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IO ESPOSA. Yo soy muro, y mis pechos como una torre, desde que me hallo e › en su presencia, como quien ha encontrado la Paz ó felicidad'.

11 El Pacífico, ó mi esposo Salomon, tuvo una viña en Baal-hamon', entrególa á unos viñaderos para que la guardáran, y cultiváran: cada uno de ellos le paga por sus frutos mil monedas de plata.

12 La viña mia delante de mí está. Las mil monedas son para tí, ó

Pacífico, y doscientas para los que
cuidan de los frutos de ella.
§. III. Solamente en el cielo po-
drá la Iglesia entonar cantares
de perfecta alegria.

13 ESPOSO. O tú la que moras en las huertas3, los amigos están escuchando; házme oir pues tu sonora

Voz.

14 ESPOSA. ¡Ah! corre apriesa, amor mio, y aseméjate á la corza y al cervatillo, huye á los montes de los aromas, si quieres oir mi voz.

ram eo quasi pacem reperiens. 11 Vinea fuit pacifico in ea, quæ habet populos: tradidit eam custodibus: vir affert pro fructu ejus mille argenteos. 12 Vinea mea coram me est: Mille tui pacifici, et ducenti his, qui custodiunt fructus ejus. 13 Quæ habitas in hortis, amici auscultant: fac me audire vocem tuam. 14 Fuge, dilecte mi, et assimilare capreæ hinnuloque cervorum super montes aromatum.

Segun el hebreo puede traducirse: desde que fui tan favorecida que hallé en él la Paz ó felicidad. 10 en las cercanias de Jerusalen. 3 Hemos visto ya que la Iglesia es comparada á un jardin cap. IV. v. 12. v la esposa á una jardinera. La Iglesia y los santos Padres, especialmente San Ambrosio, aplican muchos lugares de los Cánticos á María Santísima, madre del Divino Verbo; y asi la virgen María es aque lla tota pulchra etc.

FIN DEL LIBRO DEL CANTAR DE CANTARES.

ADVERTENCIA

SOBRE EL LIBRO DE LA SABIDURIA.

ESTE Libro es llamado por los griegos la Sabiduría de Salomon,

tal vez por creer que su autor sacó la doctrina, que enseña, de los libros que escribió aquel sabio Rey. El uso que han hecho de varias sentencias de este libro los Apóstoles, y particularmente S. Pablo (*), demuestra evidentemente su Divina autoridad; la cual está atestiguada tambien por el consentimiento universal de los Padres de la Iglesia; entre los que bastará citar á san Justino mártir, Tertuliano, el Concilio de Sárdica, Inocencio 11, Gelasio, y S. Agustin, quien con la tradicion constante de la Iglesia probó bien la autoridad de este libro, en su obra de la Predestinacion de los santos c. 14. El espíritu profético que brilla en el autor del libro de la SABIDURIA, no solo sir ve de edificacion á la Iglesia, sino que tambien confirma contra los judíos la mision Divina de Jesu-Cristo. Por eso no quieren reconocerle como Escritura Canónica. Mas deberian esplicarnos cómo un escritor, á no ser inspirado por Dios, pudo escribir con claridad, á lo ménos dos siglos ántes, lo que el Mesías habia de padecer de los mismos de su nacion. Porque los que niegan que este libro sea obra de Salomon, suponen que el autor vivia cerca del tiempo de los Macabéos. En los egemplares griegos, siriacos y árabes, este libro lleva siempre el nombre de Salomon; y á éste le atribuyen Orígenes, Tertuliano y otros Padres, y tambien algunos Rabinos; los cuales creen que Salomon le escribió en lengua caldéa, por cuya razon no se halla en el catálogo de las Sagradas Escrituras que arregló Esdras. San Agustin y otros dudan que Salomon sea su autor; y creen que la semejanza de la doctrina de este libro con del Eclesiástico ha dado márgen para atribuirlos á un mismo escritor sagrado.

Pero sea lo que fuere de esto, es una temeridad inescusable, ó un delirante orgullo negar la Divina autoridad de este libro por causa de algunas espresiones obscuras ó dificiles de entender,"que objetan ciertos hereges, y que notarémos en sus lugares respectivos. Observáronlas los Santos Padres desde los primeros siglos, y con ellos toda la Iglesia, que reconoce en este y otros Libros Sagrados varios pasages muy dificiles de entender; pero siempre los ha venerado como dictados por Dios, y ha adorado con humilde rendimiento cuanto encierran de dificil inteligencia.

(*) Math. XII. v. 43. Sap. III. v. 7.= I. Cor. VI. v. 2. Sap. III. v. 8.—Hebr. XI. v. 5. Sap. IV. v. 10. — Ephes. VI. v. 17. Sap. V. v. 19. etc, etc.

EL LIBRO DE LA SABIDURIA.

Capitulo I. Aviso á los Soberanos de la tierra. A quiénes ama la Sabiduría, y de quiénes huye. La muerte viene del hombre, no de

Dios.

