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decir con alguna propiedad, que abrió las zanjas, y puso una u otra piedra para que sobre ella se levantase despues el edificio.

18. En esto trabajó diez ó doce años andando por el Asia como un rayo, ó mejor dirémos como un loco furioso, matando gente por todas partes: robando y destruyendo ciudades, que en nada le habian ofendido, casi sin sistema ó designio formado: tanto, que al morir dividió todas sus conquistas en tantas partes, cuantos eran sus capitanes mas favoritos, los cuales despues de su muerte intentaron todos llamarse reyes y se coronaron como tales: y repartió entre ellos su reino, cuando estaba aun en vida. Y sus cortesanos ocuparon el reino, cada cual en su lugar: y despues de su muerte se ciñeron la corona*. Es verdad que esta division ó testamento de Alejandro no tuvo efecto, ni era posible que lo tuviese en aquellas circunstancias. A pocos dias comenzó lá discordia, y la guerra viva entre los nuevos reyes; y habiendose quebrado las cabezas junto con las coronas, se redujo todo á solos cuatro pretendientes que fueron Antígono, Seleuco, Ptolomeo, y Casandro. Este último vino á Macedonia, donde apenas hizo una triste figura. Ptolomeo se hizo fuerte en Egipto donde Alejandro lo habia dejado de gobernador, Antígono y Seleuco vinieron á las manos y disputaron largo tiempo sobre el pecho de la estátua, hasta que Seleuco por muerte de su competidor quedó dueño absoluto de la principal parte del reino ó imperio que acababa de destruir: digo de la parte principal, y no del todo, porque es certísimo que no todo lo que comprendia el imperio de los Persas quedó sujeto á la dominacion de Seleuco. Muchas ciudades así de Persia, como de Media, no lo reconocieron por soberano. En el Asia menor se levantaron otros reyes que al fin se hicieron independientes, y todo el Egipto quedó enteramente libre debajo de otra cabeza particular. De

* Et divisit illis regnum suum, cum adhuc viveret. Et obtinuerunt pueri ejus regnum, unusquisque in loco suo: Et imposuerunt omnes sibi diademata. Mach. i, 7, 9, et 10.

esta suerte se verificó plenamente el distintivo que señala el Profeta al segundo reino, diciendo, que sería menor que el primero, como lo es la plata respecto del oro: menor que tú, de plata.

19. Este reino ó imperio que empezó en Seleuco, es propiamente el reino de los Griegos, absolutamente diverso del primero en estension, en gente, en riquezas, en leyes, en costumbres, en dioses, y aun en la lengua misma, que en toda el Asia, como el Egipto, se empezó luego á hacer comun la de los nuevos dominantes.

TERCER REINO.

PARRAFO V.

20. El tercer reino ó imperio célebre, figurado en el vientre y muslos de bronce de la estátua, es evidentemente el romano. La circunstancia ó distintivo particular el cual mandará á toda la tierra, no solo es notablemente agravante, sino que lo hace mudar de especie, y casi lo se-fíala por su propio nombre. ¿De qué otro imperio se puede decir con verdad que dominó sobre toda la tierra conocida, sino del romano? Considerad este imperio en tiempo de Augusto, ó de Trajano, ó de Constantino, ó de Teodosio ; lo vereis tan grande, y de una tan vasta capacidad, que encierra dentro de su vientre todos cuantos reinos, principados y potestades se conocian entónces en el mundo viejo, esto es en Asia, Africa y Europa, sin quedar libres aun las islas del mar. Considerad el metal mismo que lo figura, que es el bronce, no solo duro y fortísimo, sino tambien sonoro porque no solo sujetó tantos y tan diversos pueblos con la dureza y fuerza de sus armas, sino tambien quizá mucho mas con el sonido y éco de su nombre. El Profeta dice del tercer reino, que será de bronce hasta los muslos: el vientre y los muslos de cobre: otro distintivo claro del imperio romano que tantos tiempos estuvo dividido en imperio de oriente y occidente.

21. Llegando aquí, señor, paréceme que os veo sor

prendido no poco con esta novedad. Siendo esto así, me replicais ¿donde está el cuarto reino de la profecía? Si el imperio romano es el realmente figurado en el vientre y muslos de bronce de la estátua, ¿cuál podrá ser el reino ó imperio de hierro, figurado en las piernas, pies y dedos de la misma estátua? A esta pregunta, yo os respondo en primer lugar con otra pregunta, que tal vez os causará mayor admiracion. Decidme, señor, con formalidad: ¿cuál es vuestro sentimiento en órden al imperio romano? Mas claro: ¿el imperio romano donde está? ¿Se ha subido acaso á la luna, ó á los espacios imaginarios? Lo que aora se llama ó lo que es en realidad un imperio en Alemania, este es propiamente el imperio romano. Este, decis, es una reliquia del imperio romano, la cual despues de destruido todo, se ha conservado, ya en Constantinopla, ya en Francia, ya en Alemania, hasta nuestros tiempos. Bien: ¿y á una reliquia, y reliquia tan pequeña, le quereis dar el nombre tan grande y tan sonoro, como de verdadero imperio romano? Esta reliquia ¿quereis que sea todavia uno de los cuatro reinos célebres de que habla la profecía? Mirad, amigo, no os equivoqueis.

