MANUEL D. PIZARRO & MISCELANEA DISCURSOS, ESCRITOS FORENSES, MEMORIAS, MENSAJES, NOTAS, CARTAS Establecimiento Tipográfico LA MINERVA Colon, 4 y 6. 1902 EL TRATADO SIN CLAUSULAS Y LOS MINISTROS SIN CARTERA Improvisación en la recepción de la Universidad á los periodistas del Brazil, en 1900. Publicación del diario Los PRINCIPIOS. Señor Gobernador: Señor Rector: Señoras y Señores: Parece que ha pasado, ó que á lo menos va pasando, para dar lugar á una acción mas eficiente, la hora de los discursos y de los aplausos en esta solemne y extraordinaria fiesta del sentimiento americano, con que el gobierno y el pueblo de esta república celebran el arribo á ella del Exmo. señor Presidente del Brasil y de los encumbrados personajes de su iiustre comitiva; y que hoy solo nos quedan brevísimos instantes para dar el saludo de bienvenida, y al propio tiempo el adios de la partida, á nuestros distinguidos huespedes los periodistas brasileños aquí presentes, vale decir, á los señores Ministros del pueblo del Brasil que nos honran con su visita: Ministros sin cartera, es verdad, que no tienen el tratamiento oficial de Excelencia, ni gozan de asignación ó sueldo en la Ley del Presupuesto de aquella nación, pero que en ella elaboran, conducen y dirigen la opinión pública, tratando diariamente en sus hojas volantes, y resolviendo por este medio todos los asuntos que á la república interesan: la libertad, el derecho y la justicia; la moral y la religión; la instrucción pública; las ciencias, las letras y las artes; la agricultura, la industria y el comercio; la navegación y la viabilidad pública; el crédito y las finanzas; la higiene y la estadística en general; la política interior y las relaciones extrangeras; la paz y la guerra; la administración, en fin, y el gobierno de aquella gran nación. Se ha dicho, scoñres, que la Prensa es un cuarto poder en el Estado; mas yo digo que es el primero y principal de todos ellos, porque es un poder social que en sí abarca y comprende todos los otros poderes en que de ordinario se divide la soberanía política; y porque la opinión pública que la Prensa dirige y encamina es, en último término, la verdadera soberana de las naciones en la civilización de nuestro siglo. Es por esto que he saludado Ministros del Brasil á los representantes de la prensa brasileña, á quienes incumbe desenvolver en artículos trascendentales y en capitulaciones concretas ese «tratado sin cláusulas» que en estos días se ha formado entre las dos naciones más poderosas de esta parte del continente, y que queda sellado en el corazón del pueblo argentino, si con el escudo nacional, tambien con el escudo del Brasil! Señores periodistas del Brasil: las ondas espumosas que en estas fiestas de la solidaridad sud-americana habeis visto tantas veces desbordar de copas temblorosas en manos trémulas de emoción, representan las ólas de esa descomunal marea de entusiasmo que ha inundado todos los pueblos y ciudades de esta república, producida por la aproximación á nuestras costas de la rutilante estrella del Brasil. Asistimos, señores, à un acontecimiento extraordinario que no tiene precedentes en la historia de estos pueblos. La situación actual de las repúblicas sudamericanas es especialísima, y apenas si puede encontrarse en ella algún paralelo con los apretados pero gloriosos dias de su emancipación é independencia. Es por esto que sobre la Plaza de Mayo, como sobre el solar paterno, se han confundido en un propósito de solidaridad continental, y se han estrechado en fraternal abrazo, dos pueblos, dos naciones, dos vástagos ilustres de una raza en todo tiempo esclarecida. Señores: la injenua verdad tiene en el lenguaje de la diplomacia un nombre odioso: se llama indiscreción y aun necedad; pero yo que no soy diplomático, ni siquiera hombre político en estos momentos, aunque alguna vez he dragoneado en la prensa y en la política de mi pais, puedo en esta ocasión ser verídico é injenuo sin incurrir en la fea nota de necio ó de indiscreto, al declarar que es insuficiente ó inadecuado ese «tratado sin cláusulas» que ha imaginado la discreta y circunspecta diplomacia; y que se hace indispensable proveer por cláusulas expresas y terminantes, por capitulaciones concretas, claras y precisas, a la independencia é integridad de las repúblicas sudamericanas contra todo poder absorvente de las naciones ó repúblicas de Amèrica ó de Europa. Aquel «tratado sin clàusulas» tiene, ciertamente, un nombre en el derecho público: se llama pacto de unión: pero debe este ser seguido del pacto de constitución; porque ni en el derecho público, ni en el derecho privado tienen eficacia y validez los contratos, los pactos ó convenciones indeterminadas en su objeto y medios de ejecución. Ni en el derecho público, ni en el derecho privado hay ni puede haber obligaciones indeterminadas; y ese tratado sin cláusulas, por sí solo, desaparecerá en breve, como la estela de las naves brasileñas y argentinas que han conducido y convoyado al Excelentísimo señor Presidente del Brasil y su ilustre comitiva en su reciente visita á los pueblos del Plata. El no dejará en el derecho público sudamericano, ni en los futuros destinos de estas repúblicas otra huella, ni otro rastro, que el que han dejado en las aguas del Atlántico las quillas de los buques argentinos y brasileños. Y esta visita del Excelentísimo señor Presidente del Brasil, que el pueblo argentino y su Gobierno han saludado con extraordinario y desconocido entusiasmo, ó es todo un acontecimiento trascendental y auspicioso para las relaciones internacionales de las repúblicas sudamericanas, en las circunstancias especialísimas en que ellas se encuentran, ó nada es. Estas visitas diplomáticas que la República Argentina ha inaugurado, ó responden á un grande y trascendental propósito de política sudamericana, ó son solo una corrupción de la sencillez y austeras virtudes republicanas. Ellas son una novedad en nuestros usos y prácticas diplomáticas, que no responde por cierto, á la gestación de los negocios comunes y ordinarios de nuestras relaciones internacionales. Estas visitas se comprenden fácilmente en los estados ó naciones monàrquicas, como medio de cultivar, por las afecciones personales que desarrollan, intereses y relaciones dinásticas; pero son desconocidas en las repúblicas que no pueden aspirar á consolidar |