan sublime para otro misterio mayor. Despues de dulcificada la cláusula con todo su misterio, el sentido único que le queda es este : Porque Dios todas las cosas encerró en incredulidad, para usar con todos de misericordia. Dios ha permitido que todos los hombres, así Gentiles como Judios, cayesen en el gravísimo delito de la infidelidad 6 incredulidad, y que en él estuviesen todos comprendidos y como encarce

lados, para hacer ostentacion de su misericordia con todos los hombres, así Gentiles como Judios, perdonando sucesivamente á los unos y á los otros, y recibiéndolos en su gracia y amistad. A los Gentiles conforme han ido creyendo el evangelio y agregándose á la Iglesia de Cristo; y á los Judios, cuando crean tambien ellos y se agreguen á la misma Iglesia: lo cual sucederá algun dia: esto es, al fin del mundo. ¿Y no hay mas misterio que este en la cláusula que vamos observando? No, amigo: no hay mas misterio que este por cuanto yo he podido averiguar. Esto es lo único que, segun los intérpretes de S. Pablo, se puede conceder. Todo lo demas que se presenta obvia y naturalmente á cualquiera que lee, no es posible que halle lugar. ¿Por qué razon? Porque entonces se siguieran obvia y naturalmente sin poder evitarlas, algunas consecuencias sumamente duras, que no dicen bien con su sistema.

295. Siguiera lo primero: que así como las gentes hallaron misericordia sin buscarla, así como estaba escrito... halláronme los que no me buscaron. Dije: Vedme, vedme, á una nacion, que no invocaba mi nombre*, y esto por la incredulidad de los Judios+: así los Judios han de hallar misericordia sin buscarla, por la incredulidad de las mismas gentes; por consiguiente, que esta general incredulidad de las gentes se puede algun dia verificar. Se siguiera lo segundo que así como por la incredulidad de los Judios llamó Dios á las gentes, las hizo entrar á la cena, y ocupar el puesto de los incrédulos (cumpliéndose puntualmente lo que ya habia dicho Moisés, y nota S. Pablo: Yo os provocaré á celos con una que no es gente: yo os moveré á íra con una gente ignorante)‡: así, dejando de creer las

Sicut scriptum erat... invenerunt qui non quæsierunt me. Dixi: Ecce ego, ecce ego ad gentem, quæ non invocabat nomen meum. Ad Rom. xi, 8, et Isat. lxv, 1.

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↑ Propter incredulitatem illorum. — Id. xi, 30.

Ego ad æmulationem vos adducam in non gentem: in gentem insipientem in iram vos mittam.- Ad Rom. x, 19.

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