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el pecado de Egipto, y este será el pecado de todas las gentes.

356. Con estas palabras concluye el Profeta su pequeña cadena sin dar un paso mas adelante: sin decirnos una sola palabra sobre las resultas de este pecado general á todas las gentes; mas el amado discípulo, que omite absolutamente este pecado (no sabemos por qué razones) señala al punto sus resultas y todas sus funestísimas consecuencias es á saber, la soltura del dragon y la nueva seduccion de todo nuestro orbe: llevando luego desde aquí seguido y continuado hasta su último fin, todo el misterio de Dios con los hombres: Y cuando fueren acabados los mil años, será desatado Satanás, y saldrá de su cárcel, y engañará las gentes, que están en los cuatro ángulos de la tierra, á Gog, y á Magog, y los congregará para batalla, cuyo número es como la arena de la mar, &c.

357. Aora, amigo mio Cristófilo, para que podamos entendernos bien y formar una idea clara de estos misterios, imaginémos aquí (vos de un modo y yo de otro, ó si es posible ambos de un mismo modo) imaginémos, digo, que despues de muchísimos siglos de paz, de inocencia, de justicia y fervor, empiece á entrar en las gentes, ya en este pais, ya en el otro, cierta especie de distraccion en lo que toca al servicio de Dios. A esta distraccion deberá seguir naturalmente un poco de tibieza: á esta tibieza, un poco de amor á la comodidad 6 sensualidad: á esta comodidad ó sensualidad seguirá naturelmente el amor al lujo, á la vana ostentacion : á esta un poco de avaricia: á esta avaricia no pocas injusticias. Finalmente, á todos los males, porque no se adviertan, deberá seguirse una grande y bien estudiada hipocresía. No es este el órden con que siem pre ha ido creciendo el mal moral de dia en dia, en todas las gentes, tribus y lenguas? La esperiencia de las cosas ya pasadas nos instruye admirablemente sobre lo que serán ó podrán ser las venideras. ¿Qué es lo que fué? (se dice en el Eclesiastés) lo mismo, que ha de ser. ¿Qué es lo

que fué hecho? lo mismo, que se ha de hacer *. Tan cierto es que todos los hombres, todos los pueblos, tribus y naciones dejados á su libre alvedrio (ó á su propia y natural pobreza) y puestos en las mismas circunstancias, deben naturalmente producir unas mismas ideas sustanciales, aunque varien tal vez algun poco sobre los accidentes.

358. ¿Qué tenémos aora que estrañar, qué tenemos que maravillarnos (como de una cosa insólita, nueva, nunca vista y por eso increible) que despues de mil años, ó sean cien mil, ó un millon de años, de justicia é inocencia, se vuelva otra vez á pervertir el orbe de la tierra? ¿ No serán los hombres en el siglo venturo tan viadores como en el siglo presente?

359. No serán como lo son aora, dotados de su libre alvedrio ? i No andarán entónces como andamos aora por fe, y no por vision? No serán por consiguiente árbitros ¿ del bien 6 del mal, de pecar ó no pecar, de merecer ó desmerecer?

360. Esta sola reflexion que ya apuntamos en el cap. iv, basta y aun sobra para satisfacer plenamente el argumento de algunos sábios con Bosuet contra el reino milenario, que llaman terrible é indisoluble. El argumento reducido á pocas palabras, se puede proponer fidelísimamente con toda su fuerza ó esplendor en estos términos.

361. Si se entiende literalmente el cap. xx del Apocalipsis, deberá Jesucristo mismo con todos sus santos ya resucitados reinar efectivamente en Jerusálen sobre todo el orbe de la tierra, y esto por mil años, ó determinados ó indeterminados. Si esto se admite, deberá admitirse por necesaria consecuencia todo lo que se dice en el mismo testo; pues no hay mas razon para lo uno que para lo otro. Deberá, pues, admitirse, que pasados estos mil años (sean determinados ó indeterminados) del reino pacífico de Jesucristo en inocencia, en simplicidad, en bondad, en justicia, Quid est quod fuit? ipsum quod futurum est. ¿Quid est quod factum est? ipsum quod faciendum est.-Eccl. i, 9.

&c., se soltará otra vez el dragon, que desde el principio hasta el dia de hoy engaña á todo el mundo...porque el diablo desde el principio peca*: deberá admitirse, que volverá á seducir á todo nuestro orbe: que todo este orbe se volverá de nuevo contra su legítimo Soberano: que tomará las armas contra él: que irá á hacerle guerra formal en su misma corte: que rodeará ó pondrá sitio formal á esta misma corte: segun aquellas palabras: cercaron los reales de los santos, y la ciudad amada... Todo lo cual (dicen estos sábios) parece que lo anuncia el mismo cap. xx, desde el v. 7: Y cuando fueren acabados los mil años, será desatado Satanás, y saldrá de su cárcel, y engañará las gentes, que están en los cuatro ángulos de la tierra, á Gog y á Magog, y los congregará para batalla, cuyo número es como la arena de la mar. Y subieron sobre la anchura de la tierra, y cercaron los reales de los santos, y la ciudad amada. Y Dios hizo descender fuego del

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362. Aora (dicen estos doctores): ¿es concebible ni creible, que reinando Jesucristo mismo en Jerusalén sobre toda la tierra, se atrevan los hombres á irlo á cercar en su misma córte? Este solo argumento, prosiguen diciendo, basta para mirar como fábula, como delirio, como sueño todo el reino milenario: pues si esto no es creible, tampoco puede ser creible todo lo demas, &c. ¡O santo Dios! ¿Donde estámos? ¡ Hasta donde puede conducirnos una idea falsa, recibida una vez como verdadera!

363. Este argumento que llaman terrible é indisoluble, tiene no obstante tres respuestas ó soluciones, las cuales ó

* Seducit universum orbem... quoniam ab initio diabolus peccat.Apoc. 12, 9; et ep. 1 Joan. iii, 8.

+ Et cum consummati fuerint mille anni, solvetur Satanas de carcere suo, et exibit, et seducet gentes, quæ sunt super quatuor angulos terræ, Gog et Magog, et congregabit eos in prælium quorum numerus est sicut arena maris. Et ascenderunt super latitudinem terræ, et circuïerunt castra sanctorum, et civitatem dilectam. Et descendit ignis à Deo de cœlo, et devoravit eos, &c.—Apoc. xx, 7, 8, et 9.

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se miren unidas entre sí, ó separada la una de la otra, lo convencen visiblemente de argumento débil, de oscuro, de mal fundado, y consiguientemente de mal formado.

364. Se responde, pues, lo primero: que el argumento supone como cierta una cosa, ó falsa, ó á lo menos incierta y dudosa. Supone, digo, como cierto que las gentes ya seducidas, conmovidas y alborotadas por el dragon, irán á cercar y combatir la ciudad santa y nueva de Jerusalén, bajada del cielo como se dice en el Apocalipsis: cercaron los reales de las santos, y la ciudad amada. Mas esta suposicion es verdadera, es indubitable: es siquiera suficientemente fundada? Mas sobre 'que fundamentos ó principios? ¿No es mucho mas verosimil, como apuntámos poco ha, que aquellas palabras, los reales de los santos, y la ciudad amada, miren únicamente á la Jerusalén viadora (que entonces será el centro de unidad visible y accesible á todo el orbe) y á todos los santos Judios, tambien viadores, que segun las promesas de Dios habitarán entónces desde el rio de Egipto hasta el grande rio Eufrates?*

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365. Se responde lo segundo: que el no concebirse con ideas claras el modo y circunstancias particulares con que podrá verificarse una cosa, cualquiera que sea, anunciada espresamente en la Escritura santa, ni ha sido, ni es, ni podrá ser jamas un fundamento suficiente para negarla. Si esto se mirase alguna vez como pasable ó como tolerable, ¿qué pudiéramos responder á tantos incrédulos, cuyo total fundamento para negar y para impugnar nuestros misterios mas sacrosantos, no es otro, sino el que ellos no pueden concebirlos?

366. Se responde lo tercero: que el misterio particular de que aora hablámos no es tan dificil de concebirse con ideas claras, como nos dicen y ponderan. No es tan dificil, digo, concebirse con ideas claras, que las gentes seducidas otra vez por el dragon (al cual por las justísimas causas

* A fluvio Ægypti usque ad fluvium magnum Euphratem.Gen. XV,

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que quedan apuntadas se le dará otra vez entera libertad) se alboroten, se inquieten y se rebelen formalmente contra el legítimo principado, potestad y dominacion instituidas evidentemente por Dios mismo. ¿Como podrá ser esto? Habiendo perdido por el mal uso de su libre alvedrio, primeramente la inocencia y simplicidad: habiendo despues de esto doblado, maleado y corrompido el corazon (tres modos de hablar que significan una misma cosa): y por una consecuencia bien natural y demasiado frecuente, habiendo oscurecido la lucerna de la fe, ó perdídola ó apagádola enteramente. ¿Estas cosas: son tan inconcebibles, que puedan juzgarse por increibles?

367. Para concebir con ideas aun mas claras todo este misterio, imaginémos aora de nuevo lo que ya apuntámos en el párrafo antecedente (estas repeticiones como tan necesarias, se deben escusar, ó á lo menos sufrir): imaginémos, digo, que pasados ciento ó doscientos mil años, ó ciento ó doscientas mil generaciones, empiece á entibiarse por alguna parte (sea esta la que fuere), la caridad. Esta caridad ya tibia, es bien fácil que en poco tiempo se enfrie del todo: una vez enfriada, se debe seguir naturalmente, primero la iniquidad, y poco despues la abundancia de la iniquidad: si esta abundancia de iniquidad sigue adelante, parece una consecuencia natural que la fe siga todos sus pasos, y que esta se vaya disminuyendo, enfriando, debilitando, y aun agonizando al mismo paso que la iniquidad fuere creciendo: crecida esta hasta cierto tiempo, hasta cierto punto, y disminuida y amortiguada la fe, ¿qué deberá seguirse? Deberá seguirse, en primer lugar, que las perigrinaciones anuas á Jerusalén, de que ya hemos hablado, á adorar al Rey, que es el Señor de los egércitos, medio capital y el mas eficaz de todos para conservar en todo el orbe la fe y la justicia, serán pocas y tibias: y sus efectos ó frutos serán á proporcion hasta que se omitan del todo, ó casi del todo: Este será el pecado de Egipto, esté el pecado de todas las gentes: esta omision, ó este pecado general de todas las gentes, ¿ no será un verdadero

y

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