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VULGATA LATIN A

TRADUCIDA EN ESPAÑOL,

Y ANOTADA

R. 261.297

CONFORME AL SENTIDO DE LOS SANTOS PADRES

Y

EXPOSITORES CATHOLICOS,

POR EL RMO. P. PHELIPE SCIO DE S. MIGUEL,

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ADVERTENCIA

25.048

SOBRE LA PROPHECÍA

DE EZECHIEL.

El Señor, que en todo tiempo, aun en medio de sus mas

severos juicios, nunca abandonó á sus escogidos y verdaderos fieles, hizo lo mismo en la cautividad de su pueblo, enviando excelentes Prophetas para que mantuviesen unidas las reliquias de aquel grande naufragio, y llenos de su espíritu

y

de verdadero zelo le representasen los males que padecia, y las causas de ellos; le anunciasen los que le habian de venir; le exhortasen á la conversion y á la enmienda de sus costumbres; y por último le consolasen con la esperanza y seguridad de la libertad, que habia de conseguir. Entre estos fué señalado Ezechiel, el tercero entre los Prophetas mayores, hijo de Buzi, de estirpe sacerdotal, que juntamente con Jechônías Rey de Judá, fué llevado prisionero á Babylonia ; y cinco años despues comenzó á exercitar el ministerio prophético en Babylonia, en el que continuó por espacio de veinte años, esto es, hasta catorce despues de la toma de Jerusalém, como parece insinuarse en el Cap. XL. I. y en el tiempo mismo en que Jeremías prophetizaba en la santa Ciudad. Por esta razon se observa una grande conformidad entre las Prophecías del uno y del otro, con sola la diferencia, de que Ezechiel procede mas por descripcion de maravillosas visiones, y Jeremías por discursos continuados.

El objeto de la Prophecía que vamos á exponer, es declarar como el Señor, que por sú gracia y virtud residia en su templo, despues de haber sufrido largamente la ingratitud, rebeldías, idolatrías y depravacion universal de la nacion, fomentadas por sus falsos doctores y prophetas, y sostenidas por el mal gobierno de sus Caudillos y Pastores; habia por último determinado desamparar su templo, y la morada que tenia entre su pueblo. Hace conocer el Señor al Propheta esta retirada en diferentes visiones, para dar mas en rostro á los Judíos con su impenitencia, por la qual su Magestad enteramente los iba á abandonar, y poner en manos de los Châldéos, para esparcirlos por todas partes; habiendo determinado hacer arder su templo, allanar su ciudad, matar sus Reyes y Príncipes, y por último raer y borrar en Jerusalém todo rastro de República y de Iglesia; aunque de esta queria que se conservasen algunos residuos, y como una cierta simiente en Babylonia, entre aquellos pocos y desgraciados prisioneros, para que de ella reviviese despues, y renaciese á su tiempo.

En varios Capítulos describe lo que dió motivo á este irrevocable decreto del Señor, haciendo ver á los Judíos como habian quebrantado en grado extremo todos los Mandamientos de la primera y segunda tabla; reprehendiendo tambien por estas mismas transgresiones á los que estaban ya en cautiverio en Babylonia, con severas y terribles amenazas. Despues se vuelve contra los pueblos extrangeros, y vecinos de los Judíos, que ó habian contribuido á su depravacion, ó que por su malignidad habian concurrido á su desolacion, y se habian

alegrado de ella; y principalmente contra Tyro, Egypto y Edóm, á los quales intima que serian envueltos en el mismo diluvio de males, que les vendrian de parte de los Châldéos, los quales iban extendiendo los límites de su Imperio con las ruinas de muchos Estados y Reynos, que conquistaban. Y últimamente pasa á vaticinar el exterminio de Gog y de Magóg, últimos y cruelísimos enemigos y perseguidores de la Iglesia. Acia el fin del Libro se vuelve de nuevo á esta para consolarla con las promesas de la redencion eterna por el Messías, y del establecimiento de su reyno y de la nueva alianza; todo lo qual es magníficamente figurado por la vision de la admirable restauracion del antiguo templo de Salomón, que describe muy por menor en su primera forma y estado, como que á él habia de corresponder en excelencia y gloria espiritual la Iglesia renovada por Jesu-Christo, en donde de nuevo vendria á hacer su eterna residencia, volviéndola á poner en un perfecto órden de piedad, pureza de culto, santidad y justicia, seguido de una cumplida y celestial felicidad.

Ezechiel, dice un docto Expositor del siglo pasado 1, era un hombre de profunda erudicion, y de un espíritu muy elevado. Por lo que guardando en toda su Prophecía un estilo medio é igual, sostiene la fuerza de su discurso, no tanto con expresiones fuertes y estudiadas, como con la grandeza de las ideas que representa y describe, como Dios se las hade manera que toda la Obra de este Propheta se

cia ver;

a Sacy dans le Pref.

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