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drigal, Capellan de Honor de Su Magestad, nobilísimo Caballero Siciliano. Esto debe a sus ilustres ascendientes. Lo que le debemos los que en España le comunicamos son estudios muy feli ces con verdadero conocimiento, y uso provechoso de las lenguas Griega, y Latina, de que sus obras detenidas en su modestia serán mas venerable testimonio. He querido poner aquí este encomio con que honró Don Francisco á su amigo, por haberle borrado la envidia, ó el descuido en las impresiones pósthumas que se han hecho de Marco Bruto. Y lo que es mas intolerable, no ha faltado Aristarco, que ha osado poner la pluma en las demás Obras de este Autor tan aplaudido, añadiendo, ó qui tando lo que á su mal fundado juicio parecia, siendo así que un descuido de la tinta de Don Francisco de Quevedo', quando le hubiera, prefiere á lo mas discurrido de estos carcomas de libros, que llenos de su opinion, están huecos de lo mas estimable, y sólido de la sabidu ría. Dexo los que para derribarle de lo alto de la opinion en que estaba, le prohijaron muchas Obras odiosas, y algunas indecentes; pero quien las cotejáre con la modestia, y atencion de D. Francisco, conocerá que no son hijas de su ingenio, como del águila refiere Eliano, que

oponiendo á los rayos solares sus pollos, hace experiencia si son suyos. En Nápoles fue tan asistido de los hombres de letras, que no parecia merecer nombre de entendido quien no se calificaba con la amistad, y aprobacion de Don Francisco, en quien todos fixaban los ojos, admirando su prodigioso ingenio, y tributaban á su fama aun los indoctos, señalándole con el dedo siempre que le encontraban : gloria muy parecida á la que en Roma alcanzaron Horacio, y Marcial, á envidia de sus émulos, como lo dexaron escrito en sus Obras, y lo observa Adrian Behocio en el lib. 2. de los Apoforet. cap. 5. y no menor de la que tuvieron Plinio el mozo, y Cornelio Tácito, que eran con admiracion señalados por su fama, y estudios, según lo refiere el mismo Plinio lib. 9. epist. 23.

Fue tan general el aplauso que los Napolitanos hicieron á Varon tan excelso, y tan freqüentes las alabanzas con que los mas eruditos celebraron su mérito, que no es posible registrarlas aquí, sin hacer un gran volumen ; con que determino dexar tan dilatado asunto á la veneracion del silencio, abatiendo las velas de estos pliegos al templo de su honor, como lo hizo Don Gerónimo Ribera, de los mas antiguos, y estrechos amigos que tuvo en aquel

Reyno, con este Soneto Toscano:

Mentre spiego novello Icaro audace

Al ciel de le tue lodi illustri il volo,
Il temerario ardir trà scorno, e duelo,
Al insoffribil peso ecco soggiace;
Ahi, che pensar dovea, quand' il vivace
Raggio del tuo splendor, ch' ammiro, e colo,
Mirai, che ne riporto il salto solo
Del mio folle pensier segno verace.
Francesco, horche m' aveggio, ch' a' la vera
Meta del tuo gran merto, e del valore
Altri giunger non può chi' aquila altera.
S'altro non posso, al tempio del tuo honore
Humil m' inchino, e con la fè sincera
Con silentio t' adoro, & offro il core.

Y no solo la madre de ingenios, Parténope, sino toda la Italia fue teatro de aclamaciones á su nombre; y los que no le alcanzaron, absortos en la admiracion de sus Obras, con extraordinarios títulos le honraron. No haré catálogo de sus elogios : solo pondré uno, en que se cifran los demás, y digno de todo apre cio , por ser de la docta pluma de Don Juan Perelio, nobilísimo Caballero Trasilicano, Secretario , y Residente del Duque de Módena

en esta Corte, que en el Musagete, donde describe las vidas de todos los Poëtas que ha habido desde el principio del mundo hasta nuesde muchas tros tiempos (Obra muy digna, y noticias), alaba á Don Francisco, llamándole Sol entre los demás Escritores; porque como el Sol es Príncipe de los Planetas, y entre los faroles del Cielo con tanta ventaja, y solo resplandece ( de donde dicen Ciceron y Lactancio, que se derivó el nombre de Sol); así Don Francisco en el ingenio, y en la pluma no tuvo competidor.

Quevedo è un Sole, è sua penna un raggio
Ch'ombre di sogni, horror d' abyssi indora ;
Splende ove fere, e dove splende un maggio
Di Pindarici fior sparge, e colora:
Ne le carte, e ne marmi eterna il saggie
Di sue posthume glorie, i di tal' hora;
Scrive Quevedo, e l' inmortali, e belle,
Perch' è Sol, note sue sono le Stelle.

con el

Parece haber concurrido en esto encaremuy eru. cimiento, pero bien debido dito Vicente Mariner, que habiendo traducido de Griego en Latin el Panegírico que Juliano Emperador hizo al Sol, y dedicádole,

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como se ha referido, á Don Francisco, le dice que no debia sacar sino debaxo de su patrocinio Obra tan singular, así por el objeto, que es el Sol, como por el Autor, que fue un Príncipe de todo el Imperio Romano; pues en la dilatada Monarquía Española, por la excelencia del ingenio y letras, por la grandeza de la fama, y nobleza de la sangre, tenia D. Francisco entre los primeros el primer lugar, en quien Obra, por tan altos respetos admirable, hallaria, como en su centro, adequado descanso. Son sus palabras: Audax equidem hoc munus tibi sacrare studui, non autem impudens non improbus, non temerarius mentis meæ tenuitatem tibi tanto viro manifestarem ; nam cùm plane existimem id quod in tota mundi machina præcipuum est, nempè Solem, & ab totius Imperii Principi laudatum, ad te, qui in Hispano Orbe & ingenii, & litterarum præs. tantia, & famæ magnitudine & sanguinis nobilitate primas tenes partes emitere nihil pla. nè me arbitror efficere absurdum, nihil non nimirùm rationi consentaneum, cùm tantum, tam eximium opus in te similem sibi habeat locum, æqualem nanciscatur sedem, & debitum, paremque suscipiat terminum. Con la Italia concurrieron en admirar el alto ingenio de D.

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