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cuando hablan de la idolatría de Israél y de Jerusalén. Mas no es esto lo que leemos en nuestra profecía: con quien fornicaron (dice) los reyes de la tierra*, y vivieron en deleitest. Habla aquí manifiestamente de un comercio criminal, no entre Roma y los ídolos; pues este suceso no era tan propio y peculiar de solo Roma, que no incurriesen en él todas las otras ciudades de las gentes, desde la mas pequeña á la mas grande: ni tampoco entre los reyes de la tierra y los ídolos de Roma: pues siendo estos reyes idólatras de profesion, el mismo mal era adorar los ídolos de Roma, que los ídolos propios de sus paises. Habla, pues, nuestra profecía clara y espresamente de un comercio ilícito con nombre de fornicacion, no entre Roma y sus ídolos, ni entre los reyes y los ídolos de Roma, sino entre Roma misma y los reyes de la tierra. Esta es una cosa infinitamente diversa, y esta es la que se debe esplicar con propiedad y verdad: lo demas es visiblemente huir la dificultad saliendo muy fuera de la cuestion.

266. Poco satisfechos de esta primera respuesta; (mas sin confesarlo, pues en realidad esta es la principal en ambas opiniones) añaden otra como accesoria y menos principal: es á saber, que en la antigua Roma, cuando era señora del mundo, se vieron venir á ella muchos reyes llamados á juicio, y aunque los delitos de estos eran verdaderos y realmente gravísimos, se vieron no obstante salir libres, y aun declarados y honrados como inocentes y justos, por haber corrompido á sus jueces con grandes liberalidades; tanto que Yugurta, tirano de Numidia, al salir de Roma le dijo estas palabras; ¡Oh Roma, no falta para que te vendas, sino que haya quien te compre! Mas esta respuesta accesoria, ó esta esplicacion del testo sagrado, ¿quién no ve que es la mas fria, y la mas impropia que se ha dado jamás? Segun ella dificilmente se habrá hallado, ni se hallará en toda la tierra alguna corte que no merezca por la misma razon el nombre de meretriz y fornicária con Apoc. xvii, 2

* Cum qua fornicati sunt reges terræ.

Et in deliciis vixerunt.

-

Id. xviii, 9.

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sus propios reos; pues el componer estos todas sus quiebras con el dinero, no es fenómeno tan raro que solo se haya visto en la antigua Roma.

...

267. La segunda dificultad de esta opinion, se funda en el castigo que se anuncia á la meretriz, el cual si se atiende á la profecía, parece cierto que hasta aora no se ha verificado. Las espresiones de que usa S. Juan son todas vivísimas, y todas suenan á esterminio pleno y eterno. Reparad en estas: un anjel fuerte alzó una piedra como una grande piedra de molino, y la echó en la mar, diciendo: con tanto impetu será echada Babilonia aquella grande ciudad, y ya no será hallada jamás*. Si esta espresion os parece poco clara, proseguid leyendo las que se siguen hasta el fin de este capítulo xviii, y parte del siguiente: Ni jamás en ti se oirá voz de tañedores de citara, ni de músicos, ni de tañedores de flauta, y trompeta, no se oirá en tí mas... y voz de esposo ni de esposa no será oida mas en tí. O todo esto es una exageracion llena de impropiedad y falsedad, ó todavia no se ha verificado: por consiguiente se verificará á su tiempo, como está escrito, sin faltar un ápice.

268. Fuera de esto, debe repararse en todo el contesto de la profecía desde el capítulo xvi. Despues de haber hablado de la última plaga, ó de las siete phialas, que derramaron siete ángeles sobre la tierra, porque en ellas es consumada la ira de Dios +, prosigue inmediatamente diciendo y Babilonia la grande vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino de la indignacion de su ira§. Y luego sigue refiriendo largamente los delitos,

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* Et sustulit unus angelus fortis lapidem quasi molarem magnum, et misii in mare, dicens: hoc impetu mittetur Babylon civitas illa magna, et ultra jam non invenietur.- Apoc. xviii, 21.

↑ Et vox citharædorum, et musicorum, et tibia canentium, et tuba non audietur in te ampliùs : et vox sponsi, et sponsæ non audietur adhuc in te, &c. Id. ib. 22 et 23.

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Quoniam in illis, consummata est ira Dei. — Id. xv, 1.

§ Et Babylon magna venit in memoriam ante Deum, dare illi calicem vini indignationes iræ ejus. - Id. xvi, 19.

TOMO I.

2 A

y el castigo de esta Babilonia, en los dos capítulos siguientes, con la circunstancia notable que advierte el mismo S. Juan: esto es, que uno de los siete ángeles que acababan de derramar las phialas fué el que mostró los misterios de dicha Babilonia: Y vino uno de los siete angeles, que tenian las siete copas, y me habló, diciendo: Ven acá, y te mostraré la condenacion de la grande ramera, &c.* En lo cual se ve, que así como las phialas son unas señales terribles, que deben suceder ácia los últimos tiempos, así lo es el castigo de dicha meretriz.

