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misterio de las cuatro bestias sea el mismo que el de los cuatro metales de la estátua, si á lo menos no se considera este último por otro aspecto muy diverso, ó no se le añade alguna circunstancia sustancial y gravísima, que lo haga mudar de especie absolutamente. El Profeta mismo dice de sí, acabando de referir esta última vision, versículo quince: se horrorizó mi espíritu, yo Daniel fuí consternado de estas cosas, y me conturbaron las visiones de mi cabeza*. Si hubiese visto el mismo misterio, ¿qué razon habia para horrorizarse y conturbarse? ¿Este misterio no lo sabia muchos años antes? ¿No se lo habia revelado Dios en su juventud? El mismo no se lo habia esplicado individualmente á Nabuco, sin dar muestra de horror ni conturbacion? Pues ¿por qué se horroriza y conturba en otra vision del mismo misterio? Luego ó el misterio no es el mismo, ó á lo menos en esta segunda vision se le mostró el misterio por otro aspecto muy diverso, y él vió otras cosas de mayor consecuencia, capaces de conturbar y horrorizar á un Profeta, en aquel tiempo ya viejo y acostumbrado á grandes visiones. Fuera de esto, á poca reflexion que se haga, comparando los cuatro metales con las cuatro bestias, se halla una diferencia tan sensible, cuanto difiere un cuerpo muerto de un cuerpo vivo, ó cuanto va de una estátua inmóvil y fria, á un viviente que se mueve y obra.

76. No por eso decimos, que las cuatro bestias no simbolicen cuatro reinos, y los mismos reinos de la estátua, si así se quiere, pues espresamente se le dijo al Profeta en medio de la vision: Estas cuatro bestias grandes son cuatro reinos, que se levantarán de la tierrat. Lo que únicamente decimos es, que simbolizan los cuatro reinos mirados por otro aspecto diversísimo del que se miran en la estátua. En esta se miran los reinos solamente por su

* Horruit spiritus meus, ego Daniel territus sum in his, et visiones capitis mei conturbaverunt me. — Dan. vii, 15.

+ Hæ quatuor bestiæ magnæ, quatuor sunt regna, quæ consurgent de terra. Dan. id. ib. 17.

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aspecto material, es decir, por lo que toca á lo fisico y material de ellos mismos, sin respecto ó relacion con lo espiritual. En las bestias al contrario, se miran los reinos por el aspecto formal: esto es, en cuanto dicen relacion á lo espiritual, como la dicen todos por precision. Mas claro: en el misterio de la estátua se prescinde absolutamente de la religion de los reinos, ni hay señal alguna en toda la profecía de donde poder inferir alguna relacion ó respecto, ó comercio de los reinos mismos con la divinidad. Solo se habla de grandezas materiales, de conquistas, de pleitos, de dominacion de unos hombres sobre otros, de fuerza, de violencia, de destrozos, de enemistades, de amistades, de casamientos, &c. y todo ello figurado por metales de la tierra, por sí mismos frios é inertes; mas en el misterio de las bestias no es así: se divisan algunas señales nada equívocas de religion, ó de relacion á la divinidad: v. g. el corazon de hombre, que se le da á la primera bestia, las blasfemias contra el verdadero Dios, la persecucion de sus santos, la opresion y humillacion de estos mismos, el consejo en fin, y tribunal estraordinario que se junta, en que preside el Anciano de dias, para juzgar una causa tan grave que parece por todas sus señas una causa de religion, que inmediatamente pertenece á Dios.

77. En suma, en el misterio de la estátua solamente se habla de los reinos por la parte que estos tienen de tierra, ó de terrenos, sin otro respecto ó relacion, que á la tierra misma; mas en el misterio de las bestias ya se representan estos reinos con espíritu y con vida, por el respecto y relacion que dicen á la divinidad; pero con espíritu y vida de bestias salvages y feroces, porque este respecto y relacion á la divinidad no se endereza á darle el culto y honor que le es debido; sino antes á quitarle este culto, y á privarle de aquel honor. Estas dos cosas de que vamos hablando parecen necesarias y esenciales en un reino cualquiera que sea: esto es, lo material y terreno, que es todo lo que pertenece al gobierno político y civil, y lo formal ó espiritual, que pertenece á la religion.

78. Segun esto podemos aora discurrir, sin gran peligro de alejarnos mucho de la verdad, que estas cuatro bestias grandes y diversas entre sí, no significan otra cosa que cuatro religiones grandes y falsas, que se habian de establecer en los diversos reinos de la tierra figurados en la estátua. Todas cuatro grandes en la estension, todas cuatro diversas entre sí *: mas todas cuatro muy semejantes y muy hermanas en ser todas falsas, brutales, disformes, y feroces las cuales, como otras tantas bestias salidas del infierno, habian de hacer presa en el mísero linage de Adan, habian de hacer en él los mayores estragos, y lo habian de conducir á su última ruina, y perdicion irremediable y eterna.