1 Amad la justicia, vosotros los que juzgais ó gobernais la tierra. Sentid bien del Señor, y buscadle con sencillez de corazon';

2 porque los que no le tientan con sus desconfianzas, esos le hallan, y se manifiesta á aquellos que en él confian.

3 Pues los pensamientos perversos apartan de Dios; cuyo poder puesto á prueba redarguye á los necios.

4 Asi es que no entrará en alına maligna la Sabiduría, ni habitará en el cuerpo sometido á pecado';

dos, y se ofenderá de la iniquidad que sobrevenga.

6 Ciertamente que siendo como es, el Espíritu de la Sabiduría todo bondad3, no dejará sin castigo los labios del maldiciente; porque Dios es testigo de sus afectos interiores, y escudriñador infalible de su corazon, y entendedor de su lenguage.

7 Por cuanto el Espíritu del Señor llena el mundo universo; y como comprende todas las cosas, tiene conocimiento de todo, hasta de una voz.

8 Por eso el que hablə cosas ma-. las no puede escondérsele, ni escapará del juicio vengador.

9 Pues se le interrogará al impio hasta sobre sus pensamientos; y llegarán á los oidos de Dios sus palabras y obras, para castigo de sus

5 porque el Espíritu Santo que la enseña, huye de las ficciones, y se aparta de los pensamientos desatina-- maldades:

CAPUT I. 1 Diligite justitiam, qui judicatis terram. Sentite de Domino in bonitate, et in simplicitate cordis quærite illum; 2 quoniam invenitur ab his, qui non tentant illum: apparet autem eis, qui fidem habent in illum : 3 perversæ enim cogitationes separant à Deo: probata autem virtus corripit insipientes: 4 quoniam in malevolam animam non introibit sapientia, nec habitabit in corpore subdito peccatis. 5 Spiritus enim sanctus disciplinæ effugiet fictum, et auferet se à cogitationibus, quæ sunt sine intellectu, et corripietur à superveniente iniquitate. 6 Benignus est enim spiritus sapientiæ, et non liberabit maledicum à labiis suis: quoniam renum illius testis est Deus, et cordis illius scrutator est verus, et linguæ ejus auditor. 7 Quoniam spiritus Domini replevit orbem terrarum; et hoc, quod continet omnia, scientiam habet vocis. 8 Propter hoc qui loquitur iniqua, non potest latere, nec præteriet illum corripiens judicium. 9 In cogitationibus enim impii interrogatio erit: sermonum autem illius auditio ad Deum veniet ad correptionem iniquitatum illius. 10 Quoniam auris zeli audit omnia, et tumul

En estas pocas palabras se contiene el tema ó resúmen de todo este libro.0 vendido al pecado, como diçe el Apostol. Rom. VIII. En el griego se dice: amante de los hombres.

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reinaba entonces en la tierra.

10 porque la oreja zelosa de Dios todo lo oye; ni encubrirsele puede el ruido ó susurro de las murmuraciones.

11 Guardaos pues de la murmuracion, la cual de nada aprovecha, ó daña mucho, y refrenad la lengua de toda detraccion: porque ni una palabra dicha á escondidas se irá por el aire, y la boca mentirosa da muerte al almra.

12 No os afaneis en acarrearos la muerte con el descamino de vuestra vida; ni os grangecis la perdicion con las obras de vuestras ma

nos.

13 Porque no es Dios quien hizo la muerte', ni se complace en la perdicion de los vivientes;

14 criólo todo á fin de que subsistiera eternamente en su presencia: saludables hizo él todas las cosas que nacen en el mundo2:nada habia en ellas de ponzoñoso ni nocivo; el infierno ó la muerte no

15 Puesto que la justicia es de suyo perpétua é inmortal.

16 Mas los impíos con sus hechos y palabras llamaron á la muerte y reputándola como amiga, vinieron á corromperse hasta hacer con ella alianza, como dignos de tal sociedad.

CAP. II. Sentimientos y deseos de los impios. Insigne profecia de Jesu-Cristo.

1 Dijeron pues los impios entre sí, discurriendo sin juicio: «< Corto y lleno de tedio es el tiempo de nuestra vida; no hay consuelo en el fin del hombre o despues de su muerte3 ni se ha conocido nadie que haya vuelto de los infiernos ó del otro mundo,»

2 « Pues nacido hemos de la nada, y pasado lo presente, serémos como si nunca hubiésemos sido. La respiracion ó resuello de nues

tus murmurationum non abscondetur. 11 Custodite ergo vos à murmuratione, quæ nihil prodest, et à detractione parcite linguæ, quoniam sermo obscu rus in vacuum non ibit: os autem quod mentitur, occidit animam. 12 Nolite zelare mortem in errore vitæ vestræ, neque acquiratis perditionem in operibus manuum vestrarum. 13 Quoniam Deus mortem non fecit, nec lætatur in perditione vivorum. 14 Creavit enim, ut essent omnia; et sanabiles fecit nationes orbis terrarum ; et non est in illis medicamentum exterminii, nec inferorum regnum in terra. 15 Justitia enim perpetua est, et immortalis. 16 Impii autem manibus et verbis accersierunt illam; et æstimantes illam amicam, defluxerunt; et sponsiones posuerunt ad illam : quoniam digni sunt qui sunt ex parte illius.