22. De este modo debereis decir, que todavia dura y persevera hasta nuestros dias el imperio célebre de los Babilonios y Persas, señalando como con la mano aquella gran reliquia en que domina el Sofi, y que se llama reino de Persia. De este modo debereis decir, que persevera hasta nuestros dias el imperio célebre de los Griegos, señalando otra reliquia mucho mayor en que domina el gran Señor de Constantinopla; mas estas reliquias no son, amigo mio, los reinos ó imperios célebres de que habla la profecía. Estos imperios célebres se acabaron ya; si queda alguna reliquia, esa reliquia no es imperio, ni merece con alguna propiedad este nombre. Si quereis, no obstante, dar el nombre de imperio romano á esa reliquia que queda en Alemania, yo no contradigo, antes me conformo con el uso comun; mas no por eso dejo de conocer que para el asunto de que hablamos, es este un nombre ó título in

capaz de llenar la profecía. Preguntad á todos los soberanos de Europa, si pertenecen de algun modo al imperio de Alemania, y verémos lo que responden. Preguntad al mismo imperio de Alemania, ¿que fuera, y á que viniera á reducirse, si su digna cabeza no fuese por otra parte, un principe tan grande, si no tuviese tantos estados, reinos señoríos hereditarios de su propia casa? No teneis, pues, que recurrir á esta reliquia, como si fuese todavia el uno de los cuatro reinos célebres, figurados en la estátua.

y

23. Así como el imperio de los Griegos se edificó sobre las ruinas del primer imperio, y el de todos los Romanos sobre las ruinas del segundo, y de cuantos otros señoríos particulares se conocian en el mundo, así puntualmente se edificó el cuarto imperio, de que habla la profecía, sobre las ruinas del imperio romano, que á todos se los habia tragado. Para ver este cuarto y último imperio con toda claridad y con todas sus contraseñas, ó distintivos particulares, no tenemos que encender muchas lámparas y linternas, ni tampoco nos es necesario navegar al oriente ó al occidente. Nos basta abrir los ojos y mirar con alguna reflexion: mirar, digo, el estado presente de toda aquella gran porcion de paises que encerraba la estátua dentro de su vientre. Portugal, España, Francia, Inglaterra, Alemania, Polonia, Ungria, Italia, Grecia: en suma casi toda Europa. La Asia menor con todos sus reinos, la Siria, la Mesopotámia, Palestina, las tres Arabias, la Caldea, la Persia, el Egipto, todas las costas de Africa desde el Egipto hasta Marruecos, &c., todo esto comprendia y todo esto era el imperio romano. Mas aora y algunos siglos ha, todo esto ¿qué es? Volved los ojos á la profecía, y estudiadla bien y al punto descubrireis el cuarto imperio de hierro con tanta distincion y claridad, que os será imposible desconocerlo por mas violencia que querais hacer á vuestros ojos, y á vuestra propia razon.

CUARTO REINO.

PARRAFO VII.

24. Este cuarto reino ó imperio de hierro, empezó á

formarse desde el quinto siglo de la era cristiana, con la irrupcion, que llaman de los bárbaros, los cuales como un torrente impetuoso y universal, inundaron, y arruinaron todas las provincias del imperio romano: ó, siguiendo la semejanza de que usa la profecía, así como el hierro doma y quebranta todas las cosas por duras que sean, así esta multitud innumerable de gentes unas por el oriente, otras por el occidente, casi nada dejaron que no quebrantasen domasen, y desmenuzasen: Y el cuarto reino será como el hierro. Al modo que el hierro desmenuza, y doma todas las cosas, así desmenuzará, y quebrantará á todos estos*. Este es el primer distintivo. En consecuencia, pues, de este destrozo casi universal, estas mismas gentes se dividieron entre sí todo el terreno, y formaron entre todas un reino ó imperio del todo nuevo, diferentísimo de los otros tres. ¿Cual es este? Es el mismo que actualmente vemos, y que hemos visto muchos siglos ha. Y este es el segundo distintivo. El reino será dividido. Un reino será dividido: un reino de muchas cabezas: un reino compuesto de muchos reinos particulares, todos independientes: un reino cuvas partes confinan entre sí, como los dedos en los pies comercian entre sí, se comunican, se ayudan mútuamente; pero jamas se unen de un modo que formen una misma masa. En una palabra: estas partes componen un todo, y al mismo tiempo conservan escrupulosamente su division, y su total independencia.

25. Los tres primeros reinos de la estátua, aunque compuestos de diferentes partes, ó de diferentes pueblos y naciones, todas ellas se reunian bajo una sola cabeza, ó fisica ó moral, á quien reconocian, y á cuyas órdenes se movian. El reino cuarto no es así. Se compone, es verdad, de muchas partes diversas entre sí, de muchos reinos, repúblicas, principados y señoríos; pero cada cual es aparte: es una pieza, que se mueve por sí misma con movimiento

* Et regnum quartum erit velut ferrum. Quomodo ferrum comminuit, et domat omnia, sic comminuet, et conteret omnia hæc.· Dan. ii, 40.

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