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cion y el sacrificio de Job figuraban la oracion y el sacrificio de Jesucristo, que comunicaban toda su fuerza y toda su virtud á las oraciones y á los sacrificios antiguos.

¿Y qué hicieron los amigos de Job cuando reconocieron su mérito y su virtud? Ellos fueron á someterse á él como sus siervos y sus discípulos, ofreciéndole cada uno. un zarcillo de oro y una oveja (1). Con el zarcillo quisieron significar, dice san Gregorio, que prestarian siempre un oido dócil á las instrucciones de Job, y con la ofrenda de la oveja quisieron dar á entender que no sacrificarian en adelante sino por sus manos, y que se asociarian á sus sacrificios.

Ved aquí lo que debemos hacer tambien nosotros, que ilustrados por las luces de la revelacion divina, hemos aprendido que Jesucristo, cubierto de llagas, y hecho por sus azotes el hombre de dolores, es el Hijo amado de Dios y el Salvador de los hombres, y que solo por su mediacion podemos esperar nuestra reconciliacion y nuestra salvacion eterna. Nosotros debemos ofrecerle una oveja; es decir, nuestra carne purificada y libre de toda mancha, á fin de que la asocie al sacrificio que ha hecho de la suya, segun nos aconseja san Pablo, diciéndonos : Yo os conjuro, hermanos mios, que ofrezcais vuestros cuerpos á Dios. como una hostia viviente, santa y agradable á sus ojos. Obsecro vos ut exhibeatis corpora vestra hostiam viventem, sanctam, Deo placentem. (Rom. 12.) Y efectivamente, nosotros no podemos asociarnos al sacrificio del verdadero Job, que es Jesucristo, sino reproduciendo en nuestro cuerpo alguna parte de la pureza inmaculada y de la santidad del suyo.

Para obtener esta preciosa ventaja, añade san Pablo,

(1) Dederunt ei unusquisque ovem unam, et inaurem unum. (Job. 42.)

debemos llevar siempre en nuestro cuerpo la santa mortificacion cristiana, pues que este es el medio de imitar y de manifestar reproducida en nosotros la vida penitente y pura de Jesucristo. Semper mortificationem Jesu in corpore nostro circumferentes, ut et vita Jesu manifestetur in corporibus nostris. (II. Cor. 4.) Mas por una consecuencia necesaria debemos, en segundo lugar, ofrecer al verdadero Job, además de la oveja, el adorno de nuestros oidos; es decir, que debemos mostrarnos dóciles oyentes y ejecutores fieles de las elocuentes instrucciones que salen de ese cuerpo dilacerado, de esa sangre, y de esas heridas; porque ellas nos testifican en su lenguaje mudo, dice san Agustin, que el Dios Padre, que no libró á su único Hijo y consustancial de un tratamiento tan bárbaro, tampoco dispensará á sus hijos adoptivos de la ley de la disciplina, y que si el Hijo de Dios, aunque libre de pecado, no lo está de dolores, ninguno de nosotros podrá llegar á ser hijo de Dios sin sufrir los azotes de su cólera, en razon á que estamos cargados de pecados. (Ps. 31.) Estas heridas nos echan en cara nuestra delicadeza y el cuidado profano que tenemos de nuestro cuerpo ; ellas nos repiten esta severa y útil advertencia que nos hace el Evangelio: «El que es idólatra de su propia carne, el que la regala, la lisonjea y la acaricia en esta vida, la odia realmente, supuesto que la prepara para una profunda ignominia y para eternos dolores en la vida futura: Qui amat animam suam perdet eam (Joan. 12.); y por el contrario el que mortifica, el que castiga su propia carne en este mundo, la ama verdaderamente, porque la encontrará en la otra vida rodeada de una gloria eterua y de las mas puras delicias. Qui odit animam suam in hoc mundo, in vitam æternam custodit eam. (Ibid.)

Ay! no nos engañemos, hermanos mios; no se entra en el cielo si no se lleva la divisa preciosa, la vestidura divina

que nos hace parecernos al Hijo de Dios azotado por el hombre. Esta semejanza forma la señal de los predestinados; esta semejanza es el sello de los escogidos. Las almas que salen de cuerpos bien cuidados, alimentados con esmero, vestidos con lujo, de esos cuerpos intactos que no han sentido jamás el azote de la mortificacion; esas almas no serán admitidas en el palacio de los cielos que los santos y los elegidos de todas edades y condiciones han conquistado con el sacrificio de sus cuerpos. Quos præscivit, et prædestinavit, conformes vult fieri imaginis Filii sui. (Rom. 8.) No manifestemos, pues, tanta repugnancia á la mortificacion del cuerpo, porque ella es la maestra de la humildad, la mediadora de la oracion, la guardadora del pudor, la prueba de la contricion, la disposicion al arrepentimiento y al perdon, la librea de Jesucristo, la cifra misteriosa de los elegidos y la escala de la salvacion eterna. Apresurémonos á llevar impresas en nuestro cuerpo, como dice el mismo san Pablo, por la práctica de la penitencia, algunas señales de las llagas de nuestro Señor Jesucristo. Ego autem æstigmata Domine Jesu in corpore meo porto. (Galat. 6.) Porque si sufrimos con El, triunfarémos y reinarémos un dia eternamente con El. Si compatimur, et conregnavimus et conglorificavimur. Así sea.

CONFERENCIA VIGÉSIMASEGUNDA.

La coronacion de espinas.

Egredimini, filiæ Sion, et videte regem Salomonem in diademate, quo coronavit illum mater sua, in die desponsationis illius, et in die lætitiæ cordis ejus.

Hijas de Sion, salid y mirad al rey Salomon con la diadema con que le coronó su madre en el dia de su desposorio, y en el dia de la alegría de su corazon.

(Cant. 3.)

Que Salomon, ó el Rey pacífico, fue una figura simbólica del verdadero Príncipe de la paz, Jesucristo, es una verdad que no admite duda, porque el mismo Jesucristo nos la ha revelado diciendo: «El es mas que Salomon.» (Matth. 12.) Su sagrada Esposa de los Cantares, que invita á las hijas de Sion á que contemplen á Salomon, á quien su madre Betsabé ciñó la frente con una rica diadema y llenó de honores, no es otra que la Iglesia, verdadera esposa del Hijo de Dios, hecho hombre, que convida á las almas cristianas y fieles á considerar á Jesucristo, su Rey y Señor, coronado de espinas y colmado de ignominias y de opropor la Sinagoga, su cruel madrastra. Egredimini, filiæ Sion, et videte regem Salomonem in diademate, quo coronavit

bios

illum mater sua.

Mas, ¿por qué llama la sagrada Esposa dia de bodas y de alegría para su divino Esposo este dia, que fue el de

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