79. Aquí, segun parece, no se trata ya en particular de Caldeos, ni de Persas, ni de Griegos, ni de Romanos. No es este el aspecto de los reinos que aquí se considera. Ya este aspecto queda considerado en el misterio de la estátua. Se considera, pues, en general todo reino, todo principado, toda potestad, todo gobierno de hombres, comprendido todo en los cuatro reinos ó imperios célebres que se han visto en esta nuestra tierra: sin atender en ellos á otra cosa, que á la religion dominante de ellos mismos.

80. Estas religiones falsas y disformes, aunque en los accidentes y en el modo, han sido y son innumerables: todas ellas se reducen fácilmente á solas cuatro grandes, y diversas entre sí. El Profeta de Dios las representa aquí con la mayor puntualidad y propiedad posible: las tres bestias conocidas de todos, y conocidas por las mas salvajes, las mas feroces y mas dignas de horror y de temor. La cuarta debajo de la semejanza de otra bestia del todo nueva, inaudita en los siglos anteriores, diferentísima de todas las otras, y que une en sí sola la ferocidad de todas las demas.

* Quatuor bestiæ grandes ... diversæ inter se.

Dan. vii, 3.

ESPLICACION DE LA PRIMERA BESTIA.

PARRAFO IV.

81. La primera como leona, y tenia álas de águila; mientras yo la miraba, le fueron arrancadas las álas, y se alzó de tierra, y se tuvo sobre sus pies como un hombre, y se le dio corazon de hombre *.

Esta primera bestia, ó esta leona con álas de águila, parece un símbolo propio y natural de la primera y mas antigua de todas las falsas religiones: quiero decir, de la idolatría. Represéntase aquí esta falsa religion como una leona terrible, á la cual, aunque de suyo ligera, se le añaden álas de águila, con que queda no solo capaz de correr con ligereza, sino de volar con rapidez y velocidad: espresiones todas propísimas para denotar, ya la rapidez con que voló la idolatría, y se estendió por toda la tierra; ya tambien los estragos horribles que hizo en poco tiempo en todos sus habitadores, sujetándolos á su duro, tiránico y cruel imperio. Aun el pequeño pueblo de Dios, aun la ciudad santa, aun el templo mismo, lugar el mas respetable el mas segrado que habia entónces sobre la tierra, no fueron inaccesibles á sus álas de águila, ni respetados de su voracidad: y fué bien necesaria la proteccion constante, y los esfuerzos continuos de un brazo omnipotente, para poder salvar algunas reliquias, y en ellas la Iglesia de Dios vivo, ó la verdadera religion. Toda la Escritura divina nos da testimonio de esta verdad.

82. No quedó en esto solo la vision. Prosiguió el Prefeta contemplando esta bestia hasta otro tiempo en que vió que le arrancaban las álas, la levantaban de la tierra, la ponian sobre sus pies como hombre, y le daban corazon de hombre. Veis aquí puntualmente lo que sucedió en el mundo al comenzar la época feliz de la vocacion de

* Prima quasi leæna, et alas habebat aquila: aspiciebam donec evulsæ sunt alæ ejus, et sublata est de terra, et super pedes quasi homo stetit, et cor hominis datum est ei. — Dan. vii, 4.

TOMO I.

las gentes. Lo primero que sucedió á la idolatría con la predicacion de los apóstoles, que por todas partes le dieron tan fuertes batallas, fué que se le cayeron las álas, ó le fueron arrancadas á viva fuerza, para que ya no volase mas en adelante*. Estas dos álas, me parece (otros pueden pensar otra cosa mejor) que son símbolos propios de aquellos dos principios ó raíces de todos los males que produjeron la idolatría, y la hicieron estenderse por toda la tierra quiero decir, la ignorancia por una parte, y la fabula por otra. La ignorancia del verdadero Dios, de quien las gentes brutales y corrompidas se habian alejado tanto, y la fábula que habia sustituido tantos dioses falsos y ridículos, de quienes se contaban tantos prodigios. A estas dos álas acometieron en primer lugar los hombres apostó. licos: dieron noticias al mundo del verdadero Dios: dieron ideas claras, palpables, innegables de la divinidad: enseñaron lo que sobre esto acababan de oir de la boca del Hijo de Dios, y lo que les enseñaba é inspiraba el mismo Espíritu de Dios que en ellos hablaba: descubrieron por otra parte la falsedad, y la ridiculez de todos aquellos dioses absurdos, que hasta entonces habian tenido los hombres, y en quienes habian esperado: y con esto solo la bestia quedó ya incapaz de volar, y empezó á caer en tan gran desprecio entre las gentes, que avergonzada y corrida como un águila sin plumas, se fué retirando ácia los ángulos mas remotos, y mas escondidos de la tierra.

83. Arrancadas las álas á la leona, todo lo demás que vió el Profeta debia luego seguirse sin gran dificultad, y realmente así sucedió. Una parte bien grande y bien considerable del linage humano, en quien esta bestia dominaba, y que ya era ella misma, como que estaba convertida en su propia sustancia, fué levantada de la tierra, dándole la mano, y ayudándola los Apóstoles mismos. Con este socorro, puesta en pie como un hombre racional, se le dió al punto corazon de hombre, quitándole con esto

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