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de callar; y afirma que de ninguna de estas dos maneras habia pecado; mas olvidósele la tercera, que es no decir lo que se ha de decir como debe decirse. Y en esta fue reprehensible despues, co mo se colige de las palabras del mismo Dios, con que empezó á arguirle: Quis est iste involvens sententias sermonibus imperitis? Y esto porque en unas partes decia que Dios era Justo, y en otras que le quitaba su Justicia, y que no le juzgaba con igualdad. En lo uno hablaba de la voluntad de Satanás, que siempre es mala , y suya; y en el otro del poder, que por tenerle de la permision de Dios, siempre es justo en sus fines, que pocas veces alcanzan los hombres, maliciando otros apropósito de su odio, ó venganza. Envolvió Job con la pasion. zelosa, y el dolor vehemente estas dos cosas tan encontradas, en palabras coléricas. Empero San Gregorio libro 2. de los Morales, capi tulo 1o. las desenvuelve, y desahoga con estas: Sciendum est, quia Sathanæ voluntas semper iniqua est; sed numquam potestas injusta, quia à semetipso voluntatem habet, sed à Domino potestatem. Quod enim ipse facere iniquè appetit, hoc Deus fieri non nisi justè permittit. Conócese que aquestas razones son arrulladas por aquella Soberana Paloma, que

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como nido freqüentaba la oreja del Gran Padre San Agustin, nos dió con el texto de Job' esta misma doctrina, en que se deposita todo el consuelo de los afligidos, sobre el Psalm. 29. Et, Job nempè, diabolus occidit filios ipsius, diabolus tullit omnem substantiam ipsius. Et ille quid? Dominus dedit, Dominus abstulit: sicut Domino placuit, ita factum est; sit nomen Domini benedictum. Non triumphet inimi cus, quia ipse fecit. Novi ego, inquit, à quo sit permissus, Diabolo tribuatur nocendi vo luntas; Domino meo probandi potestas. Y mas abaxo, tratando de la respuesta que dió á las palabras de su muger, son incomparables á nuestro propósito, y en alabanza de Job: Quid ergo, ille Adam in stercore parturiens immorta litatem intrinsecus, vermibus fluescens extrinsecus: Quid ait mulieri? Tamquam una ex insipientibus mulieribus locuta est. Si bona percepimus de manu Domini, mala autem quare non sustineamus ? Iterùm, & ille manum Domini dixit in se, quod eum diabolus percusse rat, quia non attendebat quis percuteret, sed quis permitteret. Namque ipse diabolus eandem potestatem, quam tibi volebat dari, mánum Domini appellavit. Nam objiciens crimen justo viro, cui Dominus perhibebat testimo

nium, ait Deo: Numquid gratis Job colit Do-, minum? Nonne tu vallasti eum, ac domum, ejus, universamque substantiam ejus per circuitum? Operibus manuum ejus benedixisti &possessio ejus crevit in terra. Sed mitte ma num tuam, & tange omnia quæ sunt ejus, nisi in faciem tuam benedixerit tibi. Quid est : Mitte manum tuam, cum ipse vellet mittere ? Sed quia ipse non posset mittere manum suam, ipsam potestatem, quam accepit à Deo, manum Dei appellavit. Yo por comento al dis-, curso del Gran Padre digo que en este sentido dixo Satanás, cap. 2. vers. 5. Alioqui mitte manum tuam, & tange os ejus, & carnem, & tunc videbis, quod in faciem benedicat tibi. Respóndèle Dios, quando Satanás le pide que le toque con su mano: Ecce in manu tua est; verumtamen animam illius serva. En la mano de Dios ¿qué pedia? Pedia el poder que le faltaba; y diciéndole Dios que estaba en su mano, concedió el poder á su mala voluntad, que es la mano del demonio. Desdichadamente padece quien trueca estas manos. El demonio solo tiene una mano: quien sabe que es mano de la del poder, no le teme : quien sabe que es de Dios, no se aflige. Encarecido clogio de Job nos dexó San Agustin. Lláma

que in

le: Aquel Adan en el estiercol. Dice trínsecamente manaba inmortalidad, y extrínsecamente gusanos, habiendo dicho dos renglones antes Et ille Adam in stercore est cautior quàm Adam in Paradiso. Nam Adam in Paradiso consensit mulieri, ut de Paradiso emitteretur ; Adam in stercore respuit mulierem; ut ad Paradisum admitteretur. Hasta en ser llamado segundo Adán fue Job figura de Christo, y fue disposicion suya que lo fuese, y pues con él tomó satisfacion la Divina Magestad, con mortificacion de la inobediencia de Adán, y de la soberbia, con Job. Pues si en el Paraiso, siendo señor de todo, lo perdió todo por la golosa persuasion de su muger; este, que era el mayor de los Reyes del Orien te, habiéndoselo Dios quitado todo, y arrojádole en un muladar, de tal manera, que antes parecia otro que huesped en él, en vez de dar crédito á su muger, la reprehendió ásperamente, en que se desquitó de la eloqüencia de Eva la divina Justicia afrentó con Job al demonio , que blasonaba de haber vencido al Monarca de todo el mundo: la incomparable hermosura del Paraiso, ultimada con sus gusanos, y llagas, con ceniza, y estiercol. Tan calificada venganza sólo pudo tomarla por me

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dio de la paciencia de un Adán y Eva con otro
la divina Providencia; y de la misma serpien-
te con ella misma. Job Adán satisfizo de ellos
á Dios; y Christo, segundo Adán (así le se-
ñala San Pablo), satisfizo á Dios por ellos.
Débanme este lugar los Comentarios de Job,
y sus devotos; que yo se lo debo á S. Agustin.
Todas las batallas sangrientas, y formida
bles, que venció la paciencia de Job, tuvie-
ron por caudillos la siempre mala voluntad de
Satanás, y su poder justificado en la permi-
sion de Dios, que se le dió. He referido en lo
divino , y lo humano algunos de los infinitos
blasones que prueban que quanto hay grande,
magnífico, y glorioso, lo han obrado, y obran
los hombres por creer que su alma es inmortal.
Ahora te pregunto que me digas, si has leido,
ó oiste decir de alguno de los que la dudan
ó no la creen, cosa en obras, ó palabras que
no sea vil, infame, injuriosa, nefanda , у de-
testable. Los nombres de los que lo fueron, no
sirven de otra cosa sino de que los maldigan,
y abominen todas las lenguas, y las plumas.
La memoria que de ellos se hace es su afren-
ta. Quiero disponerte á mas interna considera-
cion con un inconveniente que no se puede
conceder. Desde las primeras niñeces del mun-

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