CAPUT II. 1 Dixerunt enim cogitantes apud se non rectè Exiguum, et cum tædio est tempus vitæ nostræ, et non est refrigerium in fine hominis, et non est qui agnitus sit reversus ab inferis: 2 quia ex nihilo nati sumus, et post hoc erimus tanquam non fuerimus: quoniam fumus flatus est in na

⚫ Crió Dios al hombre para que fuese inmortal; pero el pecado introdujo la muerte en el mundo, como dice el Apóstol. Rom. V. v. 12. Y se habla no solo de la muerte de nuestro cuerpo, sino de la del alma por el pecado. Ezech. XVIII. v. 32. et XXXII. v. 11. La palabra nationes la usaron varios escritores latinos (comɔ Plinio lib. XXII. v. 24.) para significar todas las cosas que nacen ó son engendradas en el mundo. Y por eso los Setenta usan de la voz geneseis, esto es, las generaciones ó las cosas engendradas. 3 En el griego se dice: No hay medicina en el fin del hombre, é para evitar la muerte.

bras narices es como un ligero humo; y la habla ó el alma como una transitoria chispa, con la cual

se mueve nuestro corazon.

3 Apagada que sea, quedará nuestro cuerpo reducido á ceniza; y el espíritu se disipará, cual sutil aire: desvanecerse há, como una nube que pasa, nuestra vida: y desaparecerá como niebla herida de los rayos del sol, y disuelta con su calor.

4 aCaerá en olvido con el tiempo nuestro nombre, sin que quede memoria de nuestras obras.

5 Porque el tiempo de nuestra vida es una sombra que pasa : ni hay retorno despues de la muerte; porque queda puesto el sello, y nadie vuelve atras.

6 Venid pues, y gocemos de los bienes presentes: apresurémonos á disfrutar de las criaturas, mientras somos jóvenes.

7 «Llenémonos de vinos esquisitos, y de olorosos perfumes, y no dejemos pasar la flor de la edad.

8 «Coronémonos de rosas' antes que se marchiten: no haya prado que no conserve las huellas de nuestra intemperancia.

9 «Nadie deje de tomar parte en nuestra lascivia': dejemos por todas partes vestigios de nuestro regocijo, ya que nuestra herencia es esta, y tal nuestra suerte.

10 Oprimamos al justo desvalido, no perdonemos á la viuda, ni respetemos las canas del anciano de muchos dias.

I I «Sea nuestra fuerza la única ley de justicia; pues lo flaco, segun se ve, de nada sirve. 12 «Armemos pues lazos al justo, visto que no es de provecho para nosotros, y que es contrario á nuestras obras, y nos echa en cara los pecados contra la

ribus nostris ; et sermo scintilla ad commovendum cor nostrum: 3 qua extincta, cinis erit corpus nostrum, et spiritus diffundetur tanquam mollis aer, et transibit vita nostra tanquam vestigium nubis, et sicut nebula dissolvetur, quæ fugata est à radiis solis, et à calore illius aggravata: 4 et nomen nosfrum oblivionem accipiet per tempus, et nemo memoriam habebit operum nostrorum. 5 Umbræ enim transitus est tempus nostrum, et non est reversio finis nostri: quoniam consignata est, et nemo revertitur. 6 Venite ergo, et fruamur bonis quæ sunt, et utamur creatura tanquam in juventute celeriter. 7 Vino pretioso et unguentis nos impleamus; et non pætereat nos flos temporis. 8 Coronemus nos rosis, antequam marcescant: nullum pratum sit, quod non pertranseat luxuria nostra. 9 Nemo nostrùm exors sit luxuriæ nostræ: ubique relinquamus signa lætitiæ: quoniam hæc est pars nostra, et hæc est sors. 10 Opprimamus pauperem justum, et non parcamus viduæ, nec veterani revereamur canos multi temporis. 11 Sit autem fortitudo nostra lex justitiæ: quod enim infirmum est, inutile invenitur. 12 Circumveniamus ergo justum, quoniam inutilis est nobis, et contrarius est operibus nostris, et improperat nobis peccata legis, et diffamat in nos peccata disciplinæ nostræ.

Alude á la costumbre gentilica de llevar coronas de flores en los banquetes. Tertul. De corona mil. cap. IX. v. 11. Mach. VI. v. 7. 2 Martini: Ninguno sea de nosotros, sino toma parte en nuestras diversiones. Tal es la conclusion que sacan los impios despues de meditada la brevedad y miserias de nuestra vida. ¡Cuán diferente de la que sacaba el Apóstol (I. Cor. VII. v. 29.) exhortándonos á despreciar las vanidades del mundo, para buscar un bien sólido y duradero ! 3 No tienen los malos otro motivo de aborrecer á los buenos, sino el ver que son buenos, Is. XLI. XLV v. 51. Dan. IX.

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