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6 Y tú, Betlehem, tierra de Judá, no eres la menor entre las principales de Judá: porque de tí saldrá el Caudillo, que gobernará á mi pueblo de Israel. 7 Entonces Heródes, llaman

era justo, y no quisiese infamar- | 5 Y ellos le dixéron: la, quiso dexarla secretamente. Betlehem de Judá: porque así 20 Y estando él pensando en está escrito por el Profeta: esto, he aquí que el Argel del Señor le apareció en sueños, diciendo: Josef hijo de David, no temas de recibir á María tu muger; porque lo que en ella ha nacido, de Espíritu Santo es. 21 Y parirá un hijo; y llamado en secreto á los Magos, se rás su nombre JESUS; porque él informó de elles cuidadosamente saivará á su pueblo de los peca- del tiempo, en que les apareció dos de ellos. la Estrella:

22 Mas todo esto fué hecho, para que se cumpliese lo que habló el Señor por el Profeta, que dice,

23 He aquí la Vírgen concebirá, y parirá hijo; y llamarán su nombre Emmanuel, que quiere decir, Con nosotros Dios.

24 Y despertando Josef del sueño, hizo como el Angel del Señor le habia mandado, y recibió á su muger.

25 Y no la conoció hasta que parió á su hijo Primogénito: y llamó su nombre JESUS.

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CAPITULO II.

8 Y encaminándolos á Betlehem, les dixo: Id, é informaos bien del Niño: y quando le hubiereis hallado, hacédmelo saber, para que yo tambien vaya á adorarle.

9 Ellos, luego que esto oyéron del Rey, se fuéron. Y he aquí la Estrella, que habian visto en el Oriente, iba delante de ellos, hasta que liegando se paró, sobre donde estaba el Niño.

10 Y quando viéron la Estrella, se regocijáron en gran ma

nera.

11 Y entrando en la casa, halláron al Niño con María su

PUES quando hubo na- madre, y postrándose le adorá

cido Jesus en Betle-ron: v abiertos sus tesoros, le hem de Judá en tiempo de ofrecieron dopes, oro, incienso Heródes el Rey, he aquí unos y mirra. Magos viniéren dei Oriente á Jerusalém,

2 Diciendo: ¿Donde está el Rey de los Judíos, que ha nacido? porque vimos su Estrella en el Oriente, y venimos á adorarle. 3 Y el Rey Heródes, quando lo oyó, se turbó, y toda Jerusatém con él.

4 Y convocando todos los Príncipes de los Sacerdotes y los Escribas del pueblo, les preguntaba, donde habia de nacer el Cristo.

12 Y habida respuesta en sueños, que no volviesen á Heródes, se volviéron á su tierra por otro camino.

13 Despues que ellos se fué ron, he aquí un Angel del Señor apareció en sueños á Josef, y le dixo: Levántate, y toma al Niño, y á su madre, y huye á Egipto, y estáte allí hasta que yo te lo diga; porque ha de acontecer, que Heródes busque al Niño para matarle.

14 Levantándose Josef, to

mó al Niño, y á su madre de noche, y se retiró á Egípto:

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CAPITULO III.

Y

en aquellos dias vino Juan el Bautista preen el desierto de la

15 Y permaneció allí hasta la muerte de Heródes: para que se cumpliese lo que habia habla-dicando do el Señor por el Profeta, que dice: De Egipto llamé á mi 2 Y diciendo: Haced peniHijo. tencia, porque se ha acercado el reyno de los cielos.

Judéa,

3 Pues este es, de quien habló el Profeta Isaías, diciendo: Voz del que clama en el desierto: Aparejad el camino del Señor: haced derechas sus ́ve

16 Entónces Heródes, quando vió, que habia sido burlado por los Magos, se irritó mucho; y enviando hizo matar todos los niños, que habia en Bethlehem y en toda su comarca de dos años y abaxo, conforme al tiem-redas. po, que habia averiguado de los Magos.

17 Entónces fué cumplido lo que se habia dicho por Jeremías el Profeta, que dice:

18 Voz fué oida en Ramá, lloro, y mucho lamento: Raquel llorando sus hijos, y no quiso ser consolada, porque no son.

19 Y habiendo muerto Heródes, he aquí el Angel del Señor apareció en sueños á Josef en Egipto.

20 Diciendo: Levántate, y toma al Niño, y á su madre, y vete á tierra de Israél: porque muertos son, los que querian matar al Niño.

4 Y el mismo Juan tenia un vestido de pelos de camellos, y un ceñidor de cuero al rededor de sus lomos; y su comida eran langostas y miel silvestre.

5 Entonces salia á él Jerusalém, y toda la Judéa, y toda la tierra de la comarca del Jordan;

6 Y eran bautizados por él en el 'Jordan, confesando sus pecados.

7 Mas viendo, que muchos de los Fariséos, y de los Sadducéos venian á su Bautismo, les dixo: Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado á huir de la ira veni" dera?

8 Haced pues fruto digno de penitencia.

9 Y no querais decir dentro de vosotros: á Abraham tene

21 Levantándose Josef, tomó al Niño, y á su madre, y se vino para tierra de Israél. 22 Mas oyendo, que Arque-mos por Padre. Porque os digo, láo, reynaba en la Judéa en que poderoso es Dios para lelugar de Heródes su padre, te- vantar hijos á Abraham de estas mió de ir allá: y avisado en piedras. sueños, se retiró á las tierras de Galiléa.

23 Y vino á morar en una ciudad, que se llama Nazareth: para que se cumpliese lo que habian dicho los Profetas: Que será llamado Nazareno.

10 Porque ya está puesta la segúr á la raiz de los árboles. Pues todo árbol, que no hace buen fruto, cortado será, y echado en el fuego.

11 Yo en verdad os bautizo en agua para penitencia: mas el

de venir en pos de mí, 5 Entonces le tomó el diablo, erte es que yo, cuyo cal-y le llevó á la santa ciudad, y le zado no soy digno de llevar: él puso sobre la almena del templo, us bautizará en Espíritu Santo, y 6 Y le dixo: Si eres hijo de en fuego. Dios, échate de aquí abaxo, porque escrito está: Que mandó á

12 Su bieldo en su mano está; y limpiará bien su era; y re-sus Angeles acerca de tí, y te cogerá su trigo en el granero; tomarán en palinas, porque no ma3 quemará las pajas en fuego, tropieces en piedra con tu pie. que no se podrá apagar jamas.

13 Entonces vino Jesus de la Galiléa al Jordan á Juan, para ser bautizado por él.

7 Jesus le dixo: Tambien está escrito: No tentarás al Señor tu Dios.

8 De nuevo le subió el diablo 14 Mas Juan se lo estorbaba, á un monte muy alto; y le mosdiciendo: Yo debo ser bauti-tró todos los reynos del mundo, zado por tí, y tú vienes á mí?

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ANTONCES Jesus fué llevado al desierto por el Espíritu, para ser tentado del

y la gloria de ellos,

9 Y le dixo: Todo esto te daré, si cayendo me adorares.

10 Entonces le dixo Jesus: Vete, Satanás: porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y á él solo servirás.

11 Entonces le dexó el diablo: y he aquí los Angeles llegáron y le servian.

12 Y quando oyó Jesus, que Juan estaba preso, se retiró á la Galiléa :

13 Y dexando la ciudad de Nazareth, fué á morar á Cafarnaum, ciudad marítina, en los confines de Zabulón, y de Neftalí:

14 Para que se cumplicse, lo que dixo Isaías el Frofeta.

15 Tierra de Zabulón, y tier

diablo. 2 Y habiendo ayunado qua-ra de Neftalí, camino de la renta dias y quarenta noches, mar, de la otra parte del Jordán, despues tuvo hambre. Galiléa de los Gentiles,

3 Y llegándose á él el tentader, le dixo: Si eres hijo de Dios, di que estas piedras se hagan panes.

4 El qual le respondió y dixo: Escrito está: No de solo pan vive el hombre, mas de toda palabra que sale de la boca de Dios.

16 Pueblo, que estaba sentado en tinieblas, vió una grande luz; y á los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz les nació.

17 Desde entónces comenzó Jesus á predicar y á decir: Haced penitencia, porque se ha acercado el reyno de los cielos.

18 Y yendo Jesus por la ribera de la mar de Galiléa, vió dos hermanos, Simon, que es llamado Pedro, y Andres su hermano, que echaban la red en la mar, (pues eran pescadores,)

19 Y les dixo: Venid en pos de mí, y haré que vosotros seais pescadores de hombres.

20 Y ellos al instante dexadas las redes, le siguiéron.

21 Y pasando de allí, vió otros dos hermanos, Santiago de Zebedéo, y Juan su hermano, en un barco con Zebedéo su padre, que remendaban sus redes; y los llamó.

22 Y ellos al punto dexadas las redes y el padre, le siguiéron. 23 Y andaba Jesus rodeando toda la Galiléa, enseñando en las Sinagogas de ellos, y predicando el Evangelio del reyno; y sanando toda enfermedad, y toda dolencia en el pueblo.

24 Y corrió su fama por toda la Síria; y le traéron todos los que lo pasaban mal poseidos de varios achaques y dolores, y los endemoniados, y los lunáticos, y los paralyticos, y los sanó:

25 Y le fuéron siguiendo muchas tropas de la Galiléa, y de Decápolis, y de Jerusalém, y de Judéa, y de la otra ribera del Jordán.

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CAPITULO V.

Y

4 Bienaventurados los mansos; porque ellos poseerán la tierra. 5 Bienaventurados los que lloran; porque ellos serán consolados.

6 Bienaventurados los que han hambre, y sed de justicia; porque ellos serán hartos.

Bienaventurados los misericordiosos; porque ellos alcanza-`, rán misericordia.

8 Bienaventurados los de limpio corazon; porque ellos verán á Dios.

9 Bienaventurados los pacíficos; porque hijos de Dios serán llamados.

10 Bienaventurados los que padecen persecucion por la justicia; porque de ellos es el reyno de los cielos.

11 Bienaventurados sois, quando os maldixeren, y os persiguieren, y dixeren todo mal contra vosotros mintiendo, por mi causa:

12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardon muy grande es en los cielos. Pues así tambien persiguiéron á los Profetas, que fuéron ántes de vosotros.

13 Vosotros sois la sal de la tierra. Y si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? no vale ya para nada, sino para ser echada fuera, y pisada por los hombres.

14 Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad, que está

viendo Jesus las gen-puesta sobre un monte, no se tes, subió á un monte, puede esconder.

y despues de haberse sentado, se llegáron á él sus discípulos,

2 Y abriendo su boca, los enseñaba, diciendo:

3 Bienaventurados los pobres de espíritu; porque de ellos es el reyno de los cielos.

15 Ni encienden una antorcha, y la ponen debaxo del celemin, sino sobre el candelero, para que alumbre á todos los que están en la casa.

16 A este modo ha de brillar vuestra luz delante de los hom

bres; para que vean vuestras buenas obras, y den gloria á vuestro Padre, que está en los cielos.

17 No penseis, que he venido á abrogar la Ley, ó los Profetas: no he venido á abrogarlos, sino á darles cumplimiento.

18 Porque en verdad os digo, que hasta que pase el cielo y la tierra, no pasará de la Ley ni un punto, ni una tilde, sin que todo sea cumplido.

contrario, mientras que estás con él en el camino: no sea que tu contrario te entregue al juez, y el juez te entregue al ministro; y seas echado en la cárcel.

26 En verdad te digo, que no saldrás de allí, hasta que pagues el último quadrante.

27 Oisteis que fué dicho á los antiguos: No adulterarás.

28 Pues yo os digo, que todo aquel, que pusiere los ojos en una muger para codiciarla, ya cometió adulterio en su corazon con ella.

19 Por lo qual quien quebrantare uno de estos mandamientos muy pequeños, y ense- 29 Y si tu ojo derecho te sirve ñare así á los hombres, muy de escándalo, sácale, y échale pequeño será llamado en el rey-de tí; porque te conviene perder no de los cielos; mas quien hi- uno de tus miembros, ántes que ciere y enseñare, este será lla- todo tu cuerpo sea arrojado al mado grande en el reyno de los fuego del infierno. cielos.

20 Porque os digo, que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los Escribas y de los Fariséos, no entrareis en el reyno de los cielos.

21 Oisteis que fué dicho á los antiguos: No matarás, y quien matare, obligado quedará á juicio.

22 Mas yo os digo, que todo aquel que se enoja con su hermano, obligado será á juicio; y quien dixere á su hermano raca, obligado será á concilio; y quien dixere insensato, quedará obligado á la gehenna del fuego.

23 Por tanto si fueres á ofrecer tu ofrenda al altar, y allí te acordares, que tu hermano tiene alguna cosa contra tí,

30 Y si tu mano derecha te sirve de escándalo, córtala y échala de tí; porque te conviene perder uno de tus miembros, ántes que todo tu cuerpo vaya al fuego del infierno.

31 Tambien fué dicho: Qualquiera que repudiare á su muger, déle carta de repudio.

32 Mas yo os digo, que el que repudiare á su muger, á no ser por causa de fornicacion, la hace ser adúltera; y el que tomare la repudiada, comete adulterio:

33 Además oisteis que fué dicho á los antiguos: No perjurarás; mas cumplirás al Señor tus juramentos.

34 Pero yo os digo, que de ningun modo jureís, ni por el cielo, porque es el trono de

24 Dexa allí tu ofrenda de- Dios; lante del altar, y ve primera- 35 Ni por la tierra, porque es mente á reconciliarte con tu la peana de sus pies; ni por Jehermano; y entonces ven á ofre-rusalém, porque es la Ciudad del grande Rey;

cer tu ofrenda.

25 Acomodate luego con tu

36 Ni jures por tu cabeza;

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