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quien es el autor de este discurso. Si os parece duro y amargo, y por eso inacordable con las ideas favorables, podeis dar vuestras quejas amorosas à vuestro propio Apostol y doctor el cual inspirado por el Espíritu de Dios, lo predicó así á todos los creyentes de las naciones, y no sin misterio lo envió directamente á los Romanos: protestando sobre este punto particular, que aunque Apostol propio de las gentes, no podia menos que honrar su ministerio.

282. Y no he hecho otra cosa, que traducir este discurso en mi propio idioma, con aquella especie de estension o esplanacion, que llamámos parafrasis; atándome escrupulosamente, no tanto á las palabras ó sílabas, cuanto al fondo de la doctrina, y á la mente espresa del autor. Lo cual me ha parecido tanto mas importante y necesario, cuanto veo con mis ojos y toco con las manos, la gran oscuridad y tinieblas, en que nos dejan los intérpretes sobre este lugar de S. Pablo, y sobre tantos otros que tienen con este, no solo estrecha relacion, sino verdadera identidad. El punto que aquí trata el Apostol, es el misterio grande y admirable de la vocacion de las gentes, tomado este misterio todo entero desde su principio hasta su fin: esto es, desde que á los Judios se les quitó enteramente el reino de Dios, se dió á las gentes, hasta la vocacion y asuncion y plenitud futura de los mismo Judios, ó hasta la consumacion del misterio de Dios, á donde se encaminan, y á donde van á parar todos las profecías. El Apostol revela aquí claramente el misterio diciendo: que como fiel ministro de Dios, no puede hacer otra cosa que decir la pura verdad, y con ella honrar su ministerio: Porque con vosotros hablo, Gentiles: Mientras que yo sea apostol de las Gentes, honraré mi ministerio *.

enim cognovit sensum Domini? Aut quis consiliarius ejus fuit? ¿Aut quis prior dedit illi, et retribuetur ei? Quoniam ex ipso, et per ipsum, et in ipso sunt omnia: ipsi gloria in sæcula. Amen. Ad Rom. xi, 33, 34, 35, 36.

• Vobis enim dico, gentibus: quamdiu quidem ego sum gentium Apostolus, ministerium meum honorificabo. - Ad Rom. xi, 13.

283. Con todo esto parece innegable (a lo menos, á quien quiera mirar estas cosas con simplicidad, poniendo aparte por un momento todos los efugios y las sutilezas) parece, digo, innegable, que este misterio grande y cierto de la vocacion de las gentes, como se halla en las Escrituras, y como aquí lo propone en compendio el Apostol de las mismas gentes, no se ha entendido hasta aora, ó no se ha querido entender perfectamente. (Perdonad la descortesía, ó la rusticidad, ó la audácia, ó como querais llamarla: con tal que no digais la falsedad, no pienso yo contradeciros.) Han tomado, es verdad, las gentes cristianas, han creido, ban abrazado, han ponderado todo lo que en el misterio admirable de su vocacion les es favorable; pensando buenamente que los pérfidos Judios ya están reprobados, y absolutamente abandonados de su Dios: pensando piamente que todo el misterio de Dios, que contienen las Escrituras, debe encaminarse únicamente, debe terminarse, debe concluirse y perfeccionarse en la vocacion de las gentes: ha sido imposible, que den entrada á otras ideas poco agradables, aunque partes esenciales de este misto misterio. Así se ve, y es bien fácil repararlo, el esfuerzo grande que hacen los doctores, y las sutilezas é ingeniosidades que ponen en obra, especialmente sobre este lugar de S. Pablo, para separar lo amargo de lo dulce, y salir con felicidad del gran embarazo en que los pone su propio Apostol. Tanto, que muchos de ellos, no atreviéndose á disimular del todo, lo que aquí dice el Apostol en favor de los Judios, han creido, no obstante que les era lícito usar con estos miserables cierta especie de compensacion: quiero decir, negarles lo que dice S. Pablo y anuncian los Profetas: porque es demasiado para los viles y pérfidos Judios; ni se puede entender ni conceder sin deshonor de las gentes cristianas, que son el verdadero Israél de Dios: y para compensar esta pequeña falta, concederles generosamente otras muchas cosas bien ordinarias, de que no hablan ni los Profetas ni S. Pablo; las cuales se pueden muy bien conceder, sin perjuicio alguno de los que creen ser dueños de los tesoros de Dios.

Si esta compensacion es justa ó no, á mí no me toca el decirlo; pues al fin soy parte, y puede cegarme la pasion. En efecto, esto me parece lo mismo que dar pedazos de vidrio en abundancia á aquella misma persona á quien se le quitan sus diamantes.

284. Si haceis, amigo, alguna reflexion, no dejareis de acordaros, que esto mismo, en sustancia, sucedió antiguamente a los doctores Judios, cuando llegaban á la esplicacion de algunos lugares de la Escritura, no menos contrarios á su pueblo, que favorables á las gentes. Ellos concedian liberalmente, mas concedian lo que la Escritura no dice; y negaban al mismo tiempo, ó disimulaban lo que dice: endulzándolo de tal modo, que no perjudicase al pueblo santo. Creo que esta fué una de las principales causas de su perdicion. Este amor desordenado de sí mismo; esta confianza desmedida; esta nimia satisfaccion; este retenerlo todo para sí; este interpretarlo todo á su favor, &c.

285. Deseára, amigo, si esto fuera posible, que todas estas cosas se considerasen con la mayor formalidad posible; no despreciando, ni perdiendo vista cierta luz, que empieza ya á aclararnos todo el misterio, mostrándonos el camino fácil y llano, que conduce á la verificacion plena y perfecta de todas las profecías; haciéndonos ver desde el principio hasta el fin el misterio grande de la vocacion de las gentes y ceguedad de los Judios. Esta luz de que hablo, no es otra que el sistema presente del mundo, y del estado en que ya se halla entre las naciones la Iglesia de Cristo por la mayor parte: esto es, ni fria, ni caliente *.

286. Para que podais aora comparar con el testo mismo de S. Pablo la traduccion y parafrasis que acabais de leer, os presento aquí el mismo testo original, dividido así mismo en sus cuatro partes, que son como cuatro rayos de luz que se unen en un mismo punto.

* Neque frigida, neque calida, &c.- Vide Apoc. iii, 15.

EPISTOLA DE S. PABLO APOSTOL A LOS ROMANOS,

CAPITULO XI.

PARTE PRIMERA.

287. Digo pues: ¿Por ventura ha desechado Dios á su pueblo? No por cierto: porque tambien yo soy Israelita del linaje de Abrahan, de la tribu de Benjamín. No ha desechado Dios á su pueblo, al que conoció en su presciencia. ¿O no sabeis lo que dice de Elias la Escritura: como se queja á Dios contra Israel? Señor, mataron tus Profetas, derribaron tus altares: y yo he quedado solo, y me buscan para matarme. ¿ Mas qué le dice la respuesta de Dios? Me he reservado siete mil varones, que no han doblado los rodillas delante de Baal. Pues así tambien en este tiempo, los que se han reservado de ellos, segun la eleccion de la gracia, se han hecho salvos. Y si por gracia, luego no por obra: de otra manera la gracia ya no es gracia. ¿ Pues qué? lo que buscaba Israél, esto no lo alcanzó: mas los escogidos lo alcanzaron; y los demás fueron cegados: Así como está escrito : Les dió Dios espíritu de remordimiento: ojos para que no vean, y orejas pará que no oigan hasta hoy dia*.

288. Pues digo: ¿Qué tropezaron de manera que cayesen? No por cierto. Mas por el pecado de ellos vino

* Dico ergo; Numquid Deus repulit populum suum? Absit. Nam et ego Israëlita sum ex semine Abraham, de tribu Benjamin. Non repulit Deus plebem suam, quam præscivit. An nescitis in Elia quid dicit Scriptura: quemadmodum interpellat Deum adversùm Israël? Domiue, Prophetas tuos occiderunt, altaria tua suffoderunt: et ego relictus sum solus, et quærunt animam meam. Sed quid dicit illi divinum responsum ? Reliqui mihi septem millia virorum, qui non curvaverunt genua ante Baal. Sic ergo et in hoc tempore reliquiæ secumdùm electionem gratiæ salvæ factæ sunt. Si autem gratiâ, jam non ex operibus: alioquin gratia jam non est gratia. ¿Quid ergo? quod quærebat Israël, hoc non est consecutus: electio autem consecuta est : ceteri verò excæcati sunt: Sicut scriptum est: Dedit illis Deus spiritum compunctionis oculos ut non videant, et aures ut non audiant usque in hodiernum diem, &c.— Ad Rom. xi, 1 usque ad 8.

la salud á los gentiles, para incitarlos á la imitacion. Y si el pecado de ellos son las riquezas del mundo, y el menoscabo de ellos las riquezas de los gentiles; ¿cuanto mas la plenitud de ellos? Porque con vosotros hablo, gentiles: Mientras que yo sea Apostol de las gentes, honraré mi ministerio, por si de algun modo puedo mover á emulacion á los de mi nacion, y hacer que se salven algunos de ellos. Porque si la pérdida de ellos es la reconciliacion del mundo: ¿qué será su restablecimiento, sino vida de los muertos? Y si el primer fruto es santo, lo es tambien la masa: y si la raiz es santa, tambien los ramos. Y si algunos de los ramos fueron quebrados, y tú siendo acebuche, fuiste ingerido en ellos, y has sido hecho participante de la raiz, y de la grosura de la oliva, no te jactes contra los ramos. Porque si te jactas, tú no sustentas á la raiz, sino la raiz á tí. Pero dirás: Los ramos han sido quebrados, para que yo sea ingerido. Bien: por su incredulidad fueron quebrados: mas tú por la fe estás en pie: pues no te engrias por eso, mas antes teme. Porque si Dios no perdonó á los ramos naturales : ni menos te perdonará á tí. Mira pues la bondad y la séveridad de Dios: la severidad para con aquellos que cayeron; y la bondad de Dios para contigo, si permanecieres en la bondad: de otra manera serás tú tambien cortado. Y aun ellos si no permanecieren en la incredulidad, serán ingeridos: pues Dios es poderoso para ingerirlos de nuevo. Porque si tú fuiste cortado del natural acebuche, y contra natura has sido ingerido en buen olivo; ¿cuanto mas aquellos, que son naturales, serán ingeridos en su propio olivo*?

* Dico ergo: ¿Numquid sic offenderunt ut caderent? Absit. Sed illorum delicto, salus est gentibus, ut illos æmulentur. Quod si delictum illorum divitiæ sunt mundi, et diminutio eorum divitiæ gentium: ¿quanto magis plenitudo eorum? Vobis enim dico gentibus: Quamdiu quidem ego sum Gentium Apostolus, ministerium meum honorificabo, si quomodo ad æmulandum provocem carnem meam, et salvos faciam aliquos ex illis. Si enim amissio eorum, reconciliatio est mundi: quæ assumptio, nisi vita ex mortuis? Quòd si delibatio sancta est, et massa: et si radix sancta, et rami. Quòd si aliqui ex

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