269. A todo esto debemos añadir otra reflexion bien im portante. Si, como pretenden los autores de esta opinion, la profecía se enderezaba toda á la antigua Roma, idólatra é inicua: si á esta se le da el nombre de fornicária y meretriz por su idolatría: si á esta se le anuncia el castigo terrible de que tanto se habla, y con espresiones tan vivas y ruidosas, se pregunta, ¿cuando se verificó este castigo? Responden (ni hay otra respuesta que dar, ni otro tiempo á que recurrir) que se verificó el castigo de la meretriz cuando Alarícó con su ejército terrible la tomó, la saqueó, la incendió y la destruyó casi del todo. Optimamente. Mas, lo primero, es cosa cierta, que los males que hizo en Roma el ejército de Alaríco, no fueron tantos como los que hicieron los antiguos Galos; ni como los que padeció en tiempo de las guerras civilės; ni como los que padeció en tiempo de Nerón, segun lo aseguran autores contemporáneos, como dicen Fleuri, y Milles, &c.: y sobre todo, no fueron tantos como todos los que aquí anuncia claramente la profecía, que habla de la ruina total, y esterminio eterno: ya no será hallado jamás ... luz de antorcha no lucirá jamás en tí... voz de esposo ni de esposa no será oida mas en tí, &c.t

* Et venit unus de septem angelis, qui habebant septem phialas, et locutus est mecum, dicens: Veni, ostendam tibi damnationem meretricis magnæ, &c. · Id. xvii, 1.

...

+ Ultra jam non invenietur lux lucernæ non lucebit in te amplius et vox sponsi, et sponsæ non audietur adhuc in te, &c. : Apoc. xviii, 21 et 23.

270. Lo segundo: en tiempo de Alarico, esto es, en el quinto siglo de la era cristiana, ¿qué Roma saqueó este príncipe bárbaro? ¿Qué Roma destruyó, é incendió casi del todo? ¿Acaso á Roma idólatra, á Roma inicua, á Roma fornicária y meretriz por su idolatría? Cierto que no porque en este tiempo ya no habia tal Roma. La Roma única que habia en este tiempo, y que persevera hasta hoy, era toda cristiana: ya habia arrojado de sí todos los ídolos por consiguiente ya no merecía el nombre de fornicária y meretriz: ya adoraba al verdadero Dios, y á su único Hijo Jesucristo ya estaba llena de iglesias ó templos en que se celebraban los divinos oficios: pues dice la historia, que Alarico mandó á sus soldados que no tocasen los edificios públicos, ni los templos: ya en fin, era Roma una muger cristiana, penitente y santa. Siendo esto así, ¿ os parece aora creible, que en esta muger ya cristiana, penitente y santa se verificase el castigo terrible, anunciado contra la inicua meretriz? ¿Os parece creible que los delitos de Roma, idólatra é inicua, los viniese á pagar Roma cristiana, penitente y santa? ¿Os parece creible que esta Roma cristiana, penitente y santa, sea condenada como una gran meretriz, solo porque en otros tiempos habia sido idólatra? Consideradlo bien, y ved si lo podeis comprender, que yo confieso mi insuficiencia. Aunque esta opinion no tuviese otro embarazo que este, ¿no bastaría este solo para desecharla del todo? Leed no obstante todo el capítulo xviii y parte del xix, y hallareis otros embarazos iguales ó mayores, en cuya observacion yo no pienso dete

nerme un instante mas.

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SEGUNDA OPINION.

271. Considerando las graves dificultades que padece la primera opinion, ciertamente inacordables con la profecía, han juzgado casi todos los doctores, que no se habla en ella de la antigua Roma, sino de otra Roma todavia futura; confesando ingenuamente, que en ella se verificarán así

todos los delitos, como el terrible castigo que se le anuncia. ¿Cuando sucederá todo esto? Sucederá, dicen con gran razon, en los tiempos del Anticristo, como se infiere, y convence evidentemente de todo el testo. Para componer

aora esta ingenua confesion con el honor y consuelo de la ciudad sacerdotal y regia, que es lo que en ambas opiniones se tira á salvar á toda costa, ha parecido conveniente, ó, por mejor decir necesario, hacer primero algunas suposiciones, sin las cuales se podria temer con bueno y óptimo fundamento, que la composicion fuese no solo dificil, sino imposible. Ved aquí las suposiciones, ó las bases fundamentales sobre que estriba en la realidad todo este edificio.

272. Primera: el imperio romano debe durar hasta el fin del mundo. Segunda: este imperio, que aora y muchos siglos ha está tan disminuido que apenas se ve una reliquia ó una centella, volverá ácia los últimos tiempos á su antigua grandeza, lustre y esplendor. Tercera: las cabezas de este imperio serán en aquellos últimos tiempos, no solamente infieles é inicuas, sino tambien idólatras de profesion. Cuarta: se harán dueños de Roma sin gran dificultad: pondrán en ella de nuevo la córte del nuevo imperio romano por consiguiente volverá Roma á toda aquella grandeza, riquezas, lujo, magestad y gloria que tuvo en los pasados siglos : v. g. en tiempo de Augusto. Quinta: desterrarán de Roma estos impíos emperadores al sumo sacerdote de los Cristianos, y junto con él á todo su clero secular y regular, y tambien á todos los Cristianos que no quisieren dejar de serlo: con lo cual, libre Roma de este gran embarazo, establecerá de nuevo el culto de los ídolos, y volverá á ser tan idólatra como antes.

273. Hechas todas estas suposiciones, que como tales no necesitan de prueba, es ya facilísimo concluir todo lo que se pretende, y pretender todo cuanto se quiera: es facil, digo, concluir, que aunque la profecía habla ciertamente contra Roma futura, revelando sus delitos tambien futuros, y anunciándole su condigno castigo, mas no habla de modo alguno contra Roma cristiana; pues esta, así como

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