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su Maestro, flegáron estos á preguntar al Señor de un modo tan orgulloso, que merecia una severa reprehension. Pero el Hijo de Dios se contentó con instruirlos, usando de la mayor dulzura, y diciéndoles: Que los bijos del esposo no podian estar tristes, mientras que el esposo estaba en su compañía. Esta es una frase Hebréa; y así los hijos del esposo, no quiere decir otra cosa, que sus amigos ó compañeros; haciendo alusion á la cos. tumbre que habia antiguamente, de dar á los que se casaban algunos jóvenes, que los acompañasen en todas les ceremonias de su boda, y estos se llamaban los hijos del esposo.

I MS. En uestidura uiedra.

2 La version antigua: Quita su fortaleza del vestido viejo, y es mayor la rotura.

3 Los odres y el vino. Con todas estas comparaciones quiso dar á entender el Salvador, que sus discípulos, como todavía no habian sido renovados por el Espi

conserva lo uno y lo ótro 3.

18 Diciéndoles él estas cosas, he aquí un príncipe se llegó á él, y le adoró, diciendo: Señor, ahora acaba de morir mi hija: mas ven, pon tu mano sobre ella, y vivirá 5.

19 Y levantándose Jesus, le fué siguiendo con sus discípulos.

20 Y he aquí una muger, que padecia fluxo de sangre doce años habia, y llegándose por detrás, tocó la orla de su vestido.

21 Porque decia dentro de sí: Si tocare tan solamen

ritu Santo, no debfan ser carga dos con excesivas obras de penitencia. Pero luego que les fué quitado el esposo ; esto es, despues de la muerte de Jesu-Christo, su vida fué una continua mortificacion. Enseña tambien con esto, que no se ha de atender tanto á la mortificacion, que se crea estribar en ella precisamente la substancia de la Ley, ó que por esta faltemos á los deberes esenciales de nuestro propio estado.

4 MS. Sennor, mi fia es finada.

5 Un principe. Unos lo eran de familia; otros por sus empléos: este era príncipe gefe de la Synagoga, y se llamaba Jayro. Su hija, para quien pedia la salud, era única, y de edad de doce años. Luc. VIII. 41. Y en el mismo Evangelista se ve, que aun no habia muerto, solo sí que estaba muy á los últimos; pero le habló así al Señor, creyendo sin duda que habria ya muerto al tiempo que lo hablaba.

te su vestido: seré sana.

22 Y volviéndose Jesus, y viéndola, dixo: Tén confianza, hija, tu fé te ha sanado. Y quedó sana la muger desde aquella hora 1.

23 Y quando vino Jesus á la casa de aquel Príncipe, y vió los tañedores de flautas, y una tropa de gente, que hacia uido, dixo:

24 Retiraos 3 : pues la muchacha no es muerta, sino que duerme 4. Y se mofaban de él.

I De esta muger se habla en el Cap. v. de S. MARCOS, v. 23. Basta notar aquí para nuestra enseñanza, que penetrada de reconocimiento ácia el Salvador, le hizo levantar una estátua delante de su propia casa en la ciudad de Paneades, ó Cesaréa de Philippo, de donde era. Representaba esta un hombre en acto de extender la mano á una muger, que estaba arrodillada delante de él. Y EUSEBIO Histor. Ecles. Lib. vII. Cap. XVIII. testifica haberla visto él mismo.

2 Acostumbraban en tiempo de las mayores aflicciones llamar lloronas, ó plañideras, y estas con voces tristes y desentonadas, y dándose muchos golpes, excitaban la compasion, y lágrimas de los asistentes. Para el mismo efecto bacian venir en tiempo de luto tañedores de flautas, para que formando un concierto fúnebre, moviesen el llanto de los que asistian á tan triste espectáculo. Siguiéron la misma costumbre los Griegos y los Romanos.

3 MS. Via daquí.

4 S. LUCAS VIII. 49. dice: que aun no habia acabado el Señor de decir las últimas palabras en la

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5 Solamente el poder de Dios puede resucitar de muerte á vida. Los que hemos recibido heridas mortales en nuestras almas, pidámosle, que nos tome por su mano, y nos restituya á la vida de su gracia.

6 Así le llamaban siguiendo el uso comun de los Hebréos. Entre los milagros, que segun ISAIAS XXXV. 5. debia hacer el Hijo de David, era uno el dar vista á los ciegos. Y así se prueba la fe de estos dos ciegos, pues le reconocian por el verdadero Messías, llamándole Hijo de David, y pidiéndole la vista.

7 S. GERONYMO cree, que fué la casa de la suegra de San Pedro, en donde solia hospedarse el Señor, quando estaba en Caphar

naum.

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El que hace un beneficio á otro, debe guardarlo en silencio, para poner así su humildad á cubierto; pero el que lo recibe, queda en obligacion de mostrarse agradecido, y esto le pone en la precision de publicarlo. Por esta razon ninguno de los Padres ba reprehendido á estos ciegos, por no haber hecho, lo que JesuChristo les habia mandado, publicando el milagro.

2 No era mudo por naturaleza, sino por la malicia del Demonio. Y así luego, que el Señor lanzó el Demonio, empezó á hablar.

3 El Griego: ἐν τῷ λαῷ, en el pueblo, y gentes, que le seguian.

4 El Griego: ppiμμévoi, derramados. La compasion del Salvador recaia principalmente sobre los males, y enfermedades espirituales, que padecian, y la mayor de

de los demonios lanza los demonios.

35 Y rodeaba Jesus por todas las ciudades, y villas, enseñando en las Synagogas de ellos, y predicando el Evangelio del reyno, y sanando toda dolencia, y toda enfermedad 3.

36 Y quando vió aquellas gentes, se compadeció de ellas: porque estaban fatigadas y decaidas, como ovejas, que no tienen pastor.

37 Entónces dice á sus discípulos: La mies verdaderamente es mucha 5, mas los obreros pocos.

38 Rogad pues al Señor de la mies, que envie 6 trabajadores á su mies.

todas el estar sin Pastor, que los guiase; porque aunque tenian Pastores, eran estos malos, ó como unos lobos carniceros; y les hubiera sido mas útil el no tenerlos.

5 Hay ya muchos, que están en sazon para recibir la doctrina evangélica, y ser recogidos en la Iglesia, como en la era del Señor; mas son pocos los que se emplean en este dificil ministerio. Por tanto rogad al Señor, que mueva, y envie á muchos á esta tan santa obra.

6 Los obreros del Evangelio no deben introducirse por sí mismos en la mies del Señor sin especial vocacion suya. Mas los que son llamados, deben atender al gravísimo cargo, que se les impone, y mostrar el mayor zelo, y prontitud en desempeñarlo. JEREM. XX. 7. et 1. Corinth. 1x. 16.

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CAPITULO X.

Vocacion de los doce Apóstoles. Avisos que les da el Señor. Les dice, que no ha venido á traher la paz, sino la guerra: cómo deben confesarle delante de los hombres: cómo han de llevar su Cruz: y que contará como hecho á sí mismo, lo que hicieren á otros por amor

I

ས་

suyo.

Y habiendo convocado á sus doce discípulos, les dió potestad sobre los espíritus inmundos, para lanzarlos, y para sanar toda dolencia, y toda enfermedad.

I

2 Y los nombres de los doce Apóstoles son estos. El primero: Simon, que es llamado Pedro 2 , у y Andres su hermano.

y Juan su hermano: Phelippe y Bartholomé : Thomás, y Mathéo el Publicano: Santiago de Alphéo, y Thaddéo 4.

4 Simon Chânanéo 5, y Judas Iscariotes, aquel que lo entregó.

5 A estos doce envió Jesus, mandándoles, y diciendo: No vayais á camino de Gentiles, ni entreis en las ciu

3 Santiago de Zebedéo 3, dades de los Samaritanos 7:

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bombre de Kerioth, y vulgarmente Carioth, que era el pueblo, donde habia nacido.

7 Les manda el Señor, que ántes de pasar á predicar á los Gentiles y Samaritanos, lo hiciesen con los Judíos, que llama las ovejas, que perecieron de la casa de Israel. A estos habia escogido por su pueblo, y se nombraba siempre su Pastor; pero ellos como ovejas perdidas se habian apartado de él por sus delitos. Era necesario anunciar primero á los Judíos la venida del Messías, para que no pudiesen excusar su durediciendo, que antes que á ellos habia enviado sus Apóstoles á

za,

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los Samaritanos y Gentiles. Mas quando vieron, que perdian tiempo con los Judíos, se vieron obligados á abandonarlos, y á decirles con firmeza: Actor. XIII. 46. Vosotros erais los primeros á quienes se debia anunciar la palabra de Dios; pero por quanto por vuestra obstinacion os haceis indignos de la vida eterna, nos vamos á predicar á los Gentiles. El texto Griego: xai εls πóλiv, y en ciu

dad.

I Los Prophetas hasta entónces habian prometido al pueblo de Israel, que era todo carnal, la tierra, y los bienes de ella, si eran fieles á las observancias legales; pero el Señor manda á sus Apóstoles, que anuncien la proximidad del reyno de los cielos, y que prometan los bienes eternos á los que fuesen fieles á sus mandamientos; en lo que se ve la grande distancia, que hay de la Ley escrita á la de gracia.

2 Esta es una breve suma de la perfeccion evangélica y el Ministro del Evangelio debe estar desembarazado de todo aquello, que le puede apartar, y distraher del cumplimiento de su vocacion. Y esto es lo que Jesu-Christo encarga aquí á sus Apóstoles.

3 Los Soldados, y los que viajaban, acostumbraban llevar el dinero en los cintos, faxas, ó cinturones con que ceñiau su cuer po. Aun vemos esta práctica en España.

4 No se opone á esto, lo que se dice en S. LUCAS, XXII. 35. pues el sentido sencillo de estas palabras es, que saliesen prontamente á su mision, sin detenerse á hacer provision para ella, pues el Señor no dexaria de proveerles, como á Ministros suyos, en todas sus necesidades. De este lugar, cotejado con el v. 8. del Cap. XII. de los Hechos Apostólicos, se vé, que en los Evangelistas no se halla diferencia entre ὑποδήματα, y σαν δάλια.

5 El fruto de la viña pertenece al que la plantó, y la leche del ganado á los Pastores. Del mismo modo debian ellos recibir las cosas necesarias para su alimento, de aquellos á quienes anunciaban el Evangelio; no como recompensa de su trabajo, sino como un apoyo de la vida presente. August.

6 Hombre de piedad y religion, que reciba en su casa á los huéspedes y peregrinos y que muestre solicitud por su salvacion, y por la de sus próximos